Estas cinco nuevas especies de serpiente succionan a los caracoles de sus conchas
Los nombres de las serpientes se subastaron y los fondos recaudados en el evento se destinarán a la conservación de algunas de las especies.
Tras una larga noche buscando serpientes en Ecuador, Alejandro Arteaga y su equipo de investigadores se disponían a retirarse. En la excursión por una región pantanosa del bosque tropical no habían hallado ninguna serpiente de la especie que buscaban.
Pero mientras conducían bajo la lluvia de vuelta al campamento, Arteaga, estudiante de doctorado en el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York, decidió hacer una última parada.
«La carretera estaba tan cubierta de vegetación densa que podías sacar la mano del coche y coger las hojas, y decidí encender la linterna y empezar a buscar», afirma Arteaga. «Ahí fue cuando vi la primera».
Arteaga vio una pequeña y colorida serpiente que se deslizaba sobre la vegetación empapada por la lluvia. Su cuerpo esbelto y pálido estaba cubierto de manchas de color óxido y negro. Miraba fulminantemente con unos ojos de color azul pizarra.
Más adelante, Arteaga vio a una segunda serpiente similar y se llevó a los especímenes al laboratorio. Tras comparar la serpiente con las especies conocidas y llevar a cabo un extenso análisis genético, Arteaga confirmó que había descubierto a una nueva especie.
Esta criatura recibiría el nombre de Sibon bevridgelyi y es una de las cinco serpientes que se alimentan de caracoles que Arteaga y su iniciativa de conservación Tropical Herping descubrieron en las expediciones a Ecuador en 2013 y 2017. Un estudio que describe sus hallazgos fue publicado ayer en la revista Zookeys.
Aunque acaban de descubrirlas, Arteaga dice que cuatro de las cinco especies ya se encuentran en peligro de extinción por la deforestación y la invasión humana.
Dos expediciones, cinco descubrimientos
Para describir lo que descubrieron, el equipo pasó meses contando escamas y reuniendo mediciones de más de 200 especímenes de museo, y extrajo ADN de casi 100 tipos de serpiente para compararlas con las nuevas.
Las nuevas sierpes pertenecen a los géneros Dipsas o Sibon, que son serpientes no venenosas, arbóreas, que se alimentan de caracoles y que se distribuyen por Sudamérica.
Aunque otras serpientes arbóreas se alimentan de mamíferos y aves que viven en los árboles, las pequeñas especies que descubrieron Arteaga y su equipo consumen caracoles y babosas. Sus hocicos romos y sus mandíbulas flexibles están adaptados para introducirse en las conchas y succionar a los caracoles.
Cuando ataca, la serpiente atrapa el cuerpo del caracol con sus largos y delicados dientes. A continuación, empieza a sorber al gasterópodo empleando sus dientes para sacar al caracol de la concha mientras retrae la mandíbula inferior.
«La serpiente mueve cada parte de [los dientes] dentro de la concha hasta que atrapa la parte más carnosa», afirma Arteaga. «Ocurre en cuestión de minutos».
Actualmente, existen 70 especies reconocidas que se alimentan de caracoles, y son unos de los grupos más diversos de serpientes arbóreas. Los expertos dicen que su inusual dieta es una adaptación de sus nichos ecológicos específicos en los bosques donde los caracoles son habituales.
Los nombres de las serpientes se subastaron para recaudar fondos para la conservación. Las dos bautizadas como Dipsas bobridgelyi y Sibon bevridgelyi, por el ornitólogo y conservacionista estadounidense Robert Ridgely y su difunto padre Beverly Ridgely, fueron descubiertas en los bosques secos ecuatoriales.
Arteaga dice que su serpiente favorita de estas expediciones es la S. bevridgelyi, de ojos azules. «La primera vez que la vi, era muy diferente», afirma Arteaga. «Pensé que sin duda tenía que ser algo nuevo».
Otras serpientes que identificó el equipo tenían ojos rojos, negros o castaños.
El equipo descubrió a las serpientes que más adelante serían Dipsas klebbai y Dipsas oswaldobaezi en las selvas de Ecuador, bautizadas en honor a sus mecenas, Casey Klebba y Oswaldo Báez. La D. georgejetti, también descubierta en esas selvas, recibió el nombre del miembro del Rainforest Trust y fotógrafo George Jett.
Llegar al público general
La selva amazónica está tan llena de biodiversidad que se descubre una nueva especie prácticamente día sí, día no. Pero la destrucción y la degradación de las selvas provocan la extinción y amenazan a las plantas y animales que las habitan.
En lugar de nombrar ellos mismos a las serpientes, el equipo de investigación optó por subastar sus nombres para correr la voz sobre estas nuevas especies y hacer que más personas entiendan las amenazas a las que se enfrentan.
«Nos dimos cuenta de que, en general, no existe un gran vínculo entre el mundo científico y el público general», afirma Lucas Bustamante, biólogo y director de fotografía de Tropical Herping. Los mecenas que contribuyeron a la subasta descubrieron el proyecto de conservación y decidieron apoyarlo.
Todo el dinero recaudado en la subasta se destinará a las iniciativas de conservación. El equipo usó la mitad de los fondos para comprar un terreno de 72 hectáreas donde viven dos de las cinco especies, que la organización de conservación sin ánimo de lucro Fundación Jocotoco añadirá a la reserva de Buenaventura. La otra mitad servirá para financiar las expediciones científicas en Ecuador.
Subastar los nombres de las serpientes no es la primera tentativa del equipo para conseguir que la gente se interese por la conservación. Hace casi una década, Bustamante y Arteaga cofundaron Tropical Herping, una organización que une fotografía, turismo, educación e investigación para preservar a reptiles y anfibios tropicales.
«Intentamos hacer un tipo de ciencia diferente [que haga que] se involucre más gente», afirma Bustamante.