Estos fotógrafos documentan las vidas de gatos callejeros de todo el mundo

Un nuevo libro de fotografía relata la gran odisea de los gatos callejeros, desde Marruecos a Japón.

Por Kristin Hugo
fotografías de Tuul and Bruno Morandi
Publicado 26 dic 2018, 14:11 CET
Un gato descansa en una de las ruinas del yacimiento arqueológico de 2000 años de Éfeso, una antigua ciudad portuaria romana en la actual Turquía.
Fotografía de Tuul y Bruno Morandi

Durante 18 años, Tuul y Bruno Morandi han fotografiado personas, ciudades y paisajes de todo el mundo. Mientras viajaban, empezaron a acumular por accidente fotografías de otro sujeto no humano: las adorables y peludas caritas de los gatos callejeros.

En el libro de Tuul y Bruno, La Grand Odysée des Chats (“La Gran Odisea de los Gatos”), los sujetos felinos se relajan sobre el color azul intenso de los edificios de Chefchaouen, en Marruecos, saltan entre ruinas en Grecia y observan con curiosidad a los pescadores en Japón, aguardando su oportunidad de robarles los desperdicios.

Los propios Morandi son amantes de los gatos. De hecho, dedicaron el libro a su propio gato de 10 años, Mujra, a quien Tuul describe como «precioso y amable».

La pareja se vio atraída por los carismáticos felinos en diversos viajes de trabajo y no pudo evitar sacar fotos de los gatos con los que se encontraban. Cuando tuvieron suficientes fotos, preguntaron a su editor si podían elaborar un libro. El editor accedió y empezaron a documentar a estas criaturas semisalvajes con un enfoque renovado.

Los fotógrafos comparan sacar fotos de gatos con sacar fotos de humanos: «Para nosotros, es casi lo mismo», afirma Tuul Morandi. «Somos el tipo de fotógrafos a quienes le gusta sacar fotos del instante, de la vida cotidiana en las calles». Antes de conectar directamente con sus sujetos, los Morandi intentan conseguir los momentos más auténticos de personas y animales actuando con naturalidad. Después, hablan con los humanos y, si los gatos se lo permiten, los fotógrafos los acarician y conectan también con ellos.

Los Morandi se dieron cuenta de que, en las diferentes ciudades, los gatos suelen tener los mismos hábitos. Pero, como los humanos, algunos gatos son más tímidos que otros. Aunque los gatos «salvajes» suelen distinguirse por su miedo y aversión a los humanos, los gatos «callejeros», «vagabundos» o «comunitarios» a veces son amistosos. «En ocasiones, algunos gatos son muy tímidos, pero en Japón, la mayoría no eran nada tímidos», cuenta Tuul. «Saben que los humanos son amables. Quizá sea la relación que tienen con la gente que les da de comer». 

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    Un gato atigrado naranja mira con curiosidad a otro en una "isla de los gatos" japonesa.
    Fotografía de Tuul y Bruno Morandi
    En Tokio hay varios templos dedicados a gatos. En estos santuarios, los visitantes pueden ver tanto gatos de piedra como felinos vivos.
    Fotografía de Tuul y Bruno Morandi

    En Japón, la gente muestra especial amabilidad hacia los gatos, que incluso tienen una «relación especial» con los pescadores, explica Tuul. Se cree que los animales dan buena suerte y hay templos donde la gente puede adorarlos. Los gatos son también una especie de atracción turística: el país alberga casi una docena de «islas de gatos».

    La cultura, la religión, la historia y las leyendas son parte integrante de la percepción pública de los gatos callejeros. Se dice quel profeta Mahoma predicaba con su querido gato Muezza sobre el regazo y, cuando encontró al animal dormido sobre su túnica, cortó una manga en lugar de molestar a Muezza. «En la mayoría de los países islámicos como Marruecos y [Turquía], tienen una relación especial con los gatos porque el profeta adoraba a los gatos», explica Tuul.

    Sin embargo, los gatos callejeros no gustan a todos. En la mayoría de los lugares, los gatos salvajes se consideraban un depredador invasor y pueden causar estragos con la fauna silvestre local, para preocupación de los conservacionistas. Está ampliamente aceptado que los gatos fuera de casas matan a muchos animales y, en 2013, un metaanálisis publicado en la revista Nature Communications intentó cuantificar esas muertes. El estudio sugería que los gatos domésticos que vagan libremente matan entre 1.300 y 4.000 millones de aves y entre 6.300 y 22.300 mamíferos al año en Estados Unidos.

    Visita Houtong, la aldea de los gatos de Taiwán
    Houtong (猴硐), Taiwan, se conoce como la "aldea de los gatos" (貓村). En su día fue un gran centro de minería de carbón, pero ahora la economía se centra en el "turismo gatuno". Cuando la minería cesó en los 90, la población se desplomó. Pero el ratio gatos-humanos se disparó, ya que hubo quien se mudó sin su mascota. Quienes se quedaron alimentaron a los gatos callejeros. Tras una visita a Houtong en 2007, Jian Peiling, conocida como "Mrs. Kitty" y ahora fotógrafa de gatos profesional, organizó una campaña voluntaria de protección para los felinos. Ha habido momentos tristes. Hay quien ha robado gatos y los ha abandonado en la aldea de los gatos. Los nuevos animales aumentan el riesgo de enfermedad. Los gatos de Houtong reciben vacunas. Y todos son fijos, por eso una población de gatos estable refleja una llegada ilícita. Las estimaciones varían: de 100 a 200 gatos, igual o el doble de la población humana. Los turistas de dos patas son muy bien recibidos. En 2009, la estación de tren de Houtong tuvo más de 25.000 llegadas, un aumento diez veces superior a la década anterior. Pero el año pasado, las visitas llegaron a un millón.

    Sin embargo, el estudio suscitó polémica y los resultados fueron criticados por ser «inestables». Se debe a que no hay registros formales de cuántos gatos callejeros viven en Estados Unidos y los estudios sobre la conducta felina suelen llevarse acabo donde existe una alta densidad insólita de felinos, de forma que obtener una estimación precisa resulta casi imposible. Por su parte, los investigadores tacharon esta duda de «negacionismo científico» por parte de los defensores de los gatos en otro artículo.

    Para mantener bajo control las poblaciones de gatos callejeros, algunas organizaciones utilizan programas denominados Capturar-Esterilizar-Soltar (TNR, por sus siglas en inglés). Los voluntarios esterilizan a los animales callejeros que no pueden asignar a hogares permanentes como mascotas, para que los gatos vivan pacíficamente en las calles sin engendrar más gatitos. En teoría, una TNR suficiente provocaría una extinción pacífica y lenta de los gatos sin duelo, o al menos estabilizaría sus poblaciones. Sin embargo, algunos estudios han determinado que los gatos se reproducen con tanta rapidez que la TNR es solo eficaz si se esteriliza cada año al 75 por ciento de los gatos de una zona.

    Pese a la polémica en torno al impacto medioambiental total de los gatos, la gente de todo el mundo disfruta de su compañía. En Lamu, una isla en la costa de Kenia, los gatos callejeros forman parte de su historia cultural. En Grecia, los animales gozan de protección legal. En los casos en los que aparece gente en las fotos de los Morandi, suelen ignorar o acariciar a las criaturas.

    «Los gatos forman parte de la vida en la calle», afirma.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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