Seis efectos negativos del muro de Trump en el medio ambiente

El plan del presidente estadounidense de construir un muro desde el Golfo de México al Pacífico pasará factura a la fauna silvestre y a las personas.

Por Laura Parker
Publicado 11 ene 2019, 13:42 CET
Nogales, Arizona
Donald Trump está presionando para expandir el muro fronterizo entre Estados Unidos y México, parte del cual vemos en el este de Nogales, Arizona. Sin embargo, los medioambientalistas sostienen que causará problemas.
Fotografía de Richard Misrach, Nat Geo Image Collection

Las personas que viven y trabajan a lo largo de la frontera meridional de los Estados Unidos te dirán que cuanto más lejos de la frontera se produce el debate político, más separado está de la realidad de la vida en la frontera. Esta conocida opinión se ha confirmado de nuevo mientras la disputa en Washington por la exigencia de Donald Trump de 5.700 millones de dólares para construir un muro fronterizo se transforma en una discusión sobre si dicho muro debería ser de forjado de hormigón o tablas de acero.

La razón de construir un muro es evitar que la gente entre. Sin embargo, la historia está repleta de ejemplos de muros por todo el planeta que rara vez han detenido a las personas más decididas a entrar. Janet Napolitano, exgobernadora de Arizona y secretaria de Seguridad Nacional durante la presidencia de Barack Obama, era famosa por su repetida declaración: «Enséñame un muro de 15 metros y te enseñaré una escalera de 16 metros». La idea de construir un muro por toda la frontera entre Estados Unidos y México en un momento en el que el número de detenciones por cruzar ilegalmente la frontera se encuentra en su nivel más bajo de los últimos 45 años es un tema para el debate de la legislación de inmigración.

Los párrafos siguientes son un análisis de las implicaciones de la construcción del muro en sí —más allá del debate entre hormigón y acero— y las consecuencias imprevistas que podría plantear erigir una barrera como esa.

«Construyan lo que construyan, será destructivo para el hábitat natural», afirma Bob Dreher, abogado al frente de los programas de conservación de Defenders of Wildlife. «Tiene que ver con la realidad física de lo que haría una barrera permanente en uno de los paisajes más sensibles de Norteamérica».

A continuación, analizamos los posibles impactos.

1. Amenaza a paisajes diversos

La frontera, que tiene una longitud de 3.144 kilómetros desde el Golfo de México al océano Pacífico en California, es uno de los paisajes más diversos del país. Incluye seis ecoregiones distintas, desde matorral xerófilo a zonas forestales, pasando por marismas tanto de agua dulce como de agua salada.

La construcción de un muro fronterizo dividirá el rango biogeográfico de 1.506 animales y plantas autóctonos, entre ellos 62 especies clasificadas en peligro crítico de extinción. Un equipo de expertos en conservación que incluye a Edward O. Wilson, el famoso biólogo y naturalista, sostenía en un estudio publicado el pasado julio en Bioscience que un muro fronterizo pondrá en peligro dichos hábitats. Un muro incrementa la erosión del suelo. Alterará los flujos de agua naturales y los patrones de incendios forestales, y agravará los riesgos para personas y animales al bloquear sus vías de escape.

2. Empeoramiento de las inundaciones

En Arizona se produjeron inundaciones desastrosas tras la construcción de 1.126 kilómetros de verja durante el gobierno de George W. Bush. Las barreras hicieron las veces de presas durante las crecidas repentinas de la estación lluviosa. En 2008, en el Monumento Nacional Organ Pipe Cactus, en el suroeste de Arizona, un segmento de ocho kilómetros de verja de 4,5 metros de alto atrapó los desechos que fluían durante una tormenta eléctrica estival de 90 minutos e hizo que el agua se acumulara y superara los dos metros de alto.

Esa misma tormenta envió torrentes a la ciudad de Nogales, en Arizona, una localidad fronteriza a 106 kilómetros al sur de Tucson, y provocó daños en propiedades por valor de millones de dólares en Nogales, Sonora, en el lado mexicano. En 2011, otro diluvio en Organ Pipe derribó una parte de la verja y, en 2014, las ciudades gemelas de Nogales se inundaron de nuevo cuando las barreras fronterizas se atascaron con los desechos de una tormenta.

