Exclusiva: Alex Honnold logra el hito más peligroso de escalada en solo integral (sin cuerda)
Alex Honnold se ha convertido en el primer escalador en ascender en solo integral la pared de 914 metros de El Capitán, en Yosemite.
Descubre la trayectoria de Alex Honnold hasta su mundialmente famosa escalada en solo integral de El Capitán en Free Solo, un documental íntimo y sobrecogedor de E. Chai Vasarhelyi y Jimmy Chin. Estreno el domingo 3 de marzo en National Geographic.
4 de junio de 2017
El famoso escalador Alex Honnold se convirtió el sábado 3 de junio en la primera persona en escalar el emblemático muro de granito de 914 metros de alto conocido como El Capitán, sin usar cuerdas ni equipamiento de seguridad. Así, ha completado la que podría ser la mayor hazaña de escalada en roca en la historia de este deporte.
Ascendió este pico en 3 horas y 56 minutos, prácticamente corriendo a lo largo de la última sección. A las 9:28 de la mañana, hora del Pacífico, bajo un cielo azul manchado con volutas de nubes, trepó hasta el borde rocoso de la cumbre y se puso en pie sobre una cornisa arenosa.
Honnold comenzó su histórica escalada sin cuerdas —un estilo conocido como «free solo»— en la luz rosada del amanecer a las 5:32 de la mañana. Pasó la noche en una furgoneta adaptada que le sirve como campamento base móvil, se levantó cuando todavía no había amanecido, se puso su camiseta roja favorita y sus pantalones de nylon, tomó su desayuno habitual de copos de avena, semillas de chía, semillas de lino y arándanos, y a continuación condujo hasta El Capitán.
Aparcó su furgoneta y caminó a lo largo del camino rocoso que lleva hasta la base del acantilado. Allí, se puso un par de zapatos de escalada de suelas adherentes, se ató una pequeña bolsa de tiza a la cintura para mantener las manos secas, buscó su primer apoyo y empezó a trepar hacia la historia de la escalada.
Honnold ha estado entrenando durante más de un año para esta proeza en lugares de Estados Unidos, China, Europa y Marruecos. Un reducido círculo de amigos y compañeros de escalada que conocían su proyecto habían jurado guardar su secreto.
Un equipo de directores liderado por Jimmy Chin, uno de los compañeros de escalada más antiguos de Honnold, y Elizabeth Chai Vasarhelyi, filmaron el ascenso para un futuro largometraje de National Geographic Documentary Films. El noviembre pasado, Honnold realizó su primer intento de escalada libre integral, pero se retiró en menos de una hora porque las condiciones no eran las adecuadas.
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Un hito similar al aterrizaje lunar
Honnold, de 31 años y formado en un gimnasio de escalada en Sacramento, saltó a la escena mundial en 2008 con dos ascensos de alto riesgo sin cuerdas: uno en la cara noroeste del Half Dome de Yosemite y otro en la pared Moonlight Buttress en el Parque Nacional Zion de Utah. Estas proezas del solo libre sorprendieron al mundo de la escalada y establecieron nuevos referentes, del mismo modo que el atleta Roger Bannister redefinió las carreras de fondo cuando logró correr una milla (1,6 kilómetros) en menos de cuatro minutos en 1954.
«Lo que Alex hizo en Moonlight Buttress desafió todo aquello que pensamos por nuestro entrenamiento, nuestra educación o nuestros genes», afirmó Peter Mortimer, escalador que ha realizado varios documentales junto a Honnold. «Es el lugar menos natural en el que un ser humano podría estar».
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Sin embargo, estas escaladas pioneras palidecen en comparación a El Capitán. Es difícil exagerar las dificultades físicas y mentales de un ascenso en solo libre a este pico, considerado por muchos el epicentro del mundo de la escalada. Es una expansión vertical que se levanta a más de 900 metros, superior al edificio más alto del mundo, el Burj Khalifa en Dubái. Desde el prado que se encuentra en la base de El Capitán, los escaladores en los tramos superiores del pico resultan prácticamente invisibles a simple vista.
