3 de enero de 2016
Los kinkajús viven en las selvas tropicales de Centroamérica y América del Sur, donde pasan la mayor parte del tiempo en los árboles. Pueden poner sus pies al revés y correr fácilmente en cualquier dirección sobre las ramas o subir y bajar por los troncos de los árboles. Tienen una cola prensil que utilizan como si fuera otro brazo. A menudo se cuelgan de ella, que también les ayuda a balancearse y les sirve de cómoda manta cuando duermen en la canopea de los bosques.
A pesar de que muchas de las características de este animal recuerdan a los primates, en realidad el kinkajú está emparentado con el mapache.
A menudo también se les relaciona con los osos debido a su gusto por la miel. Utilizan su delgada y larga lengua para sorber la miel de las colmenas y también para deshacerse de insectos como las termitas. Los kinkajús también se alimentan de frutas y pequeños mamíferos que atrapan con sus hábiles y fuertes patas. Suelen ser activos por la noche, cuando salen a buscar alimento, y vuelven por la mañana a sus huecos de los árboles para dormir.
Los kinkajús forman grupos en las copas de los árboles y realizan actividades sociales, como acicalarse. No es fácil verlos, aunque sí oírlos: suelen chillar desde los árboles de los bosques tropicales.
Las hembras tienen una cría en verano o primavera. Ésta nace con los ojos cerrados y no puede ver durante un mes. Sin embargo, se desarrolla con rapidez y a finales del segundo mes está lista para colgarse de su cola boca abajo.