Descubren el grabado más antiguo de Asia oriental, pero su autor es un misterio

Unos huesos grabados que se remontan a hace más de 100 000 años desafían la idea de que nuestra especie era el único tipo de humano con capacidad para el pensamiento abstracto.

Por Maya Wei-Haas
Publicado 25 jul 2019, 13:36 CEST
Fragmento de hueso grabado
Este fragmento de hueso grabado, del tamaño aproximado de un pulgar, pertenece a un par desenterrado recientemente en China oriental. Los grabados son decenas de miles de años anteriores a otras tallas abstractas de la región.
Fotografía de Francesco d’Errico y Luc Doyon

Hace más de 100 000 años, en la actual China oriental, un antiguo pariente de los humanos decidió grabar un fragmento de hueso. Este antiguo tallador, rodeado de los fragmentos de esqueletos de animales descuartizados, eligió una pequeña costilla endurecida por haber estado al sol y grabó siete líneas casi paralelas, destacándolas con un vivo pigmento ocre.

Ahora, estas líneas rectas han dado que hablar a los paleoantropólogos, que creen que este diminuto fragmento, así como un segundo hueso grabado hallado no muy lejos, representan las pruebas más antiguas de grabados simbólicos intencionados halladas en Asia oriental hasta la fecha. De serlo, el hallazgo superaría al anterior plusmarquista por más de 60 000 años, según informa el equipo en la revista Antiquity.

La rama del árbol familiar humano a la que pertenece el artista sigue siendo un misterio. Pero los cráneos fosilizados de una especie desconocida descubierta cerca de los huesos sugieren que los grabados no fueron obra de nuestra especie, el Homo sapiens.

«Las excavaciones arqueológicas están plagadas de misterio; nunca sabes qué vas a descubrir», escribe por email Zhanyang Li, autor del estudio de la Universidad de Shandong. «Un pequeño objeto invisible para el ojo humano puede cambiar el conocimiento de la gente».

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Aunque estamos lejos de comprender el propósito de estas líneas descritas recientemente, o de saber si realmente son símbolos, la premeditación de su creación pone de manifiesto la complejidad de los comportamientos de nuestros antiguos parientes y de sus interacciones con el mundo natural. El trabajo también desafía la idea desfasada de que los humanos modernos eran los únicos homínidos con la capacidad cognitiva para pensar de forma abstracta.

«Es un trabajo muy emocionante», afirma la arqueóloga Leslie Van Gelder, de la Universidad de Walden en Minneapolis. «No tenemos por qué saber qué significa, solo tenemos que saber que significaba algo para la gente que lo creó».

El descubrimiento de un dibujo

Los científicos descubrieron un par de huesos diminutos, cada uno del tamaño aproximado de un pulgar adulto, en una zona abierta conocida como yacimiento de Linjing, en la provincia de Henan. Según el coautor del estudio Francesco D’Errico de la Universidad de Burdeos, en Francia, antiguamente la región albergó un manantial que probablemente atrajo a una serie de animales y homínidos hambrientos a la zona.

Los investigadores han descubierto miles de fragmentos de huesos en el yacimiento, entre ellos restos de caballos, uros euroasiáticos (parientes extintos de los bueyes) y onagros (parientes de los asnos). Muchos de los huesos poseen marcas de cortes que se hicieron cuando todavía estaban frescos, pruebas de cacerías exitosas. Una serie de herramientas de piedra halladas en el lugar también ha revelado métodos sorprendentemente sofisticados de fabricación de herramientas.

En 2016, cuando estudiaban los fósiles de animales, los investigadores observaron pruebas de algo aún más intrigante: grabados intencionados.

Para su última investigación, el equipo empezó a analizar minuciosamente la forma y la disposición de las marcas de ambos huesos, que revelaron que diferían de los cortes de matanza en muchos aspectos. En primer lugar, las marcas eran mucho menos profundas, lo que indicaba que era probable que hubieran cortado una costilla semifosilizada. Pero las líneas grabadas se adentran en los agujeros del hueso, lo que indica que se hicieron con la punta afilada de una roca, no con el borde alargado de una herramienta de piedra, que se empleaba más habitualmente para cortar carne.

El análisis también desveló una cantidad de detalles impresionante sobre el autor. Es probable que el homínido fuera diestro, por la asimetría de las líneas y la dirección de la talla. En los lugares donde la herramienta parecía volverse roma, el homínido pasó varias veces la punta de la piedra, grabando varias líneas que casi se superponen.

