25 de abril de 2012
Los científicos que la descubrieron se encontraban estudiando las interacciones acústicas y sociales entre ballenas y delfines en las llamadas Islas del Comandante, cuando avistaron la aleta dorsal, de casi dos metros, sobresaliendo sobre las olas. Decidieron llamarla «Iceberg».
«El equipo no esperaba encontrar algo así», afirma por correo electrónico Erich Hoyt, que no estaba en el barco pero codirige el Far East Russia Orca Project (Proyecto Orca para el Extremo Este de Rusia), que organizó la expedición.
Según Holly Fearnbach, bióloga de la Universidad de Aberdeen (Reino Unido), aunque el nombre es nuevo, podría tratarse de la misma orca que los científicos avistaron en 2000 y 2008 en las Islas Aleutianas (Alaska).
«Son muy parecidas», señala. «Se encontraban con unos doce miembros de su familia, que tenían los característicos dibujos blancos y negros».
Además, no sería de extrañar que Iceberg hubiera viajado de Rusia a Alaska: se sabe que ballenas del Pacífico Norte han atravesado más de 2.000 kilómetros.
El ejemplar visto en 2000 y 2008 era más oscuro y con más manchas que Iceberg, señala Hoyt, aunque el color puede variar como consecuencia de las algas, «que suelen oscurecer la piel del animal».
Según Fearnbach, «hay muchas probabilidades de que se trate de la misma especie, pero no estaremos seguros hasta que lo confirme el análisis de las fotografías tomadas en los avistamientos».
¿Primera orca albina?
Es posible que Iceberg, de 7 metros de largo, no sea completamente albina, pues según Hoyt sí que tiene color en la parte posterior de la aleta dorsal.
«Podría serlo, pero no lo sabemos», confiesa el experto en ballenas y miembro de la Whale and Dolphin Conservation Society (Sociedad para la Conservación de Ballenas y Delfines).
Una forma de averiguarlo sería ver si los ojos son de color rosa y sin pigmentación, señal de albinismo.
Los científicos han estudiado con anterioridad otras orcas con el llamado síndrome Chediak-Higashi, una rara enfermedad del sistema nervioso e inmunitario que afecta a la coloración.
La mayoría de los ejemplares que sufren esta enfermedad no llegan a la edad adulta, por lo que es poco probable que Iceberg, de al menos 16 años, la tenga.
«No soy experto en enfermedades genéticas que provocan este tipo de pigmentación, pero espero que podamos verla otra vez y recoger una muestra genética», señala Fearnbach.
Una ballena sana y atractiva
A pesar de su color, «Iceberg es un macho sano, robusto y de buen aspecto, por lo que no creemos que su condición le afecte de forma negativa», afirma Hoyt. «Descubrir un animal tan bonito nos hace pensar que nos esperan todavía muchas sorpresas en las zonas más desconocidas del océano», comenta Hoyt.
«Me gustaría que este hallazgo motivara a la gente no sólo a proteger a las ballenas, sino también su hábitat».