Los jabalíes: un problema creciente en las zonas urbanas de Hong Kong
Estos cerdos salvajes han conquistado a algunos ciudadanos, para desaliento del gobierno.
Un miércoles por la mañana en una de las áreas residenciales de lujo de Hong Kong, un jabalí echaba una pacífica siesta en el arcén. Parecía ignorar el ruido del tráfico en hora punta que pasaba a escasos centímetros de distancia, algo que ofendía mucho a la señora Kuk, una residente local. Mientras sacaba fotos con su teléfono, dijo que «siempre» ve a este macho en particular por la zona: «Es cada vez más atrevido. Mírelo, durmiendo aquí, como si no hubiera humanos a su alrededor». La última vez que lo vio, estaba rebuscando entre la basura. Llamó a la policía.
La ciudad de 7,3 millones de habitantes no es precisamente un bastión para la fauna silvestre. Extranjeros y lugareños la consideran una jungla de asfalto y acero. Pero su imagen oculta una abundante fauna y flora: no se ha construido en tres cuartos de su terreno y casi el 40 por ciento está protegido, lo que aporta un hábitat exuberante para un alto nivel de biodiversidad.
Durante la mayor parte de la historia de la ciudad, personas y jabalíes —el mayor animal terrestre autóctono de Hong Kong— coexistieron en paz. Los animales eran una molestia ínfima para los aldeanos o aparecían de vez en cuando ante senderistas que se aventuraban en los parques al amanecer o atardecer. Pero en los últimos cinco años, algo ha cambiado: parecen ser ubicuos.
En 2018, Hong Kong recibió una cantidad récord de quejas por jabalíes: 929, más del triple que en los cinco años anteriores. La mayoría habían sido presentadas por ciudadanos asustados que no saben qué hacer cuando se los encuentran. En otros casos se necesita intervención policial, como cuando los animales se adentran en zonas urbanas y son incapaces de volver al bosque. En algunos casos insólitos, la gente ha sufrido heridas leves por mordiscos o golpes.
Para abordar el problema, el departamento de agricultura cuenta con un equipo de seis personas dedicadas a responder a las quejas y diseñar soluciones, un equipo que el gobierno pretende triplicar para finales de 2019. Solo en este año fiscal, se han dedicado casi 400.000 euros al problema.
No hay estimaciones de la cantidad de jabalíes que viven en Hong Kong, pero sin depredadores naturales en la zona y la fuente continua de comida humana, está claro que la población se ha convertido en un problema. El jabalí (Sus scrofa) es un omnívoro muy adaptativo que puede pesar entre 70 y 270 kilogramos. El área de distribución de estos mamíferos se extiende hasta Marrakech al oeste y hasta Brisbane al este, siendo uno de los mamíferos más ampliamente distribuidos del planta. También han sido introducidos en las Américas, donde se consideran plagas.
Con un área de distribución tan amplia, no sorprende que las autoridades de Hong Kong no sean las únicas obligadas a gestionar jabalíes urbanos. Barcelona y Bruselas, por ejemplo, tienen su propia lucha con estos cerdos salvajes. Pero Hong Kong es especial en dos sentidos. En primer lugar, con los enormes rascacielos de la ciudad, construidos al pie de montañas cubiertas de bosques, los jabalíes se aventuran en entornos hiperurbanizados, como entre edificios de apartamentos o dentro de centros comerciales. En segundo lugar, la gente no deja de alimentar a los jabalíes.
«Es la razón principal de que los jabalíes hayan empezado a acudir a zonas urbanas», explica Chan Po-Lam Chan, integrante del equipo gubernamental encargado de los jabalíes. «La gente adora a estos cerdos».
Durante 35 años, Hong Kong ha intentado controlar la población del mismo modo que otros lugares: cazándolos. Se otorgaron licencias a dos equipos de voluntarios civiles para cazar a los animales, pero el gobierno puso fin al programa en 2017. A medida que encontrarse con jabalíes era cada vez más habitual, también aumentaba su popularidad, lo que hizo que los métodos letales de control demográfico resultaran polémicos. (Unos pocos ciudadanos formaron incluso una organización denominada «Hong Kong Wild Boar Concern Group» para presionar en contra de la medida.) Se había vuelto demasiado peligroso, teniendo en cuenta la distribución cada vez más urbana de los jabalíes.
Hace menos de dos años, el gobierno empezó a experimentar con el control de natalidad. Disparan tranquilizantes a las hembras, las capturan y les administran una vacuna anticonceptiva o las esteriliza mediante un proceso quirúrgico. Como medida final, son puestas en libertad en zonas más remotas de Hong Kong.
La población de jabalíes salvajes debería decrecer, pero mientras tanto el gobierno ha iniciado una agresiva campaña de educación pública. Se han colocado carteles ilustrados en los que aparecen personajes de estilo anime en los parques, que aconsejan no alimentarlos, perseguirlos ni sacarse selfis con ellos.
«[La educación] es muy difícil, porque mucha gente está empeñada en darles de comer», afirmó Po-Lam, con indicios de exasperación en la voz. Esta persistencia es casi admirable. Pese a las multas y las citaciones judiciales, algunas personas siguen alimentándolos. En un caso, un reincidente fue pillado al día siguiente de haberlo multado.
A pesar de su frustración, Po-Lam no guarda rencor a los amantes de los animales. En un incidente, su equipo respondió a una llamada por un jabalí que se había quedado atrapado en alambre de espino. Al tener demasiado miedo a los humanos, el jabalí no les permitió acercarse. Solo progresaron cuando recurrieron a la ayuda de alguien a quien el jabalí reconocía, una persona que le daba de comer con regularidad.
Paul Zimmerman, político del distrito de origen neerlandés, ha tenido que crear una carpeta especial para las numerosas quejas por jabalíes de sus electores: «Perros, gatos, serpientes, jabalíes y cacatúas». (Hong Kong tiene una pequeña población de cacatúas salvajes, que a veces son víctimas de la caza furtiva para el comercio de mascotas.) Cuando comprobó los correos electrónicos de la carpeta, encontró 484.
Ahora, los jabalíes están empatados con el tráfico y el transporte como tema principal de las quejas que recibe. Pero no le importa: «En cierto modo, es divertido abordar este tema. Hay un problema con el jabalí, pero es fantástico que haya tantos».
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.