Los leones han reclamado las tierras donde antes los cazaban
En la reserva de Selinda, en Botsuana, los cazadores mataron a todos los leones salvo a dos hembras. Después, llegaron dos machos, y hoy los leones prosperan en la zona.
Cuando los documentalistas Dereck y Beverly Joubert visitaron por primera vez la actual reserva de caza de Selinda, en Botsuana, la caza había diezmado las tierras.
«Vimos que los cazadores de trofeos habían hecho trizas la zona», cuenta Dereck.
Pero más adelante, la pareja de exploradores de National Geographic tuvo la oportunidad de hacer algo al respecto. Cuando la concesión de caza se puso a la venta, recaudaron fondos y la compraron. Durante los últimos 13 años, ha sido una reserva protegida.
Cuando los Joubert adquirieron las tierras, la población de leones había quedado reducida a solo dos ejemplares: una leona y su cachorro, una hembra.
Un día, llegaron dos machos, nadando por el río Cuando desde Namibia. Los leones enseguida empezaron a repoblar la región.
Hoy hay más de cien leones en Selinda, según estima Dereck.
Esta recuperación —relatada en el documental de la pareja, Birth of a Pride— muestra lo que puede ocurrir si se protege adecuadamente a los animales salvajes.
«Si establecemos buenas prácticas de conservación, podemos darle la vuelta a una situación mala», explica Beverly.
Es un antídoto bien recibido entre las malas noticias generales respecto a los leones. Los animales han descendido, desde una población total de 450.000 ejemplares hace 60 años, cuando nacieron los Joubert, a un recuento actual de 20.000 ejemplares.
Mientras trabajaban en el documental, los Joubert —ambos exploradores de National Geographic— presenciaron la increíble determinación que hace falta para sobrevivir siendo un león salvaje. En una escena desgarradora, dos leonas intentan guiar a sus cachorros a través de un río lleno de hipopótamos y cocodrilos. Cuatro de ellos logran cruzarlo, pero dos se quedaron atrás durante la noche.
«Esos dos se quedaron en la orilla temblando entre los juncos y no creíamos que las hembras fueran a volver», afirma Beverly.
Pero entonces, «a primeras horas de la mañana, observamos la silueta de una hembra» cruzando en río en silencio, añade. Las leonas rescataron a los dos cachorros y los cuatro nadaron hasta un lugar seguro.
«Fue un momento muy emotivo, vimos que los cachorros seguían con vida», afirma Beverly. «Intentamos compartir las emociones que sentimos para que el público vea que los leones ya pasan apuros suficientes en su existencia diaria ahí fuera, en la naturaleza, como para que nosotros los exterminemos».
Los Joubert son inflexibles: la caza de leones no es adecuada teniendo en cuenta la pequeña población global de la especie.
Cazar para obtener comida, como cazar ciervos en Estados Unidos donde los superdepredadores han sido prácticamente eliminados en muchas zonas, «no es algo a lo que me oponga», afirma Dereck. Pero matar leones, que están en la cima de la cadena trófica, puede causar estragos ecológicos. Sobre todo matar machos.
Beverly explica que, cuando los cazadores de trofeos matan a uno de los machos adultos, pueden generar una reacción en cadena de muertes. Normalmente, un nuevo macho se introduce en la manada y, para afianzar su liderazgo, mata a los cachorros de su predecesor. Esto también puede provocar peleas mortales entre hembras competidoras.
Sin embargo, sin la caza, los leones se expanden naturalmente a territorios nuevos. Los machos y hembras jóvenes abandonan sus manadas tras varios años y muchos empiezan nuevos grupos familiares en áreas circundantes, algo que ya ha pasado en Selinda.
Los Joubert lo consideran un modelo de lo que podría ocurrir en otras partes.
«No podemos rendirnos ante las malas noticias», afirma Dereck. «Debemos mantener la esperanza».
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.