Lindsey Kiene, trabajadora de Wilson, corta paneles en forma de hoja

Descubriendo las entretelas de fabricar el balón de fútbol americano perfecto

Pocos han visto el interior de las instalaciones de Wilson, donde docenas de expertos artesanos fabrican meticulosamente un producto cuyo diseño no ha cambiado en casi un siglo.

Lindsey Kiene, trabajadora de Wilson, corta paneles en forma de hoja que se estrechan en ambos extremos. Estos paneles se coserán para crear la icónica forma oblonga del balón, una característica clave que reduce la estela y la resistencia del balón.

Fotografía de Christopher Payne, National Geographic
Por Terry Ward
Publicado 1 mar 2024, 14:11 CET

¿Qué hay más americano que volverse loco en la grada animando a un equipo de fútbol americano cuando lanza una bomba en espiral hacia la zona de anotación? Es una tradición que se remonta a finales del siglo XIX.

Aunque la llamada "piel de cerdo" de hoy en día ya no se fabrica con la vejiga de cerdo de los orígenes del fútbol de finales del siglo XIX (todos los balones profesionales y universitarios se fabrican ahora con cuero de vaca con interiores de caucho sintético), la forma y las dimensiones del balón de la NFL han sido las mismas durante aproximadamente 100 años.

Los balones de fútbol cosidos se envían por esta cinta transportadora al departamento de cordones de la fábrica de Wilson en Ada, Ohio.

Fotografía de Christopher Payne, National Geographic
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Detalle de la superficie granulada de un balón de fútbol americano fabricado por la marca Wilson.

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El cuero llega cada semana de la curtiduría, la Horween Leather Company de Chicago. Cada piel es un lado de una vaca, aproximadamente dos metros cuadrados, y ha sido curada y tratada según las especificaciones propias de Wilson, una marca de material deportivo. El cuero se estampa para darle un tacto rugoso y se graban con relieve pequeñas 'W's para asegurarse la autenticidad. El cuero se desenrolla en una mesa, y con una prensa de metal con forma se cortan los panales ovales, cuatro para cada balón. Después, los paneles se pesan y se emparejan para que tengan una consistencia cromática. Hay que destacas que cada balón se hace de la misma pieza de cuero.

fotografías de Christopher Payne, National Geographic

Los nombres de la NFL y la NFC (una de las conferencias de la NFL) se estampan en papel de aluminio en los paneles de cuero antes de coserlos.

Fotografía de Christopher Payne, National Geographic

Que el diseño de hace un siglo siga adaptándose perfectamente a las necesidades del deporte actual es una especie de "accidente histórico", afirma el Dr. Rabindra Mehta, jefe de la rama de aerofísica experimental del Centro de Investigación Ames de la NASA: "Comparado con una pelota de béisbol, un balón de fútbol tiene una forma más aerodinámica por diseño".

Los balones de fútbol se fabrican a partir de cuatro paneles individuales de cuero, con forma de hoja y ahusados en ambos extremos, que se cosen del revés. A continuación, el cuero se cuece al vapor para que se ablande lo suficiente como para darle la vuelta. A continuación, se inserta una cámara de aire y el balón se ata a mano.

La forma de un balón de fútbol no es la de un balón en el sentido esférico de la palabra, sino la de un esferoide prolato: oblongo, con extremos puntiagudos que facilitan el agarre. Esta forma y la manera en que el aire fluye a su alrededor ayudan al balón a recorrer grandes distancias.

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    Los paneles pasan a los cosedores, como Stephen Brownlow aquí, que cosen los paneles en mitades y luego cosen las mitades con hilo de poliéster grueso de color marrón para hacer un balón de football del revés. Coserlos del revés hace que la costura sea invisible y más duradera.

    Fotografía de Christopher Payne, National Geographic

    Las características de la superficie del balón (incluidos los guijarros del cuero, las costuras de los paneles y los propios cordones) también permiten que el flujo de aire permanezca adherido durante más tiempo y minimizan la resistencia, en comparación con algo esférico como una pelota de béisbol.

    Imagina una pelota de béisbol que se desplaza hacia la derecha, con el aire pasando por delante, moviéndose hacia la izquierda: esto sería lo que se denomina flujo laminar, en el que el aire se desplaza en una trayectoria regular y suave. En un entorno controlado (como un túnel de viento), el flujo de aire iría recto hacia la izquierda hasta encontrarse con la pelota, donde se curvaría hasta alcanzar el "otro lado" de la pelota (este punto se denomina "vértice"). Entonces el aire vuelve a viajar recto hacia la izquierda, pasando por delante de la pelota, sin tocar ese lado lejano de la pelota.

