Estos lémures podrían automedicarse con milpiés

Los lémures pardos de frente roja podrían incluirse en la lista creciente de animales que parecen emplear plantas y otros animales para tratar sus aflicciones.

Por Jason Bittel
Publicado 6 ago 2018, 13:31 CEST
Lémur pardo de frente roja
El lémur pardo de frente roja podría ser capaz de usar milpiés para combatir los parásitos, según sugiere una nueva investigación.
Fotografía de Louise Peckre

En general, comerse un milpiés no es una buena idea. Ni sería recomendable golpear uno desenfrenadamente y restregártelo sobre los genitales.

Al fin y al cabo, se sabe que los milpiés producen todo un abanico de secreciones tóxicas que mantienen a raya a los depredadores. Algunas especies pueden llegar a provocar quemaduras químicas.

Sin embargo, en noviembre de 2016, la especialista en conducta animal Louise Peckre observó cómo un lémur pardo de frente roja hembra en el bosque de Kirindy, Madagascar, atrapaba un milpiés gigante.  La criatura empezó a alternar entre masticar al miriápodo nocivo y restregárselo sobre el pelaje en torno a la cola y los órganos sexuales. Finalmente, engulló al artrópodo.

Mientras Peckre lo observaba, el lémur encontró otros dos milpiés y repitió la misma rutina. Para cuando terminó, la parte inferior del lémur estaba visiblemente empapada con una mezcla espumosa de saliva y secreciones de artrópodo, de color naranja.

Más adelante, ese mismo día, observó a otros cinco lémures de dos grupos diferentes mostrando el mismo comportamiento. Nunca se había visto antes a estos animales devorando milpiés ni restregándoselos por encima. ¿Por qué lo hacían?

Según Peckre, que estudia la comunicación entre lémures en el Centro Alemán de Primates, es demasiado pronto para determinar el porqué. Pero en un estudio publicado esta semana en la revista Primates, sus coautores y ella justifican de forma convincente que los lémures pardos de frente roja podrían usar las secreciones de los milpiés para automedicarse contra los parásitos intestinales.

Sustancias antiparasitarias

Para entender la posible razón de que los lémures pardos de frente roja se restrieguen toxinas sobre los genitales, primero hay que entender que esta especie contiene una mayor variedad de parásitos gastrointestinales que cualquier otra especie de lémur.

Es más, algunos de estos nematodos pueden provocar erupciones irritantes alrededor de las posaderas de los lémures cuando los gusanos adultos salen por el ano para poner sus huevos en la piel circundante.

Algunos estudios han demostrado que una de las sustancias químicas que producen los milpiés es la denominada benzoquinona, una sustancia que, según se ha demostrado, tiene propiedades insecticidas y antimicrobianas. Aunque es probable que los milpiés usen benzoquinona para evitar que se los coman, los lémures parecen haber aprendido a extraer la sustancia para utilizarla.

Derek Hennen, entomólogo que estudia los milpiés en Virginia Tech, explicó que la vigorosa fricción que emplean los lémures es una táctica astuta.

«Los milpiés secretan más toxinas cuando los perturban de forma continua», afirma Hennen. «Si expulsaran las toxinas de inmediato ante la más leve sacudida, no sería una buena defensa, ya que fabricar nuevas toxinas lleva su tiempo».

El siguiente paso, según Peckre, será demostrar de forma experimental si la benzoquinona mata o disuade a parásitos específicos que afectan a los lémures pardos de frente roja.

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    Milpiés
    Los milpiés producen sustancias tóxicas, como la benzoquinona, que normalmente los hace indigeribles para los depredadores.
    Fotografía de Louise Peckre

    Cuidado personal

    Los lémures pardos de frente roja no serían los primeros animales documentados automedicándose.

    Por ejemplo, hace poco se descubrió que los orangutanes mastican hojas con propiedades antiinflamatorias y se las aplican sobre la piel. Otros lémures, chimpancés, osos pardos y erizos son algunos de los animales que practican el denominado autoungimiento.

    «Algunos usan plantas, otros hormigas, y otros, milpiés», afirma Michael Huffman, del Instituto de Investigación de Primates de la Universidad de Kioto.

    Lo interesante, según Huffman, es que se trata de la primera vez que alguien ha documentado la ingestión de milpiés para posibles usos medicinales. Normalmente, los animales simplemente se aplican el milpiés por vía tópica.

    Hennen tampoco conocía ejemplos en los que un animal se comiera un milpiés con fines medicinales.

    Prevenir: ¿la mejor medicina?

    Como se cree que los milpiés no son una fuente de alimento valiosa para los lémures pardos de frente roja, Peckre y sus coautores tienen la hipótesis de que los animales podrían comérselos por razones diferentes. Específicamente, los científicos creen que unas pocas dosis de milpiés podrían ayudar a prevenir futuras infestaciones parasitarias.

    No está claro cómo los animales son capaces de digerir a los artrópodos venenosos, pero la conducta de fricción podría ayudar a desintoxicar a los milpiés. Se ha observado un comportamiento similar en aves que se restriegan hormigas que secretan ácido fórmico sobre las plumas, posiblemente para que las hormigas sean más digeribles.

    Un lémur pardo de frente roja
    Un lémur pardo de frente roja mastica un milpiés gigante, con la cola visiblemente húmeda con saliva y las toxinas naranjas que secretan los milpiés.
    Fotografía de Japan Monkey Centre and Springer Japan KK, part of Springer Nature 2018

    Curiosamente, los análisis fecales demuestran que los lémures pardos de frente roja experimentan un pico de parásitos al principio de la estación lluviosa, precisamente la época del año en que los milpiés suelen emerger del suelo. Es casi como si la farmacia de los lémures estuviera disponible justo cuando más la necesitan.

    Pero Huffman, que ha estudiado la automedicación en animales, sigue mostrándose escéptico frente a la posibilidad de que los animales sean previsores.

    «La respuesta corta es que no, no hay pruebas suficientes de cuidados preventivos en animales», afirma Huffman.

    Sin embargo, dice que todo animal del planeta es propenso a las enfermedades y los parásitos, de forma que tiene sentido que cada especie encuentre formas de «hacer frente a la incomodidad y volver a su estado “normal”», explica.

    Pero no se ha demostrado si los animales hacen esto de forma intencionada o inintencionada.

    Peckre explica que los numerosos misterios restantes acerca de los lémures deberían dar pie a mayores esfuerzos para conservar los ecosistemas que habitan. El 95 por ciento de las especies de lémures están en peligro de extinción, según una reciente reunión de los principales expertos en primates del mundo.

    «El lugar donde viven está muy amenazado por la deforestación», afirma Peckre. «Es una lucha diaria poder investigar aquí».

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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