«Esto es como el aterrizaje lunar de la escalada free solo», afirma Tommy Caldwell, que también hizo historia en 2015 con su ascenso del Dawn Wall, la escalada más difícil de El Capitán, en la que él y su compañero Kevin Jorgeson emplearon cuerdas y otro equipamiento para mayor seguridad, no para ayudarles a avanzar.
Lo que Caldwell y Jorgeson hicieron se llama escalada libre, que significa que los atletas no utilizan equipamiento que les ayude a moverse por la montaña y solo están atados a cuerdas para agarrarse en caso de caída. Sin embargo, el solo integral es la escalada en la que el atleta está solo y no utiliza cuerdas ni equipamiento de ayuda ni protección en la escalada, por lo que no cabe margen de error.
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Los escaladores han especulado durante años acerca de una posible escalada en "free solo" de El Capitán, pero solo hay otras dos personas que han dicho públicamente que consideraban seriamente esta opción. Una de ellas fue Michael Reardon, un escalador en solo libre que se ahogó en 2007 tras precipitarse desde un saliente junto a un acantilado en Irlanda. El otro fue Dean Potter, que falleció en un accidente haciendo salto base en Yosemite en 2015.
John Bachar, el gran escalador en "free solo" de la década de 1970, que murió mientras ascendía sin cuerdas en 2009 a la edad de 52 años, nunca consideró escalar este pico. Cuando Bachar estaba en su mejor momento, nadie había hecho escalada libre en El Capitán. Peter Croft, de 58 años, que completó el hito del solo libre en la década de 1980 —en el Astroman de más de 300 metros, en Yosemite— nunca pensó seriamente en escalar El Capitán, pero sabía que alguien lo lograría algún día.
«Siempre fue el siguiente paso más lógico», afirma Croft. «Pero después de esto, la verdad es que no sé qué será lo siguiente. Este es el gran salto clásico».
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A finales de 2014, Honnold había logrado fama mundial por sus proezas. Apareció en las portadas de National Geographic, el New York Times Magazine y Outside, y 60 Minutes había hecho un reportaje sobre él. Tenía una multitud de empresas patrocinadoras, había coescrito unas memorias líderes en ventas y había fundado una organización sin ánimo de lucro para mejorar las vidas de las comunidades necesitadas de todo el mundo. Sin embargo, sentía que todavía no había dejado la marca que deseaba en la historia de la escalada.
En enero de 2015, cuando Caldwell y Jorgeson encumbraro el Dawn Wall, un proyecto para el que habían estado estudiando y entrenando durante años, Honnold estuvo allí para conocerles. Jorgeson le dijo a un reportero: «Creo que todo el mundo tiene un Dawn Wall secreto que quieren completar algún día».
«¿Cuál es mi Dawn Wall?», se preguntaba Honnold. Pero él ya sabía la respuesta. Durante años, había estado pensando en escalar El Capitán en solo integral.
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La capacidad para controlar el miedo
La ruta que Honnold escogió para alcanzar la cumbre de El Capitán, conocida como Freerider, es una de las escaladas en grandes paredes rocosas más preciadas de Yosemite. La ruta tiene 30 secciones —o avenes— y es tan difícil que hasta hace poco era noticia que un escalador llegara con éxito a la cumbre solamente utilizando cuerdas por seguridad.
Es una odisea zigzagueante a lo largo de varias finas redes de fisuras y grietas, algunas enormes, otras con apenas la anchura de un nudillo. En su camino, Honnold tuvo que presionar su cuerpo dentro de estrechas chimeneas, caminar de puntillas sobre cornisas de la anchura de una caja de cerillas y, en algunos lugares, quedarse colgado sosteniéndose solo con sus dedos.
El Freerider pone a prueba prácticamente cada aspecto de las habilidades físicas de un escalador: la fuerza de los dedos, los antebrazos, los dedos de los pies, el abdomen, la flexibilidad y la resistencia. Los factores medioambientales como el sol, el viento y la posibilidad de tormentas repentinas también son factores que Honnold tuvo que calcular cuidadosamente.
