11 de octubre de 2012
Hay un raro fenómeno astronómico que solo ha tenido lugar en siete ocasiones desde el invento del telescopio; en 1631, 1639, 1761, 1769, 1874, 1882 y 2004. La próxima semana, el 5-6 de junio de 2012, este singular evento volverá a producirse por octava vez en los últimos cuatro siglos: el tránsito del planeta Venus cruzando el disco solar.
Denominamos tránsito al paso aparente de un planeta por delante del disco del Sol. Desde la Tierra solo es posible observar los tránsitos de los planetas interiores a su órbita: los de Mercurio, a razón de trece por siglo, y los de Venus, a razón de trece por milenio.
Si las órbitas de los planetas Mercurio, Venus y la Tierra se encontraran exactamente en el mismo plano, los tránsitos de los dos primeros serían mucho más frecuentes. Pero no lo están y ello determina que, en ocasiones, vistos desde nuestro punto de vista terrestre, Mercurio y Venus cuando están en conjunción inferior (es decir, cuando pasan entre la Tierra y el Sol) no “entren” en el disco solar sino que pasen al norte o sur de la estrella. La órbita de Mercurio tiene una inclinación de 7° respecto a la de la Tierra, y la de Venus de 3,4°.
Con estos “condicionantes orbitales”, ¿qué provoca un tránsito? Que la conjunción inferior del planeta interior ocurra cuando éste se encuentra en uno de sus nodos orbitales, aquellos puntos de su órbita en que cruza el plano de la órbita de la Tierra. Únicamente en este caso Sol, planeta y Tierra se hallan prácticamente en línea recta y es posible observar el paso del planeta por delante del disco solar. Así, los tránsitos de Venus son mucho menos frecuentes que los de Mercurio. El último tránsito de Mercurio fue en noviembre de 2006 y el próximo ocurrirá en 2016, mientras que en el caso de Venus tuvo que pasar más de un siglo desde el del 6 de diciembre de 1882 hasta el más reciente, en junio de 2004. Y el mismo tiempo transcurrirá después del próximo miércoles: el siguiente par de tránsitos de este planeta tendrá lugar más de un siglo después, en fechas tan lejanas como el 10 de diciembre de 2117 y el 8 de diciembre de 2125.
Los pasos de Venus por delante del disco del Sol son más espectaculares que los de Mercurio debido tanto a que su diámetro aparente es mucho mayor como a su mayor cercanía a la Tierra. El disco de Venus, con 61" de diámetro (1/30 del diámetro solar) es cinco veces mayor que el disco de Mercurio, que sólo alcanza 12". Los tránsitos tienen lugar en los primeros días de junio y diciembre, cuando el Sol está a menos de 1°45' del nodo y el planeta alcanza su conjunción inferior. El fenómeno es raro y sólo se produce en el marco de un día o dos con respecto a las fechas en las que la Tierra realiza su paso por los nodos, esto es, el 7 de junio y el 8 de diciembre. Sucede a intervalos absolutamente regulares, y siempre cuatro en el transcurso de 243 años; dos con ocho años de intervalo, y el siguiente par al cabo de más de un siglo. Esto es, se repiten cada 8, 121,5, 8 y 105,5 años, y así sucesivamente.
Los principales acontecimientos que ocurren durante un tránsito están convenientemente caracterizados por los llamados contactos, de forma análoga a los contactos de un eclipse de Sol:
1er contacto. El disco de Venus “toca” aparentemente el disco del Sol. Es el comienzo del tránsito. Posteriormente se ve cómo va “introduciéndose” en él.
2º contacto. Es el momento en que todo el disco de Venus es tangente por dentro al disco solar. Posteriormente el “punto negro” recorre el Sol, con un movimiento prácticamente uniforme y lineal, a una velocidad de unos cuatro minutos de arco por hora. El tránsito entre los contactos 2 y 3 puede durar varias horas.
3er contacto. El disco de Venus toca nuevamente el borde del disco solar.
4º contacto. Es el fin del tránsito. Otra vez los discos están tangentes exteriormente.
Los contactos 1 y 2 definen la llamada fase de entrada mientras que los contactos 3 y 4 son conocidos como salida.
Dónde y cómo verlo
El tránsito de Venus del 5-6 de junio de 2012 tendrá una duración de 6 horas y 12 minutos, entre las 22:09 y las 04:49 h UT (dos horas más para la hora peninsular española), por lo que apenas será visible desde nuestras latitudes.
El tránsito completo (los cuatro contactos) podrá observarse desde el noroeste de América del Norte, Hawái, el Pacífico occidental, el norte de Asia, Japón, Corea, el este de China, Filipinas, el este de Australia y Nueva Zelanda. El Sol se pondrá con el tránsito todavía en progreso en la mayor parte de América del Norte, el Caribe y el noroeste de América del Sur. De un modo equivalente, amanecerá en medio del tránsito para los observadores en Asia central, Oriente Medio, Europa y el este de África. El fenómeno no será visible en ningún momento desde el sur de Portugal y España, África occidental y el sudeste de América del Sur. En cambio, en los lugares del hemisferio norte por encima de la latitud +67°, independientemente de la longitud, se verá todo el tránsito.
En la España peninsular y Baleares (en Canarias es invisible), habrá que desplazarse lo más al noreste posible, y buscar lugares elevados con un horizonte oriental plano y despejado, ya que el disco solar sale con el tránsito en sus últimos momentos (3er y 4º contactos) por lo que la elevación del astro rey sobre el terreno será de pocos grados. En el multimedia asociado se puede consultar una tabla con algunas de las ciudades españolas desde donde podrán verse los dos últimos contactos, en hora local, junto con las horas del amanecer y la altura del Sol sobre el horizonte en grados. La mejor ubicación para observarlo en la península es en algún lugar alto de la costa de Girona con vista directa al mar por donde saldrá el Sol.
El tamaño de Venus visto desde la Tierra durante una conjunción inferior es de unos 60", o un 3% el tamaño angular del Sol, suficiente para apreciarlo sin ayuda óptica (aunque sí exige el uso de gafas protectoras como las utilizadas en la observación de los eclipses de Sol). Sin embargo, un par de binoculares o un telescopio pequeño ofrecerán una visión mucho más satisfactoria. Hay que recalcar que todos los binoculares y telescopios deben estar convenientemente equipados con filtros solares adecuados para garantizar una observación segura. No obstante, lo más recomendable es observar el Sol siempre por proyección sobre una pantalla, del mismo modo que se estudian las manchas solares y se dibujan sobre un papel. Es muy importante resaltar que NUNCA se debe observar el Sol ni con el ojo desnudo ni a través de ningún instrumento óptico sin la protección adecuada, pues puede provocar daños irreparables en la visión.
Cortesía de Ángel Gómez Roldán para Caos y ciencia