11 de octubre de 2013
Los autores de las huellas rupestres eran en su mayoría mujeres, lo que desmonta la teoría de que los primeros artistas eran hombres.
Según un nuevo estudio, las mujeres son las autoras de la mayoría de las pinturas rupestres conocidas, acabando así con la idea, asumida por muchos expertos, de que los artistas eran principalmente hombres.
El arqueólogo Dean Snow, de la Universidad del Estado de Pensilvania (Estados Unidos), analizó las huellas de manos encontradas en ocho cuevas de Francia y España. Así, tras comparar la longitud de algunos dedos, ha determinado que el 75% de las huellas eran femeninas.
«Durante mucho tiempo se ha pensado que eran obra de hombres», afirma Snow, cuya investigación ha recibido el apoyo del Comité para la Investigación y la Exploración de National Geographic Society. «Ha habido muchas suposiciones injustificadas sobre quiénes fueron los autores y por qué».
Hay cientos de huellas en las paredes de cuevas de todo el mundo, mezcladas con representaciones de animales (bisontes, renos, caballos, mamuts), por lo que muchos investigadores supusieron que eran obra de cazadores hombres, que plasmaron así sus hazañas. También existe la idea de que lo hacían por superstición, como una forma de garantizar el éxito de futuras cacerías.
Sin embargo, el estudio sugiere lo contrario.
«En la mayoría de las sociedades de cazadores-recolectores, los hombres se encargaban de la caza, pero a menudo eran las mujeres las que llevaban las piezas al asentamiento, por lo que estaban igual de implicadas en las cacerías que los hombres», afirma Snow. «Era mucho más que uno grupo de tíos cazando bisontes».
Los expertos tienen opiniones muy variadas sobre cómo se deben interpretar los nuevos datos aportados por Snow, lo que demuestra que quedan todavía muchos misterios por resolver.
«Las huellas de manos forman parte de una categoría especial de arte rupestre, pues parecen ser una clara conexión entre nosotros y la sociedad del Paleolítico», señala el arqueólogo Paul Pettitt, de la Universidad de Durham (Inglaterra). «Creemos conocerles, pero cuanto más investigamos, más superficial resulta nuestro conocimiento».
Diferencias entre sexos
Snow comenzó su estudio hace más de una década cuando descubrió el trabajo del biólogo británico John Manning, que reveló que la longitud relativa de los dedos es diferente en hombres y mujeres: las mujeres suelen tener los dedos anular e índice de aproximadamente la misma longitud, mientras que el dedo anular de los hombres suele ser más largo que el índice.
Un día, le llamó la atención un libro antiguo de su propia estantería sobre pintura rupestre. Una de sus imágenes mostraba una huella de la famosa cueva de Pech Merle, en el sur de Francia. «Recuerdo que pensé ‘madre mía, si Manning tiene razón, casi seguro que esto es una mano de mujer’», comenta Snow.
Este tipo de pinturas se encuentran en cuevas de Argentina, África, Borneo y Australia, pero las más conocidas están en el sur de Francia y Norte de España y tienen entre 12.000 y 40.000 años de antigüedad.
Para su estudio, Snow examinó cientos de huellas de cuevas europeas, pero la mayoría eran demasiado tenues o estaban borrosas como para ser utilizadas en el análisis. El estudio incluye medidas de 32 huellas, incluidas 16 de la cueva de El Castillo (España), 6 de las cuevas de Gargas y 5 de Pech Merle (Francia).
Snow utilizó un algoritmo que ideó basándose en manos de personas de descendencia europea, y estudió la longitud de los dedos, de la mano y la ratio de varios dedos, determinando así si una huella era femenina o masculina. Sin embargo, el algoritmo no es del todo exacto: estableció el sexo con un 60% de precisión.
Afortunadamente para Snow, esto no supuso un problema a la hora de analizar las huellas prehistóricas, pues, para su sorpresa, muestran mayor dimorfismo sexual que las manos modernas.
«Hace 20.000 años las mujeres eran mujeres, y los hombres, hombres », afirma.
¿Mujeres, adolescentes o chamanes?
El análisis de Snow determinó que 24 de 32 manos (el 75%) eran de mujeres.
Sin embargo, algunos expertos se muestran escépticos ante estos resultados. Hace varios años, el biólogo R. Dale Guthrie llevó a cabo un estudio similar de las huellas del Paleolítico. Su trabajo, que se basaba principalmente en las diferencias en el ancho de la palma y del pulgar, determinó que la mayoría de las huellas eran de chicos adolescentes.
Según Guthrie, los adultos no habrían prestado interés a las cuevas, a las que habrían considerado peligrosas, pero quizá los jóvenes habrían querido explorarlas. «Pintaron lo que tenían en mente, es decir, mujeres desnudas y animales».
Otros expertos, en cambio, sí defienden la credibilidad de los nuevos datos.
«Creo que se trata de un trabajo excepcional», afirma el arqueólogo Dave Whitley . A pesar de que llevamos media década discutiendo sobre el tema, «ésta es la primera vez que alguien reúne pruebas fiables».
Whitley rechaza la idea de que las pinturas rupestres estén únicamente relacionadas con la caza, sino que cree que la mayoría fueron pintadas por chamanes que entraban en trance para intentar conectar con el mundo espiritual. «Si entras solo en una de estas cuevas, a los 5 ó 10 minutos empiezan a reducirse los estímulos sensoriales », explica Whitley.
Añade que el nuevo estudio no descarta la teoría del chamán, porque en algunas de estas sociedades los chamanes eran mujeres o incluso transgénero.
Sin embargo, el análisis plantea más preguntas que respuestas: ¿Por qué pintaban las mujeres? ¿Son las autoras de las huellas o también del resto de las pinturas? ¿Los resultados serían los mismos si se tratara de neandertales?
En cualquier caso, lo que más preguntan a Snow es por qué los artistas, fueran quienes fueran, dejaban sus huellas en las paredes.
«No lo sé, pero una posibilidad es que simplemente quisieran afirmar ‘esto es mío, lo he hecho yo’», concluye.