Descubierta fosilizada en ámbar una cría de ave de 99 millones de años de antigüedad

Este pequeño polluelo del periodo Cretácico es el fósil mejor conservado de su especie.

Por Kristin Romey
Publicado 9 nov 2017, 4:18 CET

Los restos de una cría de ave de la era de los dinosaurios han sido descubiertos en un tipo de ámbar de 99 millones de años, según los científicos que han detallado el descubrimiento en la revista Gondwana Research.

El polluelo pertenecía a un grupo importante de aves conocido como enantiornites, que se extinguieron junto con los dinosaurios a finales del periodo Cretácico, hace aproximadamente 65 millones de años. Este descubrimiento, financiado parcialmente por el Consejo de Expediciones de la National Geographic Society, proporciona nueva información esencial acerca de estos antiguos pájaros con dientes y sobre cómo se diferencian de las aves modernas.

Este también es el fósil más completo descubierto hasta la fecha en ámbar birmano. Los depósitos de ámbar birmano, extraídos en las minas del valle de Hukawng al norte de Myanmar, contienen la que posiblemente sea la mayor variedad de vida animal y vegetal del periodo Cretácico, que se remonta a entre 145,5 y 65,5 millones de años atrás.

Reconstrucción
El ave perteneció a un antiguo grupo de aves con dientes llamado enantiornites, que se extinguieron al mismo tiempo que los dinosaurios. Esta reconstrucción representa la pose del polluelo tal y como estaba preservado en ámbar.
Fotografía de Chung-Tat Cheung (Ilustración)

Basándose en su patrón de muda, los investigadores han podido determinar que el ave se encontraba en sus primeros días o semanas de vida cuando se vio envuelto en la pegajosa resina de árbol y fue congelado en el tiempo, literalmente. Se ha conservado prácticamente la mitad del cuerpo en la muestra de poco más de 7 centímetros, incluyendo cabeza, alas, piel, plumas y una pata con garra que se puede distinguir claramente a simple vista. Los colores de sus alas de 99 millones de años van de blanco y marrón a gris oscuro. Los investigadores han apodado al joven enantiornite «Belone», por el nombre birmano de la alondra oriental de color ámbar.

Algunos de los mismos investigadores que descubrieron en diciembre la cola del dinosaurio terópodo conservada en ámbar informaron de este hallazgo. La estructura de las plumas del dinosaurio sugería que sería incapaz de volar. Por otra parte, un hallazgo previo de unas alas de enantiornite preservadas en ámbar dejó al descubierto una estructura de plumas muy similar a las plumas de vuelo de las aves modernas.

En este espécimen, los científicos han observado que mientras el bebé enantiornite ya tenía una serie completa de plumas de vuelo en sus alas, el resto del plumaje estaba disperso y era más similar a las plumas de los dinosaurios terópodos, que carecían de un eje central bien definido, o raquis.

La presencia de plumas de vuelo en un ave tan joven respalda la idea de que los enantiornites nacían con la capacidad de volar, lo que les haría depender menos del cuidado de sus padres, a diferencia de la mayoría de las aves modernas.

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    Esta independencia, sin embargo, tenía un coste. Los investigadores han señalado que el ritmo lento de crecimiento hacía que estas aves antiguas fueran más vulnerables durante un periodo de tiempo más largo, como evidencia el gran número de enantiornites jóvenes encontrados en el registro fósil. No se han encontrado fósiles de ejemplares jóvenes de ningún otro linaje de aves del Cretáceo.

    Guang Chen, director del Museo de Ámbar Hupoge en la ciudad de Tengchong, en China, compró el espécimen fosilizado en Myanmar en 2014 después de haber oído rumores acerca de una muestra de ámbar con una extraña «garra de lagarto» en ella. Chen llevó la muestra al colíder del equipo de investigación, Lida Xing, de la Universidad china de Geociencias, que identificó la garra como la pata de un enantiornite. Los escáneres adicionales del espécimen revelaron el increíble grado de conservación oculto tras gruesas capas de ámbar, restos vegetales carbonizados y burbujas llenas de barro.

    «[Pensé que teníamos] solo un par de patas y algunas plumas antes de someterlo al TAC. Fue una sorpresa enorme lo que vimos después», afirma Xing.

    «La sorpresa continuó cuando empezamos a examinar la distribución de las plumas y nos dimos cuenta de que eran capas translúcidas de piel que conectaban muchas regiones corporales que aparecían en los datos del TAC», añade el colíder del equipo Ryan McKellar del Royal Saskatchewan Museum.

    «Belone» está expuesto actualmente en el Museo de Ámbar Hupoge y será trasladado al Museo de Historia Natural de Shanghái para una exposición especial entre el 24 de junio y finales de julio de 2017.

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