Primeras pruebas cuantitativas de «interacción sexual» entre macacos hembra y ciervos en Japón

Un nuevo estudio aporta las primeras pruebas cuantificables de que las hembras jóvenes de macaco japonés tienen un interés sexual en los ciervos sica.

Por Elaina Zachos
Publicado 18 dic 2017, 17:30 CET
Macaco y ciervo
Un macaco hembra monta a un ciervo sica en Minoo, en el centro de Japón.
Fotografía de Noëlle Gunst

El 11 de diciembre, científicos de la Universidad de lethbridge en Canadá publicaron un estudio que revelaba lo que parecían ser actos sexuales entre hembras jóvenes de macaco japonés y ciervos sica. Se observó a los macacos salvajes montando a ciervos en Minoo, en el centro de Japón.

En enero de 2017 se informó de interacciones similares entre monos y ciervos en la isla de Yakushima. Los lugareños de Minoo llevan observando esta conducta desde al menos 2014, según la coautora del estudio Noëlle Gunst. Sin embargo, aunque las investigaciones anteriores se basaban en pruebas anecdóticas, el estudio actual se centra en las cifras.

Según el equipo, que está compuesto por otros dos investigadores, Paul Vasey y Jean-Baptiste Leca, este estudio es el primer estudio cuantitativo sobre las interacciones sexuales entre un primate no humano y una especie no primate.

«Estos hallazgos respaldan la idea de que la conducta de montar a ciervos es una práctica sexual durante la que los macacos hembra adolescentes probablemente obtienen gratificación sexual», escribió Gunst en un email.

Ya se sabe desde hace tiempo que los macacos japoneses salvajes montan ciervos sica. A veces, estos monos acicalan a sus parejas cuadrúpedas, mientras que los ciervos pueden comerse cualquier fruta que se les caiga a los macacos y en ocasiones incluso se comen las heces de los monos.

Este último estudio examinó las interacciones durante la época de apareamiento a partir de vídeos de esta conducta y pruebas hormonales tomadas de muestras de heces. Los investigadores compararon 258 interacciones entre monos y ciervos con el contacto homosexual observado entre macacos hembra en el pasado.

Basándose en los ejemplos de monos montando, empujando y vocalizando, el equipo llegó a la conclusión de que estas relaciones eran, de hecho, sexuales. En algunos casos, los macacos también mordían a los ciervos y les tiraban de las astas. (Si sientes curiosidad, hay vídeos.)

Los investigadores observaron a 14 parejas diferentes de macacos y ciervos. En cinco casos, los monos hembra montaron a la misma pareja cuadrúpeda tres veces o más en un periodo de 10 minutos y emitieron las mismas llamadas que se oyen cuando los monos se aparean entre ellos. En otros casos, los macacos hembra interrumpían los actos sexuales que empezaban otros macacos con los ciervos. Gunst afirma que las interacciones tenían lugar una vez al día y duraban de unos cuantos minutos a aproximadamente dos horas

En general, a los ciervos no parecía importarles. Algunos de los ciervos se sacudieron a los macacos de la espalda, pero otros permanecieron de pie de forma pasiva mientras los monos les embestían. En algunos casos, los ciervos seguían comiendo.

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La motivación de los monos

El sexo entre especies no es algo inaudito; se sabe que el 10 por ciento de las especies animales hibridan. Sin embargo, esta práctica es más común en animales anatómicamente similares. Como los macacos y los ciervos presentan muchas diferencias físicas, es muy improbable que los macacos los confundan con una posible pareja primate.

«Es muy raro observar interacción sexual heteroespecífica entre especies que no guardan una relación estrecha», contó a National Geographic en enero Cédric Sueur, que publicó el estudio previo sobre las relaciones entre macacos y ciervos.

Galería: Imágenes de primates

Los investigadores dicen que existen varias razones que explicarían por qué los monos persiguen a los ciervos. La primera, que para los macacos jóvenes podría ser una forma de practicar el sexo. O podría ser una alternativa sexual para las hembras jóvenes. En ocasiones, las posibles parejas sexuales rechazan a macacos hembra pequeños y el coito con sus homólogos masculinos de mayor tamaño puede ser peligroso. Los monos podrían ver en los ciervos una opción más atractiva para el acto sexual. 

«Los macacos hembra jóvenes podrían experimentar estimulación genital por primera vez durante estas interacciones heteroespecíficas con estos compañeros, los ciervos», señala Gunst. «Después, durante la oleada de hormonas esteroides sexuales propias del periodo de la adolescencia, podrían buscar una recompensa sexual similar en los ciervos, especialmente cuando se ven privadas de sexo con parejas macho conespecíficas».

Sin embargo, no está claro cuánto tiempo lleva produciéndose este tipo de comportamiento en Minoo. Estos emparejamientos inverosímiles podrían ser una peculiaridad que acaba de comenzar. «Las futuras observaciones en este lugar indicarán si esta rareza sexual específica de un grupo es una moda pasajera de corta duración», escribió Gunst en un email, «o el principio de un fenómeno que perdura en la cultura».

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