Además, las imágenes por microscopio revelaron un residuo rojo en un fragmento y el análisis químico confirmó que contiene restos de óxido de hierro que no se halló en los sedimentos del lado opuesto del hueso. Esto sugiere que los pigmentos no son accidentales: es probable que el misterioso pariente humano untara una arcilla abundante en hierro llamada ocre en las líneas para que destacaran.

Artistas misteriosos

Quizá el descubrimiento de una serie de líneas rectas no parezca gran cosa, pero «no son tanto las líneas como la premeditación de la creación de estas», explica Van Gelder. Según ella, estas marcas no fueron el producto de pasadas aleatorias de herramientas por la superficie de un hueso antiguo, sino que fueron creadas de manera reflexiva.

Sin embargo, la identidad del creador de los grabados sigue siendo desconocida. Es improbable que los neandertales se adentraran tan al este de Asia. Hasta la fecha, solo hemos hallado pruebas de neandertales que llegaron hasta las cuevas de Denisova en el macizo de Altái, casi 3000 kilómetros al noroeste de donde se encontraron los fragmentos grabados. Y no queda claro si los humanos modernos llegaron tan al norte en una fecha tan temprana.

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    “No tenemos por qué saber qué significa, solo tenemos que saber que significaba algo para la gente que lo creó.”

    por LESLIE VAN GELDER, UNIVERSIDAD DE WALDEN, MINNEAPOLIS

    Los dos cráneos fosilizados descubiertos en el yacimiento contienen un mosaico de rasgos antiguos y modernos. Investigaciones previas apuntaban a que podrían ser denisovanos, pero gracias a los escasos restos de denisovanos hallados hasta la fecha, las pruebas de ADN deberían ser necesarias para determinar si es así. Los estudios pasados también sugerían que los denisovanos podrían haber sido los responsables de ornamentos personales, como colgantes de dientes, hallados en la cueva de Denisova. Con todo, los científicos no pueden descartar la posibilidad de que los humanos modernos tuvieran algo que ver en la fabricación de dichos objetos.

    «Mi opinión sobre esto es que no fueron humanos puramente modernos», afirma John Hawks, paleoantropólogo de la Universidad de Wisconsin-Madison, sobre la capacidad de crear dicha cultura material. «De hecho, la idea de que algo fuera “puro” ha desaparecido».

    Cuanto más estudian los científicos, más cruces interespecíficos parecen encontrar. Las evidencias genéticas demuestran que, cuando los humanos modernos empezaron a salir de África hace unos 60 000 años, se encontraron y se reprodujeron con al menos dos de sus parientes homínidos: los neandertales y los denisovanos. Junto a este intercambio genético, podría haberse producido también un intercambio cultural.

    «No creo que se vieran a sí mismos como formas diferentes de humanos», afirma Hawks, que no participó en el nuevo estudio. Este último hallazgo se suma a una serie de grabados antiguos o dibujos con ocre que están apareciendo por todo el mundo y que se atribuyen a varias especies humanas.

    El arte primitiva más antigua es un conjunto de zigzags grabados en una concha de mejillón hallada en Trinil, Indonesia, que data de hace unos 540 000 años y se interpreta como obra del Homo erectus. En la cueva de Blombos, en Sudáfrica, se descubrió una marca parecida a una almohadilla de 73 000 años de antigüedad obra de los primeros H. sapiens. Y es posible que un conjunto de dibujos de ocre de 65 000 años hallados en la cueva de los Aviones en Cartagena, España, fueran obra de neandertales.

    «Los comportamientos modernos no parecen ser la consecuencia directa de un fenómeno de especiación que dio pie a los humanos modernos, sino el resultado de una cognición compartida», afirma D’Errico.

    Pero el significado de todas estas formas abstractas aún es un tema de debate, según indica la arqueóloga Jillian Huntley de la Universidad Griffith. Aunque cree que la nueva investigación resulta fascinante, Huntley advierte que no está claro si este último grabado y otros similares son realmente símbolos de algo, y de serlo, si estos símbolos abstractos supondrían pruebas de capacidad cognitiva.

    «Creo que sería sacar demasiadas conclusiones», afirma Huntley. Con todo, este último hallazgo aporta una ventana íntima a las vidas —y quizá las mentes— de nuestros antiguos parientes humanos.

    «Y encontraremos más», afirma Van Gelder. «Esa es la belleza de la arqueología: cuando crees que sabes algo, alguien excava otra cosa».

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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