Estos cazadores indios atrapan pangolines en peligro de extinción
Las escamas de pangolín se han hecho tan lucrativas en la India que algunas comunidades de caza tradicional persiguen activamente a los animales.
Un estudio publicado en la revista Nature Conservation por investigadores de la Unidad de Investigación de Conservación de Fauna Silvestre (WildCRU, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Oxford y la organización sin ánimo de lucro World Animal Protection aporta nuevos datos sobre la caza de pangolines en la India, un país que suministra los pangolines que entran en el comercio ilegal, pero que se ha estudiado poco.
Los pangolines son mamíferos escamosos que se alimentan de hormigas y viven en Asia y en el África subsahariana. Sus escamas están muy demandadas dentro del comercio ilegal de fauna silvestre, valoradas por su uso en la medicina tradicional china. Dos especies —el pangolín indio y el pangolín chino— habitan el estado indio nororiental de Assam, donde se llevó a cabo la investigación.
Los investigadores entrevistaron a 141 cazadores de las tribus biate, karbi y dimasa en el distrito rural de Dima Hasao, con el objetivo de entender cómo, por qué y en qué medida cazan pangolines. Las personas de estas tribus dependen principalmente de la agricultura y la caza de subsistencia, y la carne de pangolín es una fuente de proteína establecida, aunque no predilecta.
En toda India, se incautaron casi 6.000 pangolines entre 2009 y 2017, según las estimaciones de 2018 de Traffic, la organización de supervisión del comercio de fauna y flora silvestres. Es probable que solo se trate de una fracción del comercio real. Traffic también documentó 90 incautaciones de productos ilegales derivados del pangolín en ese periodo, y más de un tercio tuvieron lugar en el estado nororiental de Manipur, cerca de Assam. Desde el noreste de la India, las escamas suelen viajar a China por Nepal y Birmania, según un estudio de 2015.
Como los pangolines se distribuyen muy ampliamente, son nocturnos y solitarios, se desconocen las cifras demográficas en la India; sin embargo, las ocho especies de pangolín de África y Asia se consideran en peligro de extinción o en peligro crítico de extinción.
El nuevo estudio determina que la mayoría de los cazadores tradicionales de Assam ya no solo capturan pangolines de forma oportunista para uso personal cuando están cazando cualquier otro animal comestible. En lugar de eso, cazan a los animales de forma intencionada, con propósitos comerciales. Eso se debe a que puede ganarse bastante dinero vendiendo las escamas a intermediarios urbanos.
«Si eres un cazador y cazas en busca de proteína, en el pasado veías huellas de pangolín y decías: "no voy a perder el tiempo"», afirma el autor principal Neil d'Cruze, de World Animal Protection y WildCRU. «Pero existe un compromiso más generalizado ahora que ha corrido el rumor de que tienen un valor financiero». Según él, cazar estos animales cuesta trabajo y puede conllevar caminar por el bosque siguiendo las huellas sobre el lodo y pasar horas talando el nido de un pangolín en un árbol o excavando en su madriguera en el suelo.
Aunque el estudio afirma que la venta de escamas de pangolín no es la fuente principal de ingresos de estos cazadores, una sola transacción puede ser una cantidad de dinero que, para ellos, lo cambia todo. Si el cazador forma parte de un grupo, cada persona puede llevarse a casa el sueldo de un mes o incluso más solo vendiendo las escamas. Para un solo cazador, la venta de las escamas equivale al mismo dinero que ganaría en todo un año.
«Encontrar un pangolín es, en cierto modo, como ganar un premio pequeño en la lotería», afirma d'Cruze.
Los cazadores, la base de la cadena de suministro
«Es importante verlo en el contexto de una historia mucho más prolongada de exclusión y marginalización de pueblos tribales en la sociedad india», afirma Rosaleen Duffy, profesora en la Universidad de Sheffield, Reino Unido, y líder del proyecto BIOSEC, que examina los vínculos entre los delitos contra la vida silvestre y la seguridad. «Si la gente no tiene otras oportunidades u opciones, entonces se implicarán en la caza ilegal».
«La persecución directa [de los cazadores furtivos] por parte de las autoridades no siempre es la respuesta adecuada», afirma Jose Louies, director de aplicación de la ley en la organización de conservación sin ánimo de lucro Wildlife Trust of India.
Duffy señala que esto se debe a que en la India existe una historia de aplicación autoritaria de la ley en las comunidades tribales.
«La clave es colaborar con la comunidad y ganarse su apoyo en la conservación, una tarea difícil porque muchas de estas comunidades consideran que la caza es un derecho de nacimiento y no un delito», afirma Louies.
D'Cruze afirma que es importante tener en cuenta el panorama completo a la hora de averiguar cómo reducir la caza ilegal. Explica que las iniciativas para reducir la pobreza a nivel local deben combinarse con iniciativas para reducir la demanda de pangolín en China y Vietnam, y con iniciativas para interrumpir las cadenas de suministro transnacionales en niveles superiores.
«Aunque no cabe duda de que se necesitan intervenciones para reducir la pobreza, sostenemos que es poco probable que dichas intervenciones contribuyan por sí solas a reducir la caza de pangolines», afirma el estudio.
Parece que estos cazadores rurales están siendo explotados por los intermediarios y los comerciantes. La mayoría de los 141 cazadores entrevistados afirmaron que los pangolines «les gustaban mucho» o «les gustaban bastante» y, según d'Cruze, muchos le contaron que daba buena suerte que un pangolín se cruzara en tu camino o entrara en tu casa. Eso, junto al hecho de que todos clasificaban la carne de pangolín en el último lugar de sus preferencias alimentarias, sugiere que la mayoría no tendría interés por cazar pangolines a la escala a la que los cazan ahora, en igualdad de circunstancias.
Pero en una comunidad empobrecida, los beneficios potenciales pueden ser demasiado grandes como para alguien los pase por alto. ¿Cómo puedes criticar a alguien «cuando te dicen que el dinero que obtienen de ese pangolín ha pagado el tratamiento médico que salvó la vida de su hijo?», pregunta d'Cruze.
Además, el estudio determinó que la mayoría de los cazadores no parecen tener ni idea de que las escamas que venden forman parte de un enorme comercio ilegal internacional. Que tantos cazadores apenas sepan por qué la gente compra las escamas «es un argumento más que respalda las inquietudes de que los actores urbanos más ricos explotan a los cazadores rurales», afirma el estudio. De hecho, la mayoría de los cazadores pensaba que los intermediarios compraban las escamas para quedárselas, ya fuera para medicina tradicional (sobre todo para tratar hemorroides) o para protegerse frente a las termitas, para encantos o amuletos de buena suerte, o incluso para desatascar retretes.
Casi todos los cazadores de Assam afirmaron que es más complicado encontrar pangolines ahora que hace cinco años, aunque el nivel de cazas fructíferas parece bajo: solo la mitad, aproximadamente, reconoció haber atrapado un pangolín en el último año.
Pero las pruebas anecdóticas de que los habitantes del medio rural ven menos pangolines, junto a la cantidad de incautaciones, sugiere que la caza de pangolines en la India —y en otras partes de Asia y África— es insostenible.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.