Este colorido pez se ha convertido en el 9.000º animal de Photo Ark
El Pethia bandula, un pez colorido pero en peligro crítico de extinción que vive en un arroyo de Sri Lanka, se enfrenta a muchos peligros pese a su recuperación reciente.
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Las especies desaparecen a un ritmo mayor que cualquiera en la historia humana y nadie es más consciente de ello que el fotógrafo de National Geographic Joel Sartore.
Sartore es el fundador de Photo Ark, un proyecto documental de 25 años con la meta de fotografiar a animales en cautividad en peligro de desaparecer en la naturaleza. Este archivo sin precedentes de la biodiversidad global contiene imágenes de animales en peligro de extinción, grandes y pequeños, desde el poderoso elefante africano hasta el humilde ratón de playa.
Tras 13 años sumando animales a su archivo, el arca de Noé moderna de Sartore contiene ahora 9.000 especies.
La memorable 9.000º incorporación no podía ser otra que el Pethia bandula. Si nunca habías oído hablar de él, no eres el único. Este pez en peligro crítico de extinción, fuera de cautividad y en un área protegida creada hace poco, solo existe en un solo arroyo en la Sri Lanka rural que mide menos de kilómetro y medio. Su población consta de menos de 1.500 ejemplares.
Aunque estos pequeños peces solo miden poco más de 2,5 centímetros de largo, presentan una ornamentación sorprendente. El Pethia bandula «es uno de los barbos más hermosos que existen», afirma Madhava Meegaskumbura, profesor de biología evolutiva en la Facultad de Ingeniería Forestal de la Universidad de Guangxi. Como en el caso de muchos barbos, los machos de esta especie lucen colores más vivos que las hembras. «Los machos parecen ascuas de color rojo brillante entre la vegetación acuática del arroyo de aguas cristalinas», afirma.
Los barbos, pequeños y coloridos parientes de las carpas y los foxinos, viven en arroyos de agua dulce en regiones tropicales de todo el mundo. A lo largo del siglo pasado, el auge de la agricultura industrial puso en peligro muchos de los arroyos de los que dependen tanto los barbos como otras especies de peces de agua dulce. Y para empeorar la situación, los barbos salvajes suelen ser capturados para el comercio de peces ornamentales.
El asediado barbo
Por desgracia, los peces de agua dulce, que como grupo representan el taxón más amenazado del mundo según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), se enfrentan a peligros similares. «Si seguimos contaminando y modificando su hábitat limitado, o directamente los capturamos y explotamos en cifras insostenibles, seguiremos observando descensos de las especies de peces de agua dulce», afirma Gary Longo ictiólogo de la NOAA estadounidense.
«Los peces de agua dulce son especialmente vulnerables a la extirpación o la extinción por su proximidad a los humanos y el tamaño relativamente pequeño de su hábitat frente al de otras especies marinas», explica Longo. «Son como el canario en la mina de carbón, indican cómo estamos cuidando del medio ambiente. Por desgracia, ya hay muchos canarios muertos».
Cuando se descubrió al Pethia bandula en 1991, se estimaba que su población total era de unos 2.000 ejemplares. Pero una década después de su descubrimiento, había descendido a menos de 300, según un informe de la UICN publicado en 2014.
El único arroyo donde se conoce la existencia del Pethia bandula, ubicado a las afueras de la aldea de Galapitamada, en el distrito suroccidental de Kegalle, en Sri Lanka, atraviesa arrozales y plantaciones de caucho. Los fertilizantes y los plaguicidas de estas operaciones agrícolas acabaron por introducirse en el arroyo, pero por suerte para los barbos, su situación ha mejorado.
La recuperación
En 2013, el Ministerio del Medio Ambiente de Sri Lanka puso en marcha un plan de acción para salvar al Pethia bandula. Este plan, que garantizaba la protección de gran parte del hábitat de los peces y establecía mecanismos basados en la comunidad para conservar a la especie, fue bien recibido por los lugareños.
Cinco años después, la población había aumentado a 1.300 ejemplares, según la última evaluación de la UICN. Además, una serie de zoológicos y acuarios, entre ellos el zoo checo de Plzeň donde Sartore fotografió a la especie, han empezado a criar al Pethia bandula en cautividad con el objetivo de preservarlos.
«Es una criatura pequeña [...] y el hecho de que a la gente le importe lo suficiente como para conservarla me da mucha esperanza», afirma Sartore. «Si la gente se detuviera y prestara atención a este pececillo, quizá prestarían atención a cosas más grandes».
Las «cosas más grandes» a las que se refiere son el cambio climático, la pérdida de hábitat y la contaminación desbocada.
Sartore afirma que tomar una decisión tan sencilla como comer menos carne o limitar el uso de fertilizantes en el jardín puede reducir en gran medida el impacto individual en los ecosistemas de agua dulce de los que dependen los barbos y muchas más especies.
Con la documentación de la especie 9.000º, Sartore dice que quiere que su gigantesco archivo de animales «inspire al público para que se preocupe por la conservación y cambien su comportamiento mientras aún quede tiempo».
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.