Sin embargo, lo que supuso una verdadera prueba para Honnold fue el mantener su compostura mientras estaba solo sobre una pared rocosa de cientos de metros de altura mientras ejecutaba intrincadas secuencias de escalada en las que situar un pie demasiado bajo o demasiado alto podía ser la diferencia entre la vida y la muerte. Los escaladores de élite han señalado la capacidad única de Honnold para mantener la calma y pensar de forma analítica en situaciones tan peligrosas, una habilidad que Honnold ha desarrollado poco a poco durante sus 20 años de ascensos.
Parte de su aplomo puede atribuirse a su detallada preparación. Le obsesiona su entrenamiento, que incluye sesiones de una hora en días alternos en las que se cuelga de sus dedos y hace flexiones con uno y dos brazos en un aparato diseñado especialmente para él que ha atornillado a la puerta de su furgoneta. También se pasa horas perfeccionando, ensayando y memorizando las secuencias exactas para situar sus manos y sus pies en cada sección clave. Toma apuntes de forma habitual, registrando sus entrenamientos y evaluando su desempeño en cada escalada en un detallado diario.
Otros escaladores de la liga de Honnold se encuentran preparados físicamente, pero nadie más tiene una capacidad mental comparable para controlar el miedo. Su tolerancia para las situaciones más intimidantes es tan impresionante que los neurocientíficos han estudiado las partes de su cerebro vinculadas al miedo para ver en qué se diferencian de la norma.
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Honnold lo ve todo en términos más pragmáticos. «En la escalada en solo integral, obviamente, sé que estoy en peligro, pero sentir miedo estando ahí arriba no me va a ayudar de ninguna forma», explica. «Solo obstaculiza mi desempeño, así que lo pongo a un lado y lo dejo ahí».
En el Freerider, uno de los desafíos físicos y mentales más abrumadores a los que se tuvo que enfrentar Honnold fueron dos avenes de roca escarpada y ondulada a unos 180 metros de altura. Pulido y suavizado por los glaciares durante milenios, el granito no ofrece sostenes, lo que básicamente fuerza al escalador a caminar solo con sus pies. Honnold usó una difícil técnica llamada «smearing», que implica presionar sus zapatos de goma contra la roca para crear el agarre suficiente para soportar su peso en esa inclinación. Tuvo que mantener su peso corporal en perfecto equilibrio y mantener un impulso suficiente hacia delante para evitar resbalar. «Es como caminar sobre cristal», afirma Honnold.
Durante el fin de semana del Día de los Caídos de Estados Unidos, Honnold realizó una carrera de práctica en Freerider con Caldwell. La pareja alcanzó la cima en poco menos de cinco horas y media, rompiendo su propio récord de velocidad en el proceso. «Alex estaba que se salía», dijo Caldwell. «Nunca le había visto escalar tan bien».
Pocos días después de su entrenamiento, Honnold caminó hasta la cumbre de El Capitán y descendió el Freerider en rappel para asegurarse de que una reciente tormenta no hubiera borrado las marcas que había hecho con la tiza para señalar los agarres clave de la ruta. Las encontró secas y en perfectas condiciones. Solo le quedaba descansar y prepararse mentalmente para la escalada de su vida.
«Hace años, cuando planeé mentalmente por primera vez lo que supondría escalar en solo libre el Freerider, había media docena de avenes en los que pensaba, ‘oh, es un movimiento terrorífico, es una secuencia terrorífica, y ese pequeño bloque, y esa pequeña transversal’», dijo Honnold. «Había tan pocas secciones en las que pensaba ‘uf, me voy a acobardar’. Pero en los años siguientes he empujado mi zona de confort y la he hecho cada vez más grande hasta que finalmente vi estos objetivos que me parecían toda una locura como algo dentro de lo posible».
El sábado pasado, lo posible finalmente se convirtió en realidad. Confiando en sus habilidades y su resistencia en cientos de asideros para manos y pies, y controlando su miedo durante unas cuatro horas, Honnold encumbró la última cornisa. Chin y su ayudante Cheyne Lempe habían descendido en rappel con sus cámaras desde la cima para seguir a Honnold a medida que escalaba la mitad superior de la pared, incluso utilizando «jumars» —un tipo de cabestrante metálico— para elevarse. Ambos tuvieron problemas para seguir el ritmo de Honnold.
Chin, jadeante y cubierto en sudor, avanzó tan rápido como pudo para filmar a Alex Honnold sobre la cima del mundo.
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