Una elefanta herida aplasta y mata a un cazador de trofeos
Este incidente mortal pone de manifiesto lo peligrosos que pueden llegar a ser los elefantes cuando se ven amenazados y provoca un mayor escrutinio sobre la práctica de la caza de trofeos.
La semana pasada, una hembra de elefante aplastó y mató a un cazador sudafricano de grandes presas en Zimbabue al caer sobre él tras haber recibido un disparo.
El 19 de mayo, Theunis Botha lideraba un grupo de caza en Good Luck Farm cerca del Parque Nacional de Hwange cuando se encontraron con una manada de elefantes que se estaban apareando, según informa el periódico británico The Telegraph. Tres elefantes cargaron directamente contra los cazadores, pero una cuarta elefanta les tomó por sorpresa al atacar desde un lateral.
El elefante hembra cogió a Botha con su trompa y uno de los cazadores disparó contra ella, provocando que se desplomase sobre Botha. Tanto la elefanta como Botha han fallecido.
Se sabe que los elefantes expresan emociones como la empatía y algunos han mostrado incluso síntomas de dolor tras la muerte de uno de sus compañeros. Tienen sociedades establecidas en manadas y son capaces de comunicarse entre ellos mediante signos y gestos sutiles.
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Aunque muchas personas creen que los elefantes son criaturas dóciles, pueden convertirse en animales peligrosos y atacar cuando perciben una amenaza, del mismo modo que hicieron los elefantes de Zimbabue durante este reciente acontecimiento. Esta agresión puede resultar mortal para los humanos, que en una confrontación se verían sobrepasados por el tamaño y la altura de un elefante.
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Sin embargo, los elefantes pagan un precio mucho peor a la hora de interactuar con humanos: unos 33.000 mueren cada año a manos de los cazadores de marfil.
Zimbabue es solo uno de los muchos países africanos que cuentan con poblaciones relativamente estables de elefantes de la sabana, según el Great Elephant Census. Desde 2005, los ejemplares de elefantes del país han decrecido un 11 por ciento, porcentaje mucho menor al 30 por ciento estimado en la totalidad del continente. Sin embargo, la inestabilidad económica, la reducción del turismo y las sequías han mermado la capacidad de Zimbabue para gestionar sus poblaciones de elefantes, según el Elephant Atlas del Great Elephant Census.
Los defensores de la caza de trofeos argumentan que parte del dinero que ganan los grupos de cazadores gracias a los extranjeros ricos se destina a las comunidades locales y a la conservación de los elefantes.
Sin embargo, los beneficios que llegan a las comunidades son con frecuencia escasos: la industria no emplea a muchos trabajadores, la corrupción gubernamental afecta a la disponibilidad de terrenos para la caza de trofeos y esta práctica no detiene a los furtivos. El furtivismo en busca de marfil supone la mayor amenaza para los elefantes en el África meridional.
Pero esta no es la primera ocasión en la que la caza de trofeos atrae la atención de la comunidad internacional a esta parte de Zimbabue. En 2015, el león Cecil fue asesinado por Walter Palmer, dentista de Minnesota y cazador de trofeos, justo en las afueras de este parque nacional, hecho que provocó la indignación internacional y el mayor escrutinio de la caza de trofeos. Sin embargo, desde entonces se han retirado las acusaciones contra el profesional local que sirvió como guía de Palmer en esta partida de caza.
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