Gato doméstico, miles de años de convivencia

Los primeros gatos domésticos estos animales nos han acompañado en nuestro día a día durante milenios, los primeros indicios hablan del Antiguo Egipto, pero todavía estamos descubriendo muchos de sus secretos.

Por Redacción National Geographic
Gato
Las protuberancias de las lenguas de los gatos son en realidad púas diminutas denominadas papilas y entender cómo funcionan podría ayudarnos a inventar cepillos que hagan que los gatos sean menos alergénicos y limpiar mejor el pelo humano.
Fotografía de Joël Sartore, National Geographic Creative

Artículo publicado el 5 de septiembre de 2010 y actualizado el 29 de septiembre de 2023, corrigiendo el titular que afirmaba que los humanos y los gatos llevaban 4000 años de convivencia.

Los gatos domésticos, sea cual sea su raza, son todos miembros de una misma especie, Felis silvestris catus, que mantiene una relación con los humanos desde hace mucho tiempo. Los antiguos egipcios habrían sido los primeros en domesticar gatos, hace ya 4000 años, pero hay registros arqueológicos que sitúan a los gatos (o sus antepesados) conviviendo con los humanos en Oriente Próximo y Europa miles de años antes. Probablemente, los gatos salvajes se vieron atraídos a las comunidades humanas por la abundancia de roedores que había en ellas, y su habilidad para cazarlos les hizo ganarse la simpatía de sus habitantes.

Los primeros egipcios adoraban a una diosa con figura de gato e incluso momificaban a sus mascotas preferidas para que les acompañaran en su viaje al otro mundo...¡acompañados de ratones también momificados! Posteriormente, civilizaciones de todo el mundo adoptaron a los gatos como animales de compañía.

Comportamiento del gato domestico

Al igual que sus parientes salvajes, los gatos domésticos son cazadores natos, capaces de acechar a sus presas y abalanzarse sobre ellas con sus garras y dientes. Son particularmente eficaces de noche, cuando sus ojos reflectantes les dotan de una visión mucho más nítida que la de sus víctimas. También poseen un oído muy agudo. Al igual que todos los felinos, son ágiles y rápidos y sus largas colas les ayudan a tener un extraordinario sentido del equilibrio.

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    Los gatos se comunican marcando árboles, postes o muebles con sus zarpas o con su orín. Dejar su rastro es el modo que tienen de informar a otros del alcance de su territorio. Su repertorio vocal va desde el ronroneo hasta el chillido.

    La dieta de los gatos domésticos se ha mantenido predominantemente carnívora a lo largo de la evolución, por ello han desarrollado un estómago simple, apropiado para digerir carne cruda. También han mantenido una lengua áspera que les ayuda a aprovechar hasta el último trozo de carne de los huesos de los animales (y también a acicalarse ellos mismos). Sus dietas, no obstante, han variado con las golosinas que les ofrecen los hombres, aunque pueden completarla con sus propios trofeos de caza.

    En 2018, un equipo de científicos descubrió en un estudio publicado en Animal Behaviour que muchos gatos domésticos muestran preferencia por la pata delantera derecha o izquierda al bajar las escaleras, pisar un objeto o intentar alcanzar comida. Estas preferencias también varían según el sexo: los machos suelen preferir usar la pata izquierda, mientras que es más probable que las hembras sean diestras.

    «Creemos que esta diferencia está vinculada a las hormonas sexuales», afirma en este artículo de National Geographic la autora principal Deborah Wells, psicóloga en la Queen's University Belfast, aunque dice que los investigadores no saben cómo ni por qué ocurre.

     

    La patita Kitty ha sido acogida por una familia de gatos
    La pata Kitty vive en una granja familiar a unos 160 kilómetros de Brisbane, Australia. Su nombre refleja su estatus de honor como única pata en una colonia de gatos (kittens en inglés). 

    Para este estudio, Wells observó a 44 gatos domésticos en sus casas durante tres meses, de los cuales 20 eran hembras. Observaron tres comportamientos: en primer lugar, con qué pata daban su primer paso al entrar en su cajón de arena, con qué pata daban el primer paso al bajar las escaleras y sobre qué lado se reclinaban. También midieron qué pata usaban los gatos cuando intentaban conseguir comida. 

    Así, en un ambiente natural, demostraron que casi tres cuartos de los gatos mostraban preferencia por una pata y las hembras tenían más probabilidades de usar su pata derecha mientras los machos eran zurdos.

    (Relacionado: El amor entre gatos y hombres viene de lejos)

    ¿Qué piensan los gatos de nosotros?

    John Bradshaw es un experto en conducta gatuna de la Universidad de Bristol y autor del libro Cat Sense (En la mente de un gato). Tras observar a gatos domésticos durante varios años, ha llegado a una conclusión parecida: los gatos no nos entienden como los perros. Tras sacar su libro, compartió algunas de sus ideas con National Geographic.

    Para entender su lenguaje, tienes que tener en cuenta todo el cuerpo a la hora de leer las señales que manda con la cola, según explica Carlo Siracusa, de la Facultad de Medicina Veterinaria en la Universidad de Pensilvania. Un gato que se echa una siesta y da golpecitos con su cola, por ejemplo, está «relajado en general pero presta atención a algo que ocurre a su alrededor, un sonido o un movimiento», así que está tranquilo pero apenas adormecido, según explica en este artículo.

    Los humanos llevamos años tratando de averiguar por qué algunos gatos odian las caricias en la barrigacómo consiguen sus rayas o si reconocen los nombres, ya que los misterios sobre estos felinos son una de las cosas que más curiosidad nos producen. Aunque los gatos son capaces de captar algunas señales sociales humanas y son sensibles a nuestras emociones, probablemente estén menos sintonizados con nuestras relaciones sociales que los perros, según un estudio publicado publicado por Animal Behavior and Cognition en marzo de 2021. 

    Los gatos

    ¿Con qué sueñan los gatos?

    Los gatos domésticos fueron algunos de los primeros animales sometidos a la investigación de los sueños. Michel Jouvet, pionero de los estudios sobre el sueño, descubrió pruebas del sueño felino en la década de 1960, cuando observó el comportamiento de los gatos mientras dormían y lo alteró de forma drástica.

    En el sueño REM, los músculos humanos no se mueven mucho a pesar de la intensa actividad mental que impulsa nuestros sueños. Este estado de atonía hace que el cuerpo no represente nuestros sueños por muy reales que parezcan. Jouvet descubrió que, en los gatos, una estructura del tronco cerebral llamada protuberancia parecía regular el sueño REM y producir una parálisis parcial. 

    Sin embargo, al eliminar partes del puente de Varolio, Jouvet provocó un cambio drástico en el comportamiento. Con sus cerebros sumidos en el sueño REM, los gatos comenzaron a moverse como si estuvieran despiertos, cazando, saltando, acicalándose y defendiéndose agresivamente de amenazas invisibles.

    Jouvet denominó a este periodo sueño paradójico, en el que el cuerpo está quieto pero la mente permanece totalmente activa. Esto proporcionó una ventana a lo que ocurría en los cerebros dormidos de los gatos.

    "Los gatos realizaban comportamientos que son muy fáciles de interpretar como un mapeo en una experiencia de vigilia", dice David M. Peña-Guzmán, que estudia la filosofía de la ciencia en la Universidad Estatal de San Francisco (Estados Unidos) y recientemente ha escrito When Animals Dream: The Hidden World of Animal Consciousness [Cuando los animales sueñan: El mundo oculto de la conciencia animal].

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