    Cuando esto sucede, se produce una diferencia de presión entre la parte delantera y la trasera de la esfera, lo que da lugar a la resistencia aerodinámica, la fuerza que ralentiza el vuelo de la bola. Los fabricantes de pelotas de golf abordan este problema en las pelotas esféricas haciendo hoyuelos en la superficie de la pelota para ayudar a que el flujo de aire permanezca adherido durante más tiempo, reduciendo la resistencia y, por tanto, permitiendo que la pelota vuele más lejos.

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      Keaton Miller da la vuelta al balón. Los torneros tienen la ardua tarea de dar la vuelta al balón. Para facilitar el trabajo, utilizan una caja de vapor para aflojar el cuero y un martillo neumático para hacer más flexibles los extremos puntiagudos antes de invertirlo a la fuerza con la mano en un poste metálico. El tornero termina enrollando las costuras en el palo para aplanarlas. Un tornero experimentado puede hacerlo en unos 30 segundos.

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      El tornero termina enrollando las costuras en el palo para aplanarlas. Un tornero experimentado puede hacerlo en unos 30 segundos.

      fotografías de Christopher Payne, National Geographic
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      Balones de fútbol americano del revés.

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      Estos balones Wilson GST, el balón oficial de más de 180 programas de la NCAA y 54 asociaciones estatales de fútbol de instituto, están listos para ser atados.

      fotografías de Christopher Payne, National Geographic

      La fina capa de aire sobre la superficie del balón se denomina capa límite, y una capa límite turbulenta crea un flujo turbulento, que es donde brilla el diseño de un balón de football. El aire que se encuentra con un balón de fútbol americano, con su superficie texturizada y su forma curvada, fluiría alrededor del balón, permaneciendo pegado a su superficie más tiempo que en la de una pelota de béisbol. Si el aire fluye hacia la izquierda (y el balón se mueve hacia la derecha), el aire se moverá hacia arriba, hacia la izquierda y hacia abajo a lo largo de la superficie arqueada del balón.

      Aunque el aire no abrace las curvas del balón en todo su recorrido, el flujo de aire permanece unido más allá de su vértice, lo que resulta en una estela mínima y menos resistencia. En una pelota de béisbol, el aire sólo entra en contacto con la mitad de la bola, creando más estela y resistencia.

      La resistencia puede ser "difícil de predecir, sobre todo en objetos con formas extrañas como un balón de football", explica Anette (Peko) Hosoi, profesora Pappalardo de ingeniería mecánica en el Instituto Teconológico de Massachusetts. La resistencia depende de la forma de la estela, que, en un balón de football, puede variar en función de factores como su orientación en el aire, la velocidad a la que se lanza y la rugosidad de la superficie.

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      Nicole Tedrow, una encajadora, introduce una vejiga de polipropileno en el balón y empuja una tetina a través de un pequeño orificio para poder inflarlo. Los encajadores utilizan un punzón para pasar los cordones por los agujeros y cerrar el balón.

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      El último paso es el moldeado. Los balones casi terminados se colocan en una cámara presurizada que los moldea hasta darles la forma correcta y uniforme, eliminando cualquier bulto, arruga o borde áspero residual, y los infla a su presión correcta de 12,5 - 13,5 psi.

      fotografías de Christopher Payne, National Geographic

      La densidad del aire circundante (en función de la temperatura del aire) también afecta a la capa límite de un balón de fútbol y, a su vez, a su aerodinámica, afirma Hosoi.

      "El aire caliente es menos denso que el aire frío. Si el aire es menos denso, hay menos resistencia, por lo que los balones de fútbol pueden volar más lejos en los días más cálidos", afirma, y añade que el fenómeno está bien documentado en el béisbol, que registra más home runs cuando hace calor y hay más humedad que al contrario.

      Un lanzamiento ajustado y en espiral que no se tambalea en absoluto es, en efecto, una belleza, independientemente del tiempo que haga a su alrededor.

      "El eje del giro está alineado con la dirección en la que irá la pelota", dice Mehta, comparándolo con la forma en que vuela una bala; "eso es lo que hacen muy bien los quarterbacks".

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        Estos son los balones que se utilizarán en la Super Bowl LVIII. Los balones oficiales están a la espera de ser estampados con los logotipos de los equipos ganadores, a la espera de los resultados de los campeonatos de la AFC y la NFC, y de ser enviados con antelación para que los equipos puedan practicar con ellos.

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        Estos troqueles de latón cortados se utilizaron para repujar el logotipo de la Super Bowl LV en 2020.

        fotografías de Christopher Payne, National Geographic

        Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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