Por qué la deforestación importa y cómo todavía la podríamos frenar
El último medio siglo ha supuesto el mayor coste de deforestación de la historia de la humanidad, arrasando un 15 por ciento de la superficie mundial de vegetación, equivalente al territorio de España, Portugal y Francia.
Un leñador tala un gran árbol en la explotación forestal de Tuxekan en la isla Príncipe de Gales de Alaska (Estados Unidos).
Esta historia fue publicada originalmente el 5 de septiembre de 2010 y ha sido actualizada el 17 de diciembre de 2024.
Mientras el mundo intenta frenar el ritmo del cambio climático, preservar la vida salvaje y mantener a más de ocho mil millones de personas, los árboles y su conservación se han vuelto inevitablemente una parte importante de la respuesta. Sin embargo, la destrucción masiva de árboles, conocida como deforestación, está sacrificando los beneficios que nos darían a largo plazo; y todo a cambio de la obtención inmediata de combustible y materiales.
Los bosques todavía cubren alrededor del 30 por ciento de las regiones del mundo, pero franjas del tamaño de Panamá se pierden indefectiblemente cada año. Son las cifras del último informe Frentes de deforestación; causas y respuestas en un mundo cambiante que publicó la ONG WWF en 2021, que analiza 24 lugares que tienen una concentración significativa de puntos críticos de deforestación y donde grandes áreas de bosque remanente están amenazadas.
Según esta organización, España provoca la deforestación de 32 900 hectáreas de selva cada año y la Unión Europea es responsable del 16 por ciento de la deforestación tropical importada, es decir, aquella que provoca la tala de árboles fuera de nuestras fronteras. A este ritmo, las selvas tropicales y los bosques pluviales podrían desaparecer completamente dentro de 100 años si continúa el ritmo actual de deforestación. Según un estudio de 2023 que ha usado datos por satélite de la Agencia Espacial Europea (ESA) el cambio climático, la degradación de los bosques y la deforestación están provocando que que mucho del carbono almacenado se libere de nuevo a la atmósfera, sobre todo en las zonas tropicales húmedas.
(Relacionado: La desertificación parece imparable ¿qué es y qué soluciones puede haber?)
Por qué son importantes los árboles y los bosques
Necesitamos los árboles por varias razones, y una de las más importantes es que absorben tanto el dióxido de carbono que exhalamos como los gases de efecto invernadero que atrapan el calor y que emiten las actividades humanas. A medida que esos gases entran en la atmósfera, aumenta el calentamiento global, una tendencia que la comunidad científica ahora ha optado por llamar cambio climático.
También existe el peligro inminente de la expansión de enfermedades causadas por la deforestación. Se calcula que el 60% de las enfermedades infecciosas emergentes proceden de animales, y una de las principales causas del salto de los virus de la fauna salvaje a los humanos es la pérdida de hábitat, a menudo provocada por la deforestación.
Pero aún estamos a tiempo de salvar nuestros bosques. Los agresivos esfuerzos por recuperar la naturaleza y reforestar ya están dando resultados. Según una estimación, la cubierta arbórea tropical podría aportar por sí sola el 23% de la mitigación climática necesaria para alcanzar los objetivos fijados en el Acuerdo de París en 2015.
Causas de la deforestación
Los bosques aún cubren alrededor del 30% de la superficie terrestre del planeta, pero están desapareciendo a un ritmo alarmante. Desde 1990, el mundo ha perdido más de 420 millones de hectáreas de bosque, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés), principalmente en África y Sudamérica. Alrededor del 17% de la selva amazónica ha sido destruida en los últimos 50 años, y las pérdidas recientes han ido en aumento. La organización Amazon Conservation informa de que la destrucción aumentó un 21% en 2020, una pérdida equivalente al tamaño de Israel.
Combinados, el pastoreo, la agricultura, la minería y la perforación representan más de la mitad de las causas detrás de toda la deforestación. Las prácticas forestales, los incendios y, en menor medida, la urbanización son responsables del resto. En Malasia e Indonesia, los bosques se talan para producir aceite de palma, que puede encontrarse en todo tipo de productos, desde champú hasta galletas saladas. Cabe destacar que el rechazo social a este producto ha aumentado en los últimos años y muchas marcas señalan en sus productos la ausencia de aceite de palma como reclamo comercial. En el Amazonas, la ganadería y las explotaciones agrícolas (sobre todo las plantaciones de soja) son los principales responsables.
También las explotaciones madereras, que abastecen al mundo de productos de madera y papel, talan innumerables árboles cada año. Los madereros, algunos de los cuales actúan ilegalmente, construyen carreteras para acceder a bosques cada vez más remotos, lo que conduce a una mayor deforestación. Los bosques también se talan como resultado de la creciente expansión urbana a medida que se urbanizan más y más terrenos para construir viviendas.
