Estas polillas usan sus largas alas y colas para huir de los ataques de los murciélagos
Los científicos han determinado que cuanto más largas son las alas y las colas de las polillas, más posibilidades tienen de sobrevivir al ataque de un murciélago.
Cuando la polilla africana de la luna abre sus grandes alas verdes, se hace casi tan grande como una pala de pimpón. Las criaturas son un hermoso espectáculo que presenciar, y con un cuerpo jugoso y abundante en nutrientes insertado entre alas gigantes, también son un aperitivo preciado para un murciélago hambriento.
Es más, las alas traseras de la polilla cuentan con un par de colas largas que parecen perfectas para atraparlas. Sin embargo, aun cuando los murciélagos usan su superpoder de ecolocalización para encontrar a las polillas, los mamíferos voladores suelen fallar. Pero, ¿cómo lo hacen?
Según un estudio publicado el miércoles en la revista Science Advances, las colas de las polillas de la luna no son una desventaja, sino un recurso para desviar las ondas de sonido que usan los murciélagos para ecolocalizar, o ubicar, a sus presas.
«Parece que los murciélagos tratan a estas polillas con colas como si fueran dos objetivos diferentes que atacar», afirma Juliette Rubin, ecóloga sensorial del Barber Lab de la Universidad Estatal de Boise y autora principal del nuevo estudio.
¿La mejor parte? Los dos objetivos hacen que el murciélago no apunte al centro vulnerable de la polilla.
Para entender cómo funciona, Rubin y sus coautores enfrentaron a murciélagos morenos (Eptesicus fuscus) contra varias especies de polilla de colas con tamaños y formas diferentes, algunas de las cuales habían sido alargadas o acortadas de forma artificial a efectos del estudio. El equipo descubrió una tendencia fascinante:
«Conforme aumenta la longitud de las alas traseras y las colas, las polillas huyen más de sus depredadores», afirma Rubin, que también está becada por la National Geographic Society.
Muere otro día
Unos pocos centímetros más de cola pueden no parecer de gran ayuda, sobre todo si tenemos en cuenta otras adaptaciones contra los murciélagos. La polilla de la cera (Galleria mellonella), por ejemplo, ha desarrollado un oído muy sensible que puede detectar los chillidos del murciélago conforme se acerca. Y las polillas halcón de Borneo (Sphingidae) pueden producir ultrasonidos haciendo vibrar sus genitales y bloqueando el radar de sus enemigos los murciélagos.
Pero las ventajas de la ilusión sensorial que crean las colas de las polillas pueden suponer literalmente la diferencia entre la vida y la muerte.
Con las colas intactas, las gigantes verdes fueron capaces de sobrevivir a un 73 por ciento de los ataques de los murciélagos. Pero cuando Rubin y sus coautores cortaron parte de sus colas, los bichitos solo fueron capaces de huir en un 45 por ciento de los ataques. Y si les quitaban las colas enteras, el porcentaje de huida descendía al 34 por ciento, aunque la capacidad de vuelo de las polillas no parecía verse afectada.
Las colas no parecen hacer que las polillas sean invisibles para los murciélagos. En lugar de eso, las colas alteran la percepción del murciélago, lo suficiente para hacer que ataque descentrado, dirigiendo el ataque hacia las alas traseras o a las colas.
«En realidad sería bastante inusual que los murciélagos agarrasen las colas y las arrancasen, pero aunque lo hicieran, parece que las polillas son capaces de huir de todos modos», explica Rubin.
«Hay que tener en cuenta que son unas polillas de un tamaño bastante impresionante».
Una polilla mejorada
Además de grabar las batallas entre polillas y murciélagos, el nuevo estudio también creó un árbol genealógico detallado, llamado filogenia, de todas las especies conocidas de polilla de seda. Esto reveló que las colas antimurciélago desarrollaron de forma separada y varias veces en esta familia de polillas, en lugar de proceder de un ancestro común. Sugiere que los murciélagos podrían obligar a la polillas a adoptar formas con colas alargadas o ahuecadas mediante la selección natural.
«Lo que más me sorprende es que parece que existen varias formas de burlar el sistema de ecolocalización de los murciélagos y que una serie de polillas parece haber convergido en estas estrategias de forma independiente», afirma Aaron Corcoran, biólogo de organismos que estudia la ecolocalización de los murciélagos en la Universidad de Wake Forest.
Corcoran también destaca otro detalle del estudio: los murciélagos no mejoraron sus métodos para cazar a las polillas de colas largas, pese a pasar varios meses cazándolas noche tras noche.
«Los científicos llevan décadas desvelando lo bien que se les da a los murciélagos percibir el mundo mediante la ecolocalización», afirma. «El hecho de que los murciélagos del estudio nunca aprendieran a capturar a estas polillas, pese al tiempo que tuvieron para hacerlo, demuestra lo integrado que está este punto ciego en la percepción de los murciélagos».
Claro que esto no significa que las polillas hayan ganado la carrera evolutiva.
Las polillas podrían haber encontrado un método infalible para engañar al sónar de los murciélagos, pero con el tiempo, los murciélagos podrían evolucionar para depender menos de su sónar y más de la vista. En ese caso, las colas largas e intrincadas de las polillas podrían pasar de ser una ventaja a una desventaja, hipotéticamente.
Esa es la belleza y el horror de la evolución. Justo cuando crees que has ganado el partido, cambian las reglas. Y entonces, te conviertes en la cena.