Descubiertos fragmentos de un libro del siglo XVIII en el barco de Barbanegra

Diminutos fragmentos de papel recuperados del naufragio de 300 años de antigüedad de la Venganza de la Reina Ana pertenecen a un relato de aventuras de 1712 en los Mares del Sur.

Por Kristin Romey
Publicado 5 ene 2018, 12:02 CET
Fragmento del libro
Un fragmento de papel descubierto en el buque insignia de Barbanegra, la Venganza de la Reina Ana, comparado con el libro del que procede.
Fotografía de Departamento de Recursos Naturales y Culturales de Carolina del Norte

Los bucaneros a bordo del buque insignia del famoso pirata del siglo XVIII Barbanegra aparentemente disfrutaban de lecturas divertidas, según sugiere un hallazgo en la cámara de un cañón.

Una serie de pedazos de papel recuperados del naufragio de la Venganza de la Reina Ana se han identificado como fragmentos del libro de 1712 A Voyage to the South Sea, and Round the World, Perform’d in the Years 1708, 1709, 1710 and 1711 del capitán Edward Cooke.

El descubrimiento se reveló el jueves 4 de enero durante una presentación de los conservadores del Laboratorio QAR (Laboratorio de Conservación de la Venganza de la Reina Ana) en la reunión anual de la Society of Historical Archaeology celebrada en Nueva Orleans.

La Venganza de la Reina Ana encalló en la actual Beaufort, en Carolina del Norte, en 1718, y Barbanegra murió en una batalla contra las fuerzas navales británicas en Pamlico Sound unos meses más tarde. Unos rescatadores privados descubrieron el naufragio del buque insignia del pirata en 1996 y un año después comenzaron las excavaciones de mano del Departamento de Recursos Naturales y Culturales de Carolina del Norte.

Los fragmentos estaban incrustados en una masa húmeda de trozos de tela que se encontró en la cámara de un cañón de retrocarga durante las labores de limpieza y conservación en 2016, según Erik Farrell, conservacionista del laboratorio QAR. Ese montón, ennegrecido por el residuo de pólvora, podría haber servido como junta para el tapón de madera que protegía la boca del cañón de los elementos.

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Finalmente se identificaron 16 fragmentos de papel, ninguno mucho más grande que una moneda de 5 céntimos de euro, y siete de ellos tenían texto legible. A medida que los conservadores separaban cuidadosamente los fragmentos de papel, se dieron cuenta de que el texto de las diferentes capas iba en la misma dirección, lo que les hizo sospechar que tenían en sus manos los restos de varias páginas de un mismo libro.

Consiguieron distinguir palabras, entre ellas south (sur) y fathom (braza), lo que sugería que los fragmentos habrían pertenecido a una especie de texto marítimo o de navegación. Sin embargo, había una palabra en especial que condujo a la identificación definitiva del texto, según la conservadora del Laboratorio QAR Kimberly Kenyon.

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    Texto sobre un fragmento de papel, limpiado y secado tras ser extraído de la cámara del cañón.
    Fotografía de Departamento de Recursos Naturales y Culturales de Carolina del Norte

    «Había una palabra clave que destacaba: Hilo. Era muy característica y estaba en cursiva, lo que podía indicar un topónimo», contó Kenyon a National Geographic. «Fue un golpe de suerte».

    Con su peculiar prueba, los conservadores del laboratorio contactaron con Johanna Green, especialista en historia del texto impreso de la Universidad de Glasgow. Mientras los investigadores descartaban los relatos de Hilo, en Hawái, que no apareció en la literatura europea hasta después de la expedición de James Cook de 1778, Green señaló menciones en lengua inglesa del asentamiento español de Ilo, en la costa de Perú.

    Los primeros testimonios procedían de marineros ingleses que participaron en ataques a Ilo en sus travesías por el Pacífico. Las historias sobre el saqueo de propiedades españolas eran populares en los siglos XVII y XVIII, según Kenyon. «El público inglés las devoraba».

    Como estos relatos impresos no coincidían con los fragmentos del libro de la Venganza de la Reina Ana, los investigadores buscaron otras historias de viajes por el Pacífico que hacían referencia al saqueo de Ilo y finalmente determinaron que sus pedazos de papel procedían de las páginas 177, 178 y 183-188 de la primera edición de 1712 de A Voyage to the South Sea, and Round the World, Perform’d in the Years 1708, 1709, 1710 and 1711 del capitán Edward Cooke.

    El libro de Cooke describe sus vivencias en una expedición llevada a cabo por dos barcos, Duke y Dutchess, dirigidos por el capitán Woodes Rogers. Rogers también publicó un relato de la travesía y ambos libros describen el rescate de Alexander Selkirk de una isla donde había permanecido aislado durante cuatro años. Dicho rescate fue la inspiración de la novela de Daniel Defoe de 1719, Robinson Crusoe.

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    Los relatos históricos demuestran que al menos algunos miembros de una tripulación pirata sabían leer y escribir. Los oficiales habrían necesitado leer cartas de navegación, según señala Kenyon. También apunta a los relatos de bucaneros que robaban libros en naves interceptadas e incluso una mención del diario de Barbanegra, que fue robado tras su muerte.

    El equipo de conservadores del Laboratorio QAR está trabajando con conservadores especialistas de papel y científicos de la división de archivos y registros del Departamento de Recursos Naturales y Culturales de Carolina del Norte, así como con el Winterthur/University of Delaware Program in Art Conservation, para conservar los frágiles fragmentos de papel. Además, se planea organizar una exposición del hallazgo como parte de la celebración del departamento del 300 aniversario de Barbanegra en 2018.

    Los restos de A Voyage to the South Sea ocupan su lugar entre otros artefactos destacados del naufragio de la Venganza de la Reina Ana, entre ellos la campana del barco, una espada ornamental e incluso los restos de un delicado reloj de bolsillo. Con unos 100.000 de los 400.000 objetos recuperados del naufragio hasta ahora a la espera de conservación, Kenyon confía en que se produzcan más descubrimientos sorprendentes de la nave de Barbanegra en el Laboratorio QAR.

    «La mitad del navío está todavía sin excavar, tendida en el lecho marino», añade.

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