No toda la deforestación es intencionada. Las hay que se deben a una combinación de factores humanos y naturales, como los incendios forestales y el pastoreo excesivo, que pueden impedir el crecimiento de árboles jóvenes.
Por qué es importante la deforestación
Hay unos 250 millones de personas que viven en zonas de bosques y sabanas y que dependen de ellos para su subsistencia e ingresos; muchas de estas personas viven en las zonas rurales más pobres del mundo.
El 80% de los animales y plantas terrestres viven en los bosques, y la deforestación está amenazando a especies como el orangután, el tigre de Sumatra y muchas especies de aves. La tala de árboles priva al bosque de parte de su cubierta, que se encarga de bloquear los rayos del sol durante el día y de retener el calor por la noche. Esa alteración está provocando oscilaciones de temperatura más extremas que pueden ser perjudiciales para plantas y animales.
Con los hábitats salvajes destruidos y la vida humana en constante expansión, la línea que separa las zonas animales de las humanas se difumina, lo que abre las puertas a la expansión de enfermedades zoonóticas. En 2014, por ejemplo, el virus del Ébola mató a más de 11 000 personas en África Occidental después de que un murciélago frugívoro transmitieran la enfermedad a un niño pequeño que jugaba cerca de árboles donde se posaban murciélagos.
Algunos científicos creen que podría haber hasta 1,7 millones de virus actualmente “sin descubrir” presentes en mamíferos y aves, de los cuales hasta 827 000 podrían tener la capacidad de infectar a las personas, según un estudio de 2018.
Los efectos de la deforestación van mucho más allá de las personas y los animales presentes en los territorios donde se talan los árboles. La selva tropical sudamericana, por ejemplo, influye en los ciclos hídricos regionales (y quizás incluso mundiales) y es clave para el suministro de agua en las ciudades brasileñas y los países vecinos. De hecho, el Amazonas ayuda a suministrar agua a algunos de los cultivadores de soja y ganaderos que se dedican a talar la selva. La pérdida de agua limpia y de la biodiversidad de todos los bosques podría tener muchos otros efectos que no podemos prever, y que cuyas repercusiones podrían notarse incluso en tu taza de café matutina.
En cuanto al cambio climático, la tala de árboles añade dióxido de carbono al aire y elimina la capacidad de absorber el dióxido de carbono existente. Si la deforestación tropical fuera un país, según el Instituto de Recursos Mundiales, ocuparía el tercer lugar en cuanto a emisiones equivalentes de dióxido de carbono, detrás de China y Estados Unidos.
Vista aérea de un monte aclarado para hacer una plantación de aceite de palma. Los bosques se talan para hacer hueco para la producción de aceite de palma en el Sureste asiático.
Qué se puede hacer contra la deforestación
Las cifras son desalentadoras, pero muchos conservacionistas ven motivos para la esperanza. Ya está en marcha un movimiento para preservar los ecosistemas forestales existentes y restaurar la cubierta arbórea perdida, primero reforestando (replantando árboles) y finalmente llevando a cabo iniciativas del llamado rewilding (una misión más amplia para restaurar ecosistemas enteros).
Numerosas organizaciones y activistas están luchando contra la minería y la tala ilegales. Topher White, National Geographic Explorer, ha ideado una forma de vigilar las motosierras con teléfonos móviles reciclados. En Tanzania, los habitantes de Kokota han plantado más de 2 millones de árboles en su pequeña isla a lo largo de una década, con el objetivo de reparar daños anteriores. Y en Brasil, los conservacionistas se están movilizando ante las señales ominosas de algunos políticos de que se podría reducir la protección de los bosques.
Detener la deforestación antes de que alcance un punto crítico será fundamental para evitar la próxima pandemia zoonótica. Un estudio de noviembre de 2022 demostró que cuando los murciélagos tienen dificultades para encontrar un hábitat adecuado, se desplazan más cerca de las comunidades humanas, donde es más probable que se propaguen las enfermedades. Y cuando ocurría a la inversa, y los hábitats nativos de los murciélagos se dejaban intactos, se estos se mantenían alejados de los humanos. Esta investigación es la primera que ha demostrado cómo es posible predecir y evitar propagaciones mediante la vigilancia y el mantenimiento de los hábitats de la fauna salvaje.
En cuanto a los consumidores, cada vez tiene más sentido examinar los productos y carnes que compramos en busca de fuentes producidas de forma sostenible. Grupos sin ánimo de lucro como el Forest Stewardship Council y la Rainforest Alliance se encargan de certificar los productos que consideran sostenibles, mientras que el Fondo Mundial para la Naturaleza dispone de una tarjeta de puntuación del aceite de palma para las marcas de consumo.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com