Xanda, el hijo del león Cecil, muere a manos de un cazador de trofeos
El león de seis años recibió un disparo cerca del lugar donde murió su famoso padre en Zimbabue.
Dos años después del asesinato del león Cecil durante una controvertida cacería en Zimbabue, uno de sus hijos ha corrido la misma suerte tras recibir un disparo durante una partida de caza de trofeos legal, algo que presenta similitudes con la muerte de su padre.
Xanda, un león de solo seis años, recibió el disparo de un cazador de trofeos en las afueras del Parque Nacional Hwange en Zimbabue —cerca de la zona en la que hirieron a Cecil con arco y flecha en 2015—, según informó el Telegraph.
Andrew Loveridge, investigador de zoología en la Universidad de Oxford, no ha respondido a nuestra petición de comentarios sobre la noticia, pero contó al Telegraph que Xanda llevaba un collarín en el momento de su muerte, lo que permitía a los investigadores realizar un seguimiento de sus movimientos en la zona.
«Le puse [el collarín] el pasado octubre», contó Loveridge al periódico. «Lo seguíamos casi diariamente y sabíamos que Xanda y su manada habían pasado mucho tiempo fuera del parque en los últimos seis meses, pero no hay mucho que podamos hacer al respecto».
El cazador profesional de Zimbabue Richard Cooke supuestamente vio el collarín tras matar a Xanda, y poco después se lo devolvió a los investigadores. Debido a que el león tenía más de seis años y estaba fuera de las fronteras del parque, esta matanza es legal en el país.
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La muerte de Xanda ha planteado preguntas acerca del valor de la caza de trofeos, según Luke Dollar, biólogo de conservación que dirige la iniciativa Big Cats de National Geographic. «Muchas veces nos preocupa este tema: ¿es el valor del animal al que han disparado una sola vez igual al beneficio económico que su existencia prolongada y la atracción turística habrían generado durante su vida en las economías locales y nacionales?», pregunta Dollar. «Es un debate en curso entre cazadores y conservacionistas».
Aunque no está claro si Xanda era un macho alfa, Dollar explicó que la muerte del león podría ser incluso más trágica para su manada de haberlo sido. Otros leones podrían morir si un nuevo macho alfa intentara tomarle el relevo.
«Independientemente, resulta obvio que es muy triste escuchar que hemos perdido a un león», dijo Dollar. «Desde la perspectiva del ecosistema, los leones y los depredadores superiores juegan un papel vital en el mantenimiento del equilibrio natural a largo plazo en su estado natural sin necesidad de medidas gestión o intervención constantes, por ello es importante que la gente lo recuerde».
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La infame historia del león Cecil
La matanza del león Cecil el 1 de julio de 2015 en Zimbabue despertó una intensa indignación internacional, algo que muchos llaman la mayor respuesta de la historia ante una noticia sobre vida salvaje. El famoso león que formaba parte de un estudio revolucionario dirigido por la Universidad de Oxford murió tras ser disparado por el dentista de Minnesota Walter James Palmer, que entonces tenía 55 años. En respuesta al torrente de ira en Internet y a las protestas en persona, Palmer se escondió durante semanas y cerró temporalmente su clínica dental.
Zimbabue suspendió temporalmente la caza legal de leones durante 10 días. Pese a la presión pública para acusar a Palmer en Zimbabue, este nunca se tuvo que enfrentar a acciones legales. El dentista sostenía que había obtenido los permisos legales para matar a un león en Zimbabue y que no sabía que ese ejemplar fuera famoso o que formase parte de un estudio (aunque los investigadores argumentaron que habría sido difícil pasar por alto el collarín de seguimiento de Cecil). Los cargos contra el cazador local que organizó el viaje también fueron retirados.
Se dice que Palmer pagó unos 54.000 dólares para cazar con arco y flechas a Cecil, un majestuoso león con melena negra de 13 años que vivía en el Parque Nacional Hwange en Zimbabue y era muy famoso entre los visitantes. Palmer hirió a Cecil con una flecha en una granja privada fuera del parque, un lugar al que el león iba con frecuencia para explorar. La partida de caza siguió al célebre felino y le dispararon de nuevo, 11 horas después.
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Los científicos se preocuparon de inmediato por la manada de Cecil, cuyo liderazgo compartía con su hermano Jericó, y por sus 14 crías, que podrían morir a manos de un macho rival, aunque eso no llegó a suceder.
Pese a todo, la matanza de Cecil llevó a un mayor escrutinio de la caza de trofeos como cabezas, pieles u otras partes corporales de animales salvajes. Ocho países africanos permiten la exportación constante de partes de leones, entre ellos Mozambique, Zimbabue, Namibia y Tanzania, hogar de al menos la mitad de los leones salvajes que quedan en el continente.
Sin embargo, tras la muerte de Cecil, los países sometieron a escrutinio esta práctica. Muchas aerolíneas prohibieron el transporte de partes de leones y de otros animales, alegando una publicidad negativa. La caza de trofeos ya estaba prohibida en Kenia y Botsuana, pero tras la caza de Cecil, Australia prohibió tajantemente la importación de trofeos. Francia hizo lo mismo. Y Estados Unidos, el mayor importador de trofeos de leones, añadió nuevas medidas de protección para los leones en su Ley de especies en peligro. Ahora, los cazadores no pueden traer sus trofeos a no ser que el animal proceda de un país que emplee las tasas de caza para impulsar la conservación de los leones.
Para añadir un contexto más amplio al incidente, el número de ejemplares de león ha descendido de forma precipitada en la naturaleza, desde una estimación de 200.000 en todo el continente hace un siglo a aproximadamente 20.000 en la actualidad. Los defensores de la caza de trofeos y algunos conservacionistas afirman que las tasas de las cacerías apoyan los esfuerzos de conservación de los grandes felinos, cuyas principales amenazas son la pérdida de hábitat, la disminución de presas y los conflictos crecientes con los humanos. Sin embargo, esta práctica sigue siendo extremadamente polémica, sobre todo entre el público amante de los animales en Occidente.
Brian Clark Howard y Jani Actman contribuyeron a este artículo.
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