3. Riesgos para la fauna y flora silvestres

El muro fronterizo podría desconectar a un tercio de las 346 especies autóctonas de fauna silvestre del 50 por ciento (o más) de su área de distribución, que se encuentra al sur de la frontera, según un estudio publicado en Bioscience. Esto plantea peligros para su supervivencia al reducir y aislar poblaciones de animales y limitar su capacidad de desplazarse en busca de alimento, agua y parejas. Los vallados también impiden que la fauna huya de incendios, inundaciones u olas de calor. Hasta el búho pigmeo corre peligro porque, como vuela, su área de distribución es inferior a 1,5 metros sobre el suelo.

Galería relacionada: Animales protegidos por la Ley de Especies en peligro de extinción de EE.UU.

Las verjas fronterizas perturban las migraciones estacionales, afectan al acceso al agua y a los lugares de alumbramiento de los borregos cimarrones que se desplazan entre California y México. La incapacidad de cruzar la frontera ha fragmentado poblaciones de berrendos de Sonora y disminuido las oportunidades de restablecer colonias de lobo mexicano, jaguares y ocelotes en su área de distribución estadounidense. Antes, los jaguares vagaban a las orillas del Río Grande, pero casi han desaparecido de Texas.

A su vez, limitar la migración afecta a las plantas. Las semillas de los mezquites germinan mejor tras haber atravesado los aparatos digestivos de pecaríes de collar y coyotes, según un informe de Defenders of Wildlife.

4. División de un río

Durante años, se consideró que el serpenteante Río Grande, la frontera oficial entre Estados Unidos y México, era un obstáculo geológico para la construcción de una verja fronteriza. El canal fluvial cambia su curso de vez en cuando y se inunda en primavera. Construir un muro al norte del río cedería el control de dichas tierras a México y dejaría aisladas las propiedades y casas que pertenecen a ciudadanos estadounidenses en el lado mexicano del muro.

Esta mentalidad ha cambiado. La pasada primavera, el Congreso aprobó 1.600 millones de dólares para construir un muro, principalmente en Texas. Los planes del Departamento de Seguridad Nacional estadounidense instaban a la construcción de 40 kilómetros de muro en diques de control de inundaciones en el condado de Hidalgo, a veces a más de kilómetro y medio de la frontera. Se ha planificado la construcción de otros 13 kilómetros en el vecino condado de Starr.

5. Alteración de refugios y parques de fauna silvestre

Las propuestas en cuestión colocarían el muro en siete áreas de conservación de fauna silvestre de Texas, entre ellas el refugio nacional de fauna silvestre del Valle Bajo del Río Grande y el parque nacional de Big Bend. Se trata de parque nacionales muy preciados ya que, al ser lugares tan remotos, son unos de los mejores lugares de los 48 estados contiguos para contemplar las estrellas.

En Mission, Texas, se ha notificado al Centro Nacional de Mariposas, donde viven más de 200 especies de mariposas cerca de las orillas del Río Grande, que el muro dividirá el santuario de 40 hectáreas y ubicará casi el 70 por ciento en el lado mexicano. Los planes también exigen la división de un refugio y parque estatal de fauna silvestre y pondrá la mayor parte del terreno en el lado mexicano.

Tras las fieras objeciones, el Departamento de Seguridad Nacional ha aplazado los planes de construir un muro que atraviese el refugio nacional de fauna silvestre de Santa Ana en Álamo, Texas, donde viven más de 400 especies de aves, armadillos de nueve bandas y gatos monteses en peligro de extinción.

6. Exención de las leyes de supervisión medioambiental

La construcción del muro fronterizo no tendrá que cumplir las exigencias de más de 30 de las leyes medioambientales federales —unas de las más efectivas y amplias—, como la Ley de Especies en peligro de extinción, la Ley Nacional de Política medioambiental, la Ley de Aire limpio y la Ley de Agua limpia. Esto se debe a la Ley REAL ID, aprobada por el Congreso estadounidense en 2005 como respuesta a los ataques terroristas del 11S. Autoriza al Departamento de Seguridad Nacional a suspender cualquier ley en nombre de la seguridad nacional.

La Ley REAL ID ha sido desafiada por diversos pleitos que datan del 2006. Hasta ahora, ninguno ha sobrevivido a los recursos judiciales que pondrían ante el Tribunal Supremo la cuestión de si la expansión de la autoridad de esta rama ejecutiva es constitucional.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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