Las insólitas imágenes de una tribu brasileña avivan los llamamientos a protegerlas
2 de diciembre de 2016
La difusión de unas espectaculares imágenes de una aldea indígena, que no ha tenido contacto con el mundo exterior, situada en el norte del Amazonas, en Brasil, han provocado la reacción de numerosos jefes de otras tribus y de abogados especializados en derechos humanos reclamando la intervención del gobierno para proteger el asentamiento de los buscadores de oro ilegales.
Las fotografías aéreas muestran a los habitantes de la aldea reunidos en el centro de una estructura circular tradicional dentro del territorio indígena Yanomami, una reserva montañosa muy extensa y con múltiples ríos situada en la frontera con Venezuela.
Las imágenes se tomaron a mediados de septiembre por los funcionarios de la Fundação Nacional do Índio (FUNAI), la agencia responsable de los asuntos indígenas de Brasil, durante un vuelo de control sobre la reserva en el transcurso de una operación conjunta de la policía y las tropas del ejército para despejar una zona llena de mineros ilegales dedicados a extraer oro. Hace cuatro años, y también durante un vuelo de reconocimiento, fueron divisados estos mismos Yanomamis en un asentamiento alejado del actual y que abandonaron al poco tiempo. Los funcionarios han creído desde entonces que habían desaparecido. Conocidos como Moxihatetema, estos indígenas siempre han evitado el contacto con extraños, incluso con otras comunidades Yanomami.
Una supervivencia amenazada
Los funcionarios cuentan que sintieron tanta intriga como miedo durante el vuelo de reconocimiento en el que descubrieron la estructura comunitaria – diseñada de una manera que deja de usarse por aquellos Yanomami que tienen contacto con la civilización. “Es increíble que parezca irles tan bien”, declaraba para National Geographic Guilherme Gnipper, el funcionario que sacó las fotos, en una entrevista telefónica desde su casa en Boa Vista, capital del estado de Roraima en el norte del Amazonas. “Tienen huertos enormes y todos parecen estar sanos. Sin embargo la amenaza de los buscadores de oro cada vez está más cerca”.
Gnipper cuenta que los nativos no mostraron miedo ni intentaron esconderse de la avioneta. Al contrario que otras comunidades de las llamadas “tribus sin contacto con el exterior” que han sido fotografiadas últimamente, en la aldea de los Moxihatetema no parece haber ningún producto industrial como cazos de aluminio, machetes de acero o telas. “No vimos productos manufacturados de ningún tipo”, afirma Gnipper. “Nada hecho de metal. Viven bien completamente aislados. Fue como un viaje en el tiempo”.
Pero el aislamiento podría acabar pronto y, tanto funcionarios como líderes indígenas temen que podría acabar muy mal.
“Me preocupan mucho mis hermanos los Moxihatetema”, declara Davi Kopenawa, chamán y presidente de la asociación Hutukara Yanomami, que representa a los aproximadamente 22.000 Yanomamis que viven en los límites de la reserva brasileña. (Otros 16.000 nativos viven en una zona protegida adyacente, en la parte venezolana de la frontera).
Escasez de presupuestos para su protección
Los funcionarios de FUNAI y los abogados especializados en derechos de los indígenas afirman que tienen razón al tener miedo. El presupuesto para la FUNAI se ha reducido en un tercio bajo el nuevo gobierno conservador brasileño del presidente Michel Temer. Los agentes encargados de proteger la reserva Yanonami, que tiene el mismo tamaño que Portugal, están trabajando con un presupuesto muy reducido y se encuentran desbordados por los casi 5.000 buscadores de oro ilegales que operan en el territorio.
La explotación minera ha aumentado radicalmente en los últimos meses, y los mineros llegan no sólo por la amplia red de ríos existente en el territorio, sino también en avionetas clandestinas. En su esfuerzo por reprimir la invasión, FUNAI se ha unido a un pequeño contingente de tropas del ejército y de la policía militar del estado. Fuentes del gobierno cifran en miles los buscadores que han sido expulsados de la reserva desde que empezó la operación en octubre.
Se ha descubierto una mina de oro a apenas 28 kilómetros de la aldea, afirma Kopenawa. Ese campamento está abastecido por una avioneta, lo que dificulta los esfuerzos por desmantelarlo y echar a los mineros. Incluso un contacto pacífico con la aldea podría desencadenar el desastre, cuenta, provocándoles la muerte por al entrar en contacto con enfermedades para las que las comunidades que viven aisladas no están inmunizadas. “Si los mineros llegan a su aldea, les contaminarán con enfermedades de blancos”.
Políticos y empresarios, cómplices de los mineros ilegales
El gobierno brasileño consolidó el Territorio Yanomami Indígena unos meses antes de la Cumbre de la Tierra celebrada en Río de Janeiro en 1992. En aquel momento, el ejército, apoyado por las fuerzas aéreas, puso mucho empeño en despejar la región de mineros ilegales. Sin embargo poco a poco los buscadores han ido adentrándose de nuevo en el territorio, en ocasiones apoyados por políticos y empresarios.
“Cuando expulsan a los mineros no están atacando la verdadera raíz del problema, que son los políticos locales y algunos empresarios”, afirma Fiona Watson, una activista del movimiento global por los derechos de los pueblos indígenas, Survival International. Esta organización ha estado haciendo grandes esfuerzos por promover la protección de las tribus aisladas del Amazonas. “Las tribus aisladas como la de la fotografía son muy vulnerables. Estar tan cerca de las minas de oro les pone en riesgo. El gobierno brasileño tiene el deber constitucional de protegerles”.
Además de suponer una amenaza violenta y de contagio de enfermedades, la explotación minera está contaminando los ríos de mercurio. Este componente, muy utilizado para separar el oro de los sedimentos, se acumula en el interior de los peces, suponiendo un serio riesgo sanitario para los indígenas que viven en los aledaños de los ríos, ya que dependen de lo que pescan como fuente de proteína.
"Polémica Yanomami"
Los Yanomami adquirieron importancia internacional al comienzo del nuevo milenio, cuando algunos científicos occidentales fueron acusados de cometer irregularidades durante su estancia de investigación con la tribu. Conocida como la “Polémica Yanomami”, el embrollo sacudió el campo de la antropología, creando rivalidades profesionales y discusiones sobre si estos investigadores estaban usando la tribu a modo de soporte para avanzar en sus carreras.
"El gobierno brasileño - la FUNAI, la Policía Federal, y el ejército brasileño - tiene que expulsar de inmediato a los mineros de la zona protegida de los Yanomamis", exigía Kopenawa. "El mundo debería decirle al gobierno brasileño que proteja a los Yanomami y expulse a los buscadores. Es lo que los Yanomami queremos".