Mariposa monarca: cuando la fama no es suficiente

Las monarcas occidentales han disminuido en más del 99 por ciento desde la década de 1980. Las monarcas orientales han disminuido en aproximadamente un 80 por ciento.

Por Redacción National Geographic
Mariposas Monarca, México
Millones de mariposas monarca viajan a refugiarse del invierno en los bosques ancestrales de México. Vuelan desde el sur de Canadá y el norte de los EE.UU. a miles de kilómetros, tomando como referencia la dirección del sol.
Fotografía de Joël Sartore, National Geographic

Artículo publicado el 5 de septiembre de 2010 y actualizado el 05 de marzo de 2024.

Las mariposas monarca (Danaus plexippus) son mundialmente conocidas por la increíble migración masiva que lleva a millones de ejemplares a California y México cada invierno. La monarca norteamericana es la única mariposa que realiza una travesía tan espectacular, con una distancia cercana a los 5000 kilómetros. Estos insectos deben partir cada otoño antes de que llegue el frío, que acabaría con ellos si se demoran demasiado.

La monarca es una de las mariposas más reconocibles y mejor estudiadas del planeta. Sus alas naranjas están entrelazadas con líneas negras y bordeadas con puntos blancos. Aunque la mariposa monarca es nativa de América del Norte y del Sur, se ha extendido a otros lugares cálidos donde crece el algodoncillo, su único alimento. 

Las mariposas monarca de América del Norte, que ya no se encuentran en América del Sur, se dividen en dos grupos principales: las monarcas occidentales, que se reproducen al oeste de las Montañas Rocosas y pasan el invierno en el sur de California; y las monarcas orientales, que se reproducen en las Grandes Llanuras y Canadá, y pasan el invierno en el centro de México. También hay poblaciones en Hawái; Portugal y España; y Australia, Nueva Zelanda y otras partes de Oceanía.

(Relacionado: La mariposa monarca ya es una especie en peligro de extinción)

¿Están las mariposas monarca en peligro de extinción?

Las mariposas monarca occidentales alcanzaron en 2020 un mínimo histórico, colocándolas al borde de la extinción. A pesar de que el recuento cifró a esta especie en menos de 2000 en California, el gobierno decidió no incluirla como especie en peligro de extinción. A pesar de los esfuerzos de protección, estas cifras suponen una disminución muy importante frente a las 30 000 documentadas el  año anterior y las millones que había en vuelo en la década de 1980.

Según las Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), que estudió la especie en 2021, la mariposa monarca no corre peligro, aunque en su lista roja destaca que su población está en descenso. El organismo internacional señala su preocupación por la población de la especie en su migración más occidental, cuyos números "nunca habían sido tan bajos".

Pero en junio de 2022, la propia UICN declaró en peligro de extinción a la mariposa monarca migratoria, la icónica subespecie común en Norteamérica. Pero apenas un año más tarde, en septiembre de 2023, la misma agencia se retractó de su declaración y volvió a situar a la subespecie nortamericana en la categoría de vulnerable a la extinción, un nivel inferior en el sistema de clasificación de riesgos.

VÍDEO: la espectacular metamorfosis de una mariposa monarca

Este trágico descenso de las poblaciones en los últimos 20 años se debe principalmente a que las asclepias (Asclepias syriaca) están desapareciendo por el uso de herbicidas y la pérdida de hábitat. La asclepia, o «algodoncillo», es la única planta donde las mariposas monarca pueden poner sus huevos y la única planta de la que se alimenta la oruga. 

Las mariposas monarca nacen en huevos, de los que eclosionan en forma de larva. A continuación se comen la cáscara del huevo y después se alimentan de las plantas del algodoncillo sobre las que nacieron. Por ello, las mariposas monarca dependen de las plantas del algodoncillo, que constituyen prácticamente el único alimento de las larvas.

La mariposa monarca hembra pone cada uno de sus huevos individualmente en la hoja de una planta de algodoncillo, adhiriéndolos con un poco de pegamento que secreta. Una hembra suele poner entre 300 y 500 huevos durante un período de dos a cinco semanas.

