¿Cómo consiguen su color negro los peces de las profundidades del mar?

En la oscuridad de las profundidades del océano, los peces han desarrollado una estrategia para hacerse casi invisibles para sus presas.

Por Elizabeth Anne Brown
Publicado 25 abr 2018, 10:34 CEST
Echiostoma barbatum
El Echiostoma barbatum vive a más de 3.000 metros de profundidad en el Atlántico oriental.
Fotografía de Sonke Johnsen

En la vasta y monótona oscuridad de los océanos, los peces hacen del camuflaje una nueva forma de arte. ¿Cómo te camuflas con nada?

Los peces víbora y criaturas similares se han hecho más negros —estamos hablando de más negros que el negro— para poder esconderse a plena vista.

«Cuando los miras, especialmente en el agua, es como un agujero en el universo», explica Sönke Johnsen, biólogo marino de la Universidad de Duke que estudia a los moradores de las profundidades. Los científicos están aprendiendo cómo estos «peces supernegros» —un nombre general para referirse a las criaturas abisales— hacen que sus cuerpos desaparezcan.

En un nuevo estudio, Johnsen y su colega Karen Osborn descubrieron cómo complejas nanoestructuras en la piel de los peces atrapan los fotones que entran, absorbiendo casi toda la luz que los toca. En enero, el equipo presentó su investigación en la reunión anual de la Society for Integrative and Comparative Biology.

«Esperábamos una gran cantidad de pigmento», afirma Osborn, zoólogo de invertebrados en el Museo Nacional Smithsonian de Historia Natural. «Lo que descubrimos estaba muy organizado, ajustado para volverlos tan negros como fuera posible».

¿Pero por qué es necesario este truco óptico en la oscuridad perpetua?

Un pinball abisal

Como la comida escasea en las profundidades del mar, todos están en el menú. Los animales como los lofiformes han desarrollado un arsenal de herramientas para buscar presas, como espinas parecidas a bigotes que detectan el movimiento. Muchos rastrean su entorno mediante fotóforos, órganos bioluminiscentes que producen luz.

La única defensa del pez abisal es imitar la interminable agua. «Básicamente tiene que absorber cada pizca de luz que llega hasta él», afirma Johnsen.

Eustomias pacificus
El Eustomias pacificus vive en las islas hawaianas.
Fotografía de Sonke Johnsen

Johnsen explica que, para absorber toda esa luz, no basta con tener mucho pigmento negro. La clave está en la superficie de la piel.

Si la piel de un pez es simple y lisa, la luz rebota en los ojos ansiosos de un depredador hambriento. Pero cuanto más compleja sea la estructura de la superficie, más probable es que atrape los fotones, rebotando como si estuvieran en una máquina de pinball.

En experimentos recientes, Osborn examinó la estructura superficial de siete especies de peces supernegros capturadas en la naturaleza. Descubrió paquetes diminutos de melanina, el mismo pigmento oscuro que tenemos los humanos, dispuestos en estructuras microscópicas increíblemente complejas: una partida de pinball muy complicada. La luz no tiene escapatoria.

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    Por primera vez, se ha grabado en la naturaleza una pareja reproductora de peces marinos abisales. La especie se llama Caulophryne jordani. El pez abisal más grande es la hembra. Sus largas espinas flexibles le ayudan a sentir a las presas que atrae. Cuando un diminuto macho encuentra a una hembra, la muerde y se queda como parásito. Sus tejidos se funden. El macho pierde gran parte de su cuerpo. Obtiene nutrientes de la sangre de la hembra y estará preparado para desovar. Nadie había visto nunca a una pareja viva. Kirsten y Joachim Jakobsen descubrieron a esta mientras estudiaban la diversa vida marina de las Azores, un grupo de islas volcánicas portuguesas en medio del Atlántico.

    Según el estudio de Johnsen y Osborn, algunos peces supernegros consiguen una absorción de luz de hasta el 99,9 por ciento. En otras palabras, solo uno de cada mil fotones escapa.

    El negro más negro

    La compañía de estos peces supernegros es también bastante oscura: están dentro del abanico de las criaturas más negras que conoce la humanidad.

    Actualmente, las aves del paraíso australasianas ostentan el récord del «negro más negro», y su plumaje posee la mayor tasa de absorción con un porcentaje del 99,95.

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    Los científicos creen que las complejas microestructuras en las plumas de los machos evolucionaron porque un negro más negro les ayuda a acentuar las partes más coloridas del ave con el objetivo final de impresionar a las hembras, naturalmente.

    Richard Prum, ornitólogo de la Universidad de Yale, se quedó impresionado por el «novedoso mecanismo» que usan estos peces de las profundidades para absorber la luz.

    «En las plumas de las aves y las escamas de las mariposas, básicamente hay cavidades a microescala que atrapan la luz», explica Prum, pero los peces supernegros usan su propio mecanismo óptico interno para absorber la luz a través de gránulos de pigmento.

    Esta singular estructura es de gran interés para los científicos que trabajan en la creación de un supernegro sintético para productos como cámaras, telescopios y paneles solares, sobre todo porque las técnicas de producción actuales son costosas.

    Quizá el Echiostoma barbatum, con su encantadora sonrisa y su luminoso fotóforo púrpura, nos dará la próxima innovación tecnológica.

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