7 de diciembre de 2012
Existen animales extraordinarios sobre la faz de la tierra, criaturas que, además de presentar una estética singular, son ejemplo de una adaptación brutal al medio en el que han de desenvolverse.
Un ejemplo claro de esto es el pangolín.
Este mamífero placentario con el cuerpo cubierto de escamas, se alimenta principalmente de termitas, para lo cual ha desarrollado una larga lengua pegajosa, y su boca, carece por completo de dientes. Otra de sus peculiaridades son sus escamas, que le sirven como mecanismo de defensa, pues cuando es atacado, tiende a hacerse una bola para protegerse por su dura piel, su nombre viene del Malayo peng-goling (el que se enrolla).
Su dieta está basada en insectos, a los que detecta gracias a su extraordinario olfato, algo que hace durante las noches, pues es un animal eminentemente nocturno. Respecto a su sociabilidad, son animales nómadas y solitarios, y habitualmente esquivos en la relación con otros animales, especialmente con el hombre.
Su hábitat se da en los bushlands, los bosques del centro de África y las sabanas, y el pangolín asiático habita entre Borneo hasta Pakistán. Suelen vivir en madrigueras que cavan en el suelo, utilizando sus potentes garras que pueden llegar a romper una pierna humana.