Beber a solas es una causa de separación en parejas de topillos de la pradera
A los topillos de la pradera les encanta el alcohol y forman relaciones duraderas, lo que les convierte en sujetos ideales para estudiar la conducta y la biología humana.
Hay más de mil tipos de roedores correteando por el planeta, pero los topillos de la pradera son especiales.
A diferencia de la mayoría, estas criaturas establecen lazos monógamos y, además, les gusta beber alcohol, rasgos que convierten a estos moradores de las praderas norteamericanas en un animal interesante al que comparar con los humanos.
De hecho, según un estudio publicado el 17 de noviembre en la revista Frontiers in Psychiatry, las parejas de topillos de la pradera tienen problemas similares a los de los humanos cuando sus parejas se dan a la bebida con demasiada frecuencia.
En humanos, los investigadores han descubierto que abusar de la bebida puede afectar a las relaciones y que, en ocasiones, conduce al divorcio. Un estudio descubrió que el abuso de alcohol o el consumo de drogas era la tercera causa más habitual de divorcio en Estados Unidos.
Es más probable que las relaciones se rompan cuando uno bebe demasiado y el otro no, aunque la relación suele seguir adelante si ambos abusan de la bebida. Sin embargo, no está claro si los problemas con la bebida son la causa o el efecto de los problemas de pareja.
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El alcoholismo
Aquí es donde entran los topillos. Para comprobar si el consumo de alcohol provoca la ruptura, el estudiante de grado Andre T. Walcott, de la Oregon Health and Science University, reunieron más de cien topillos y les permitieron emparejarse libremente. A continuación, Walcott les dio licor.
En un tercio de las parejas, al macho se le ofreció una solución de alcohol al 10 por ciento y una botella de agua, mientras que a la hembra se le daba solo agua. En el siguiente grupo, tanto machos como hembras bebían alcohol. En el tercer grupo, a las parejas solamente se les ofrecía agua, para que sirvieran como grupo de control.
Los topillos no ignoraron la bebida que les ofrecieron. «Estos animales beben mucho alcohol», afirma el neurocientífico Andrey E. Ryabinin, que supervisó el estudio. «En un día, pueden beberse [una cantidad] comparable a 15 botellas de vino».
Después de beber, Walcott y Ryabinin ofrecieron a los machos la oportunidad de acurrucarse junto a sus parejas o de estar con una segunda hembra desconocida.
El equipo descubrió que los machos que bebían solos pasaban menos tiempo con sus parejas originales del que pasaban otros machos con sus parejas originales. Cuando ambos miembros de la pareja bebían juntos, o cuando ambos se abstenían, era más probable que estuvieran juntos.
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Beber solos
Los investigadores también descubrieron que los machos de parejas discordantes —en las que uno bebía pero el otro no— mostraban diferentes niveles de actividad en una parte del cerebro denominada sustancia gris periacueductal, en comparación con machos que habían bebido lo mismo que sus parejas.
«Eso es interesante porque es un área que tiene muchos receptores de oxitocina», explica Karen Bales, neurobióloga de la Universidad de California, Davis, que no participó en el estudio.
La oxitocina es la «hormona del amor», conocida por su papel a la hora de facilitar el vínculo entre parejas, tanto en roedores como en humanos. Pero según Ryabinin, el significado de estos hallazgos y si tienen o no implicaciones en humanos es una cuestión para futuras investigaciones.
Sin embargo, sí sugiere que podría existir una base biológica para los efectos negativos de beber solo en una relación, más allá de los efectos mismos de la exposición al alcohol.
En cuanto a Walcott y Ryabinin, ahora mismo trabajan duramente en un estudio de seguimiento. En esta ocasión, analizarán cómo influye a la conducta de la pareja que beban los topillos hembra y comprobarán si los efectos son los mismos.
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