Lo que hemos aprendido de los murciélagos con el hallazgo del esqueleto más antiguo jamás encontrado
El descubrimiento de una nueva especie de murciélago prehistórico arroja luz sobre los orígenes de estos mamíferos voladores y plantea interrogantes sobre cómo desarrollaron la capacidad de ecolocalización.
Un esqueleto de la nueva especie de murciélago Icaronycteris gunnelli desenterrado en un yacimiento del suroeste de Wyoming (Estados Unidos) y que ahora se encuentra en el Museo Real de Ontario, en Toronto (Canadá).
Los esqueletos de murciélago más antiguos del mundo han sido identificados como una nueva especie, lo que ayuda a los científicos a completar el irregular registro fósil de estos mamíferos voladores y proporciona nuevas pistas sobre su evolución. Ambos esqueletos se recuperaron de un antiguo lecho lacustre del suroeste de Wyoming (Estados Unidos), un yacimiento que conserva todo un ecosistema lacustre subtropical y el bosque circundante de hace unos 52 millones de años.
El murciélago recién descubierto, Icaronycteris gunnelli, pesaba sólo unos 25 gramos, aproximadamente tanto como cinco canicas. Ya había desarrollado la capacidad de volar y probablemente también la de ecolocalizar. El pequeño murciélago vivía probablemente en los árboles que rodeaban el lago y sobrevolaba el agua para cazar insectos, explica Tim Rietbergen, biólogo evolutivo del Centro de Biodiversidad Naturalis de los Países Bajos y autor principal del estudio que describe la especie en la revista PLOS ONE.
En la actualidad, los murciélagos se cuentan entre los animales más prósperos del planeta, con más de 1400 especies que representan una quinta parte de todas las especies de mamíferos. Viven en todos los continentes excepto en la Antártida y suelen ser fundamentales para la estabilidad ecológica, ya que desempeñan funciones clave como la polinización, la dispersión de semillas y la gestión de poblaciones de insectos.
Unas escaleras conducen a la roca conservada de un antiguo lecho lacustre en el Monumento Nacional Fossil Butte de Wyoming (Estados Unidos). Los fósiles de murciélago recién descritos se encontraron a las afueras del parque, en terrenos privados.
A pesar de la ubicuidad de los murciélagos, los científicos saben muy poco sobre sus orígenes. Los esqueletos del Lago Fósil, nombre del lecho lacustre conservado en Wyoming, datan de principios del Eoceno. En aquella época, la temperatura del planeta iba en aumento y los mamíferos, insectos y plantas con flores se extendían y diversificaban rápidamente. Estos murciélagos tienen un aspecto muy similar al de los murciélagos modernos, con dedos alargados para sujetar las membranas de las alas.
"Se piensa que... los murciélagos se originaron a partir de una especie de pequeños mamíferos insectívoros que probablemente eran arborícolas", afirma Matthew Jones, paleontólogo de la Universidad Estatal de Arizona y uno de los autores del estudio. "Pero hay muchos de esos", añade, señalando que no sabemos cuáles pueden estar relacionados con los murciélagos. "La mayoría sólo se conocen por dientes aislados y fragmentos de mandíbula".
Cuando los murciélagos aparecen en el registro fósil, se extienden rápidamente por todo el mundo. Los dientes y huesos de mandíbula de murciélago más antiguos encontrados hasta ahora tienen unos 55 millones de años. Los especímenes incompletos de Portugal y China son unos millones de años anteriores a los esqueletos recién descritos. Los científicos no saben dónde aparecieron los murciélagos por primera vez, aunque es probable que fuera en Europa, Asia o Norteamérica antes de que estos animales se extendieran por el hemisferio sur.
"Es una especie de misterio", dice Alexa Sadier, bióloga evolutiva de la Universidad de California en Los Ángeles, que no participó en el nuevo estudio. "No tenemos ninguna forma de transición".
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Pequeñas pistas
Rietbergen vio por primera vez uno de los esqueletos de Icaronycteris gunnelli en 2017 navegando por Facebook. "Pensé, hmm, esto se ve un poco diferente", dice.
Después de pedir algunas medidas del fósil, que había sido encontrado en una cantera privada y estaba a la venta, se puso en contacto con Nancy Simmons, experta en murciélagos del Museo Americano de Historia Natural. Coincidió con ella en que parecía una nueva especie, y el AMNH compró el fósil para sus colecciones.
Además de analizar el nuevo fósil, el equipo de estudio volvió a examinar esqueletos de murciélagos que ya estaban en colecciones de museos. Encontraron otro fósil de I. gunnelli que había sido adquirido por el Museo Real de Ontario (Canadá) en 2002 y que originalmente se había clasificado como la especie afín I. index.
Una raya macho conocida como Asterotrygon maloneyi del Lago Fósil en Wyoming. El antiguo lago albergaba un próspero ecosistema de peces y otras formas de vida acuática, mientras que el bosque circundante estaba repleto de insectos, reptiles, mamíferos y aves.