Después de unos días, los huevos se convierten en larvas, también conocidas como orugas en el mundo de las polillas y las mariposas. El trabajo principal de las orugas es crecer, por lo que pasan la mayor parte del tiempo comiendo algodoncillo, razón por la cual la hembra pone sus huevos en las hojas de algodoncillo.

Las orugas comen hasta saciarse durante unas dos semanas. Conforme engordan, las larvas se convierten en jugosas y coloridas orugas. Después crean una dura bolsa protectora que las rodea conforme entran en la fase de crisálida o la etapa de pupa. 

Alrededor de una semana o dos más tarde, terminan su metamorfosis y emergen como mariposas monarca adultas completamente formadas, de color negro y naranja. Estas mariposas monarca nacen para volar, y saben, por el cambio en el clima, que deben prepararse para su prolongada travesía.

Estas mariposas desarrollan comportamientos diferentes dependiendo de cuándo completen su metamorfosis. Si emergen en la primavera o principios del verano, comenzarán a reproducirse en cuestión de días. Pero si nacen a finales del verano o del otoño, saben que se acerca el invierno, hora de dirigirse al sur para disfrutar de un clima más cálido.

De las crisálidas emergen en forma de adultos bellamente coloreados en negro, naranja y blanco. El colorido patrón de las monarcas hace que sean fáciles de identificar, y esa es la idea. Los colores distintivos advierten a los depredadores que tienen mal sabor y son venenosos. El veneno proviene de su dieta. El algodoncillo en sí mismo es tóxico, pero las monarcas han evolucionado no solo para tolerarlo, sino también para usarlo en su beneficio al almacenar las toxinas en sus cuerpos y volverse venenosas para los depredadores, como las aves.

Mariposa monarca sobre una flor

La gran migración

En el este, solo las monarcas que emergen a fines del verano o principios del otoño realizan la migración anual hacia el sur durante el invierno. A medida que los días se acortan y el clima es más frío, saben que es hora de abandonar sus lugares de reproducción en el norte de EE. UU. y Canadá y dirigirse al sur, a las montañas del centro de México, donde hace más calor. Algunas migran casi 5 000 kilómetros.

Allí, se acurrucan en los oyameles - un abeto nativo de las montañas centrales y del sur de México y del oeste de Guatemala - para esperar el invierno. Una vez que los días comienzan a alargarse de nuevo, las mariposas comienzan a regresar al norte, deteniéndose en algún lugar a lo largo de la ruta para poner huevos. 

Luego, la nueva generación continúa más al norte y se detiene allí para poner sus huevos. El proceso puede repetirse durante cuatro o cinco generaciones antes de que las monarcas hayan llegado nuevamente a Canadá.

Por tanto, las monarcas occidentales se dirigen a la costa de California para pasar el invierno, deteniéndose en uno de varios cientos de lugares conocidos a lo largo de la costa para esperar que pase el frío. Cuando llega la primavera, se dispersan por California y otros estados del oeste.

Para cuando comience la migración invernal del a siguiente, varias generaciones de verano habrán vivido y muerto, y serán los tataranietos de los migradores del año pasado los que realicen el viaje. Sin embargo, de algún modo las nuevas generaciones conocen el camino. Siguen las mismas rutas que sus ancestros y en ocasiones incluso vuelven al mismo árbol.

¿Cómo hacen las monarcas un viaje tan largo? Usan el sol para mantener el rumbo, pero también tienen una brújula magnética para ayudarlos a navegar en días nublados. Un gen especial altamente eficiente les da una ventaja para vuelos de larga distancia.

En diciembre de 2022, un equipo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) publicó junto con colaboradores de Suecia, Malasia y Estados Unidos, un análisis de los genomas de 97 especies de mariposas. Los datos demostraron que aquellas especies que migran estacionalmente son genéticamente más ricas, algo, a priori, beneficioso, porque les ofrece la ventaja evolutiva de una mayor adaptación ante cambios ambientales bruscos. Los resultados aparecen publicados en la revista Molecular Ecology.

Aurora García-Berro, investigadora del Instituto Botánico de Barcelona (IBB-CSIC-Ayuntamiento de Barcelona) y autora principal del trabajo, destaca: “Esta diversidad genética es producto del movimiento. Una migración continuada en el tiempo facilita el flujo genético entre individuos distribuidos en territorios muy amplios. Esto sólo puede pasar en especies con números poblacionales muy altos, de forma que siempre haya individuos que se puedan encontrar durante sus migraciones para reproducirse”.

