El lince ibérico se recupera del borde de la extinción

En los últimos veinte años, el programa de reintroducción de la especie ha multiplicado por nueve el número de linces que habitan entre España y Portugal.

Por Cristina Crespo Garay
Publicado 28 oct 2020, 15:25 CET

Junto a los objetivos de reintroducción y reversión de la fragmentación de hábitats, los expertos aseguran que será imprescindible continuar el trabajo de disminución de amenazas como el furtivismo y los atropellos.

Fotografía de Programa de Conservación Ex-situ del Lince Ibérico

Hace dos décadas, el mamífero más emblemático de nuestra Península rozó cifras cercanas a la extinción cuando sus poblaciones apenas sobrepasaban los 90 ejemplares, convirtiéndolo en el felino más amenazado del mundo. A día de hoy, veinte años después de que el programa de reintroducción de la especie se pusiera en marcha, el exitoso recuento ha sido de 855 felinos.  

En 1986, la especie fue clasificada como en peligro de extinción en la lista de la Unión por la Conservación de la Naturaleza (UICN). Posteriormente, en 2015, la misma organización anunciaba que el lince abandonaba la lista negra y se catalogaba como “en peligro de extinción”. A pesar de que a día de hoy aún se encuentra catalogada como amenazada, los expertos afirman que el lince ibérico podría estar libre de peligro para el año 2040 si los esfuerzos de protección continúan.

Las cámaras trampa que ayudan a rastrear a estos felinos revelaron que el 80% de las poblaciones de linces viven en España. Además, los datos recabados han traído consigo otras dos buenas noticias: el año pasado nacieron en nuestra península 311 crías y, de los ejemplares adultos, 188 hembras se encuentran en edad reproductiva.

Garantizar la viabilidad genética de la especie

Otros programas de apoyo también suman sus esfuerzos a la recuperación del felino. El último boletín informativo del programa de recuperación Lynx ex situ , que mantiene actualmente 25 animales, informaban del nacimiento de cinco cachorros más en una temporada marcada por el Covid-19. “Esta crítica situación ha coincidido con una fase muy sensible de la temporada reproductora, justo en el momento que el centro se estaba preparando para recibir a los primeros cachorros de 2020”, afirma el centro.

Durante el pasado siglo, el declive de los conejos, principal alimento del lince, fue el dramático origen de la situación del felino. Dos plagas en 1950 y 1980, así como políticas para reducir el número de conejos dieron como resultado un impacto catastrófico en las poblaciones del lince.

Agravado por la destrucción y la fragmentación de sus hábitats, su área de distribución quedó reducida tan solo a Andalucía.  Hoy abarca también el Vale do Guadiana y Matachel, en Portugal, y en los Montes de Toleado y Sierra Morena Oriental.

Protección contra el furtivismo y los atropellos

Tras siete años de éxito del proyecto Life Iberlince II, en 2020 arrancó Life Lynxconnect con el objetivo de lograr un intercambio de linces entre todas las áreas de presencia que garanticen la viabilidad genética de la especie. Si las poblaciones permanecen aisladas, corren el riesgo de desarrollar problemas genéticos.

“El reto principal es alcanzar una población autosostenible y que sea genéticamente viable de lince ibérico, consolidando las poblaciones que existen en la actualidad en Andalucía, Castilla La Mancha, Extremadura y Portugal, además de crear otras dos: una en Murcia y otra en Sierra Harana, en Granada”, afirmó en un comunicado la Junta de Andalucía.

Además de la lucha por aumentar las poblaciones, el foco también debe centrarse en la protección de las actuales: según la organización WWF, “el número de atropellos de lince se ha multiplicado en los últimos años hasta convertirse en la mayor amenaza para el futuro de esta joya de la naturaleza”, que además se concentran en unos pocos puntos negros de las carreteras.

Con la mirada puesta en el 2040, cuando se espera que la especie salga de peligro si la evolución positiva continúa, la Unión Europea ha apoyado esta fase del proceso aportando el 60% de un presupuesto de 18,8 millones de euros.

En esta línea, junto a los objetivos de reintroducción y reversión de la fragmentación de hábitats, será imprescindible continuar el trabajo de disminución de amenazas como el furtivismo y los atropellos.

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