Una antigua hoja de palmera del Lago Fósil. La presencia de palmeras indica que la zona tenía un clima mucho más cálido y húmedo hace 52 millones de años, similar al de la actual costa del Golfo de Estados Unidos. El espécimen mide unos dos metros de largo y está expuesto en el Museo de Dinosaurios Mesalands de Nuevo México.
Los dos esqueletos tienen un aspecto similar al de los murciélagos modernos, pero hay sutiles diferencias. "Una cosa que me llamó la atención en primer lugar", dice Rietbergen, "fue la robustez de los huesos, sobre todo de las extremidades traseras".
La mayoría de los murciélagos actuales tienen huesos delgados y ligeros que los hacen más aptos para el vuelo. Las extremidades más gruesas de I. gunnelli pueden indicar que la especie conservó algunos rasgos de sus predecesores evolutivos, como unas patas más fuertes para trepar a los árboles.
El murciélago también tenía una garra en el dedo índice y otra en el pulgar, mientras que la mayoría de los murciélagos modernos sólo tienen garras en el pulgar para colgarse mientras duermen, otro indicio de que los murciélagos de esta época pueden representar las últimas fases de una transición de trepadores a voladores especializados.
El panorama se complica cuando se considera una especie de murciélago más grande de un género diferente que también vivió en el Lago Fósil alrededor de la misma época, Onychonycteris finneyi. Este murciélago tenía una garra en cada dedo y alas relativamente cortas, lo que sugiere que se desplazaba trepando y con un método de vuelo aleteante. Por el tamaño y la forma de su oído interno, O. finneyi probablemente no era capaz de ecolocalizar, a diferencia de I. gunnelli e I. index. En un principio, los científicos consideraron que O. finneyi demostraba que el vuelo había evolucionado en los murciélagos antes que la ecolocalización.
Pero un análisis de las relaciones evolutivas entre estas tres especies de murciélagos del Lago Fósil, así como con otros murciélagos fósiles y vivos, reveló que I. gunnelli e I. index estaban más estrechamente emparentados con O. finneyi que con otros murciélagos ecolocalizadores. Esto "es realmente inesperado y extraño", afirma Jones.
"Tenemos en el registro fósil un murciélago no ecolocalizador que está más estrechamente relacionado con un grupo de murciélagos ecolocalizadores", afirma. Pero también ocurre lo mismo con los zorros voladores actuales, un grupo de grandes murciélagos frugívoros que no pueden ecolocalizar, pero que están estrechamente emparentados con un grupo de murciélagos que sí lo hacen. "Es posible que haya múltiples orígenes de la ecolocalización o que haya múltiples pérdidas de ecolocalización incluso entre estos primeros murciélagos", dice Jones, "lo cual es muy, muy extraño".
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Desentrañando el pasado
Los esqueletos completos de murciélagos del Eoceno son raros, y el Lago Fósil de Wyoming es uno de los pocos lugares donde se han encontrado. Los bosques cálidos y húmedos en los que vivían los murciélagos eran entornos poco propicios para conservar sus pequeños huesos. Sólo cuando los murciélagos quedaban enterrados rápidamente, por ejemplo tras hundirse en el fondo de un lago profundo, se conservaban sus esqueletos completos.
Unos millones de años después de la aparición de los murciélagos en el suroeste de Wyoming, varias especies vivieron cerca de un ecosistema lacustre similar en Alemania, y estos últimos animales se parecían aún más a los murciélagos modernos.
Los científicos creen que ventajas como el vuelo y la ecolocalización habrían ayudado a los murciélagos a extenderse y diversificarse rápidamente. Los mamíferos podrían haberse adaptado a la vida nocturna para evitar la competencia o la depredación de las aves, pero no está claro cuándo se produjo esta transición.
La investigación genética ha arrojado poca luz sobre los antepasados directos de los murciélagos. En cambio, los estudios de ADN han revelado que los murciélagos pertenecen a un superorden de mamíferos llamado Laurasiatheria, que incluye otros insectívoros como los musarañas y los topos. Pero también incluye animales que aparentemente no tienen ninguna relación con los murciélagos. Entre ellos hay ballenas, ungulados como los caballos, los rinocerontes y los hipopótamos, y el orden carnivora, que incluye gatos, perros y osos. Sorprendentemente, todos estos animales están más emparentados con los murciélagos que los roedores.
"Si nos fijamos en el ADN, los animales con pezuñas son los parientes más cercanos, lo cual es una locura", afirma Rietbergen. "Algo está pasando ahí".
Para rellenar los huecos, y posiblemente incluso descubrir el antepasado inmediato de los murciélagos, los científicos esperan encontrar más esqueletos.
"Cuantos más encontremos, mejor entenderemos cuántas especies de murciélagos había en aquella época, cuán diferentes eran, cuán diversos eran", afirma Sadier, de la UCLA. Y quizá, buscando más profundamente en el tiempo, encontremos incluso las "formas de transición que todos esperamos encontrar algún día".
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.