Los aye-ayes: unos parientes muy raros

Este primate endémico de Madagascar no lo parece, pero está emparentado con los seres humanos y otros simios.

Por Redacción National Geographic
Aye-aye aferrado a una rama

Un aye-aye aferrado a una rama.

Este artículo se publicó originalmente el 5 de septiembre de 2010, ha sido actualizado el 22 de mayo de 2023.

Índice

  • Características
  • Pelaje y anatomía
  • Su vida en la copa de los árboles
  • Supersticiones

Características

NOMBRE COMÚN: Aye-ay
SCIENTIFIC NAME: Daubentonia madagascariensis
TIPO: Mamifero
DIETA: Omnívoro
ESPERANZA DE VIDA MEDIA EN LIBERTAD: 20 años
TAMAÑO: Cabeza y cuerpo: 35 a 43 cm; cola: 56 a 61 cm
PESO: 1,8 kg

Aye-aye
Aye-aye
Aye-aye
Aye-aye

Los aye-ayes solo se encuentran en la isla de Madagascar. Puede que a primera vista estos extraños animales no parezcan primates, pero están emparentados con chimpancés, simios y humanos.

Los aye-ayes son de color negro o marrón oscuro, y se distinguen por su tupida cola, que es más larga que su cuerpo. También se caracterizan por tener ojos grandes, dedos finos y orejas sensibles de gran tamaño. Los aye-ayes tienen uñas puntiagudas en todos los dedos de pies y manos, a excepción de los dedos gordos prensiles de los pies, que le permiten colgarse de las ramas.

Su vida en la copa de los árboles

Los aye-ayes pasan su vida en los árboles de la selva tropical, y evitan bajar al suelo. Son nocturnos y durante el día se acurrucan en nidos con forma de bola que construyen con hojas y ramas. Los nidos tienen la apariencia de esferas cerradas con un único orificio de entrada, y están situados en las bifurcaciones de árboles grandes.

Apostado en las alturas, el aye-aye golpea los árboles con su largo tercer dedo y escucha el movimiento de las larvas de insectos que horadan la madera debajo de la corteza. Utiliza el mismo dedo para extraerlas, y también para sacar la pulpa de cocos y otras frutas que complementan su dieta insectívora.

Supersticiones

Muchos indígenas de Madagascar creen que el aye-aye trae malos augurios. Por este motivo, a menudo los han matado nada más verlos. Esta caza y la destrucción de su hábitat han puesto en grave peligro al aye-aye. En la actualidad están protegidos por la ley.

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