Los grupos conservacionistas han solicitado al gobierno de los EE. UU. que inlcuya a la mariposa monarca en la lista de la Ley de Especies en Peligro de Extinción. Aunque aún no se ha tomado una decisión, los científicos alertan de que la especie está en grave declive y se enfrenta a grandes amenazas.

Las monarcas occidentales han disminuido en más del 99 por ciento desde la década de 1980. Las monarcas orientales han disminuido en aproximadamente un 80 por ciento.

La desaparición del algodoncillo es una de las principales razones de la disminución de su población. El algodoncillo, que es el único lugar donde las monarcas pondrán sus huevos y el único alimento que comerán las orugas, solía crecer dentro y alrededor de los cultivos agrícolas

La eliminación sistemática del algodoncillo de los campos en los últimos años, así como el mayor uso de herbicidas y la siega junto a caminos y zanjas, han reducido significativamente la cantidad de algodoncillo disponible.

El cambio climático también es motivo de preocupación por varias razones. Las monarca son muy sensibles a los cambios de temperatura y clima, por lo que el calentamiento global puede afectar los procesos biológicos, como saber cuándo reproducirse y migrar.

Además, cada vez se dan más eventos climáticos extremos, que afectan negativamente sus hábitats de hibernación, a la disponibilidad de algodoncillo en sus hábitats de reproducción y a su supervivencia directamente: demasiado calor o demasiado frío y las monarcas morirán.

Como especie icónica, las monarca han recibido mucha atención por parte de los conservacionistas. Existen proyectos en toda América del Norte y se extienden a lo largo de los lugares que recorren en su migración.

Las campañas de concienciación alientan a las personas a plantar algodoncillo en sus jardines y ciudades; solo hace falta buscar el tipo adecuado para cada región. También hay una serie de guías para "científicos ciudadanos", donde cada persona puede ayudar a los científicos a recopilar datos, algo fundamental para desarrollar políticas de conservación para proteger a la mariposa monarca.

Galería relacionada: Mariposas

Por tanto, muchos científicos están preocupados por la población oriental de mariposas monarca, que pasan el verano al este de las Montañas Rocosas. Este grupo cada vez es más reducido y su supervivencia puede verse amenazada por diversos desastres naturales en sus hábitats invernales mexicanos, así como por la menor superficie de plantas del algodoncillo en su hogar estival.

Los santuarios de las monarcas protegen los hábitats invernales de las mariposas y atraen a turistas, quienes ayudan a proporcionar fondos para apoyar sus esfuerzos. Algunos, sin embargo, están en riesgo por el desarrollo humano y los conflictos .

También hay muchos esfuerzos a gran escala para proteger el hábitat, administrar mejor la tierra para los polinizadores, reponer el algodoncillo, crear conciencia y recopilar nueva evidencia científica para comprender mejor a las monarcas.

Visitar a las monarcas respetándolas

Tras emprender un viaje épico de hasta 4500 kilómetros desde Canadá y Estados Unidos, llegan a la Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca de México para descansar y reproducirse. Los santuarios visitables establecidos en México son es un buen lugar en el que acercarse y conocer más de cerca a la famosa mariposa monarca.

La reserva de la monarca, de 55 846 hectáreas, se extiende por Michoacán y el Estado de México y es Patrimonio de la Humanidad, uno de los cuatro bienes naturales del país inscritos en la lista. Durante toda la temporada (de octubre a marzo), sólo tres santuarios en Michoacán y tres en el Estado de México abren sus puertas a los visitantes para que se sumerjan en el mundo de las monarcas, aprendan sobre la migración masiva de estas delicadas criaturas y apoyen los esfuerzos para protegerlas.

Los santuarios de la mariposa monarca en México proporcionan refugio y cobijo vitales para estos insectos, por lo que las prácticas de turismo responsable son cruciales para minimizar el impacto de los visitantes sobre ellas y la reserva. Sigue las instrucciones de los guías, respeta los senderos designados, no lleves comida ni mascotas, evita tomar fotos con flash y mantén el silencio para no perturbar la hibernación de las mariposas.

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