Desde 1999 hemos perdido a casi 150.000 orangutanes de Borneo
Esa cifra ha supuesto una reducción de la población a la mitad. Y podríamos perder más de 40.000 en los próximos 35 años.
A principios de mes, se encontró a un orangután que había sido brutalmente asesinado de un disparo en Borneo. En enero, encontraron a otro decapitado flotando en un río. En 2017, los trabajadores de una plantación de aceite fueron acusados de matar y comerse a uno de los orangutanes de la isla.
Estas historias son ejemplos de asesinatos pequeños, aislados y deliberados de la especie en peligro de esta isla. Pero según un nuevo estudio, publicado en la revista Cell Biology, dichas muertes se suman y contribuyen al descenso general a largo plazo de una especie frágil.
El estudio global se ha realizado a partir de datos recopilados por 38 organizaciones de investigación diferentes. Cuando Maria Voigt, coautora principal del estudio e investigadora del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva y el Centro Alemán de Investigación en Biodiversidad Integrativa, hizo los cálculos, descubrió que habían muerto poco menos de 150.000 orangutanes de Borneo entre 1999 y 2015, casi la mitad de la población.
Aunque muchos habían sufrido los efectos de la pérdida de hábitat, el estudio determinó que los primates desaparecían principalmente en áreas de bosque, lo que les llevó a la conclusión de que la caza o los asesinatos deliberados eran las causas principales y previamente infravaloradas del declive de la población.
Un registro de los nidos
Para llegar a esta conclusión, Voigt y su coautor Serge Wich, de la Universidad de Liverpool John Moores, en Reino Unido, tuvieron que estimar dónde y cómo se encontraban las poblaciones más densas en Borneo. Lo hicieron recopilando estudios de campo que realizaban un seguimiento de los nidos de orangután. Descubrieron que se habían observado 36.555 en un periodo de 16 años.
Durante ese periodo, la mitad de los orangutanes habían desaparecido en toda su área de distribución. Algunos (en torno al nueve por ciento) de los orangutanes habían desaparecido en regiones donde el terreno estaba totalmente despejado. Pero la gran mayoría habían desaparecido de regiones de bosque, algo que sorprendió a los científicos.
En sus estudios de campo, el equipo tampoco encontró signos de enfermedades mortales, como el ébola, que mata a los grandes simios en África. Estudiaron los hallazgos de un gran estudio de entrevistas que informaba de asesinatos de orangutanes en Borneo, así como anécdotas de lugareños. «Fue como sumar uno más uno», afirma Voigt.
Pérdidas futuras
Elaborando modelos de pérdida de hábitat futura —provocada en gran medida por la expansión de las plantaciones de papel y aceite de palma y de otras actividades agrícolas—, Voigt y Wich estimaron que podríamos perder 45.000 orangutanes en los próximos 35 años. Teniendo en cuenta los asesinatos y la caza, Wich dice que este resultado podría ser más desolador. «Haremos que la población se desplome», afirma.
Parte del riesgo es el hecho de que los orangutanes se reproducen a un ritmo lento. Normalmente solo tienen un bebé cada seis o siete años.
En Borneo, solo 38 de los 64 grupos de población tienen más de 100 individuos. Esto significa que solo 38 grupos son autosuficientes. Los 26 restantes podrían reducirse o desaparecer por completo ante la falta de diversidad genética.
Convertir las matanzas en tabúes
Tanto Wich como Voigt insisten en que su estudio refleja la posibilidad de una reducción futura si la gestión del territorio sigue siendo igual. Pero tanto los gobiernos indonesio como el malayo (que controlan Borneo) están elaborando planes de conservación que reservarán más áreas protegidas para orangutanes.
«El diez por ciento de las aldeas de Borneo están en territorio de orangutanes. Podrían matar como máximo entre tres y cuatro animales por cada 100 al año, pero esto es suficiente para que la población disminuya», afirma Voigt.
Wich añadió que hay diversas razones por las que matan a los orangutanes. Lleva 25 años trabajando en la región y, según él, varían. En las regiones donde no es un tabú, se caza a algunos orangutanes como alimento. Lo más habitual es que los agricultores maten a los primates para evitar que se coman los cultivos o en defensa propia.
«Debemos hacer que matar a un orangután se convierta en tabú», afirma Wich. Además del dinero para la conservación que crea áreas protegidas o financia la reintroducción de individuos cautivos, Wich señala que se necesita gastar más en campañas de información.
«A veces la gente mata orangutanes porque tiene miedo. Tenemos que transmitir que no son peligrosos. Las probabilidades de que ataquen son ínfimas», afirma.
Añade que, sin darles tregua, los continuos asesinatos deliberados de esta especie en peligro crítico solo la acercará a la extinción.