El extraño pez ataúd puede aguantar la respiración durante cuatro minutos

Los peces ataúd, del género Chaunax, utilizan sus branquias hinchables para llenarse el cuerpo de agua marina, el primer descubrimiento de este tipo en un pez.

Por Joshua Rapp Learn
Publicado 28 jun 2019, 12:13 CEST
Chaunax endeavouri
El Chaunax endeavouri es una de las más de 20 especies del género Chaunax, o peces ataúd. Los animales tienen aletas pectorales especializadas que les permiten desplazarse por el fondo del mar.
Fotografía de Kelvin Aitken, Alamy

Con el nombre de «pez ataúd», cabía esperar que estas criaturas de aspecto extraño hubieran evolucionado para prosperar en el oscuro fondo marino.

Los científicos ya sabían que estos moradores de las profundidades poseen aletas especiales para «caminar» sobre el lecho marino. Pero ahora, un nuevo estudio revela otra adaptación de los peces ataúd: enormes cámaras branquiales hinchables que expanden el cuerpo del animal con agua salada, lo que les permite absorber más oxígeno y aguantar la respiración hasta cuatro minutos.

Este comportamiento podría ser un método de ahorro de energía en un entorno donde escasea la comida. Se trata del primer descubrimiento de esta conducta en un pez.

Este pez plano "camina" impulsándose con las aletas
Este lenguado del Pacífico "andante" tiene una forma inusual de desplazarse. Los peces planos, como las platijas, los lenguados y los fletanes, viven en el lecho marino y se alimentan de animales del fondo. Para moverse, los peces plano aprietan algunos radios de las aletas para formar un "pie-aleta". En una secuencia de ondas, el pez utiliza sus "pies" para moverse sobre el lecho marino. El movimiento es solo una de las adaptaciones de estos peces para vivir en el lecho marino.

«Mola bastante, es como un método de inflación diferente que no usa ningún otro pez», afirma Stacy Farina, coautora del estudio y profesora adjunta de biología en la Universidad Howard. Los peces globo, por ejemplo, ingieren grandes cantidades de agua marina para expandir sus estómagos elásticos.

Estudiar dichas adaptaciones en las profundidades del mar ayuda a los biólogos a conocer mejor las diferentes formas en que han evolucionado las criaturas en ambientes extremos.

Existen más de 20 especies de pez ataúd, que en realidad son un tipo de bostezador, distribuidas por todo el planeta a profundidades de hasta 2500 metros.

 «Se han adaptado por completo para ser animales del lecho marino. Casi nunca nadan», añade el coautor Nick Long, que llevó a cabo la investigación como alumno de posgrado de biología en el Dickinson College de Pensilvania. «Algunas personas los tachan de vagos»

La vida a poca velocidad

Para el estudio, Farina y Long diseccionaron e hicieron TAC de especímenes de peces ataúd en el Museo de Zoología Comparativa de la Universidad de Harvard, donde Farina es investigadora posdoctoral. También estudiaron vídeos de varias especies de peces ataúd vivos grabados por drones operados por el buque Okeanos Explorer de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica estadounidense.

Según la investigación, publicada recientemente en el Journal of Fish Biology, los bostezadores poseen cámaras branquiales hinchables que pueden incrementar su volumen corporal en un 30 por ciento. Farina explica que, si fuera una persona, sería como si hinchara los pulmones hasta alcanzar el tamaño del abdomen entero.

Al equipo le intrigaba especialmente la capacidad singular del pez para aguantar la respiración que, según sugería el vídeo, forma parte de su patrón respiratorio normal. Según Farina, dicha conducta se observa a menudo en animales con pulmones, aunque los peces gato contienen la respiración de forma esporádica ante la escasez de oxígeno.

Los científicos sospechan que los peces ataúd hinchan el cuerpo para conservar la energía; al fin y al cabo, la respiración exige esfuerzo.

Aunque los peces ataúd pueden comer cualquier cosa que les quepa en la boca —peces, pulpos, gusanos—, «resulta bastante improbable que las presas aparezcan cada día», afirma Long.

John Caruso, profesor emérito de la Universidad de Tulane que no participó en el estudio, lo describió como «excelente».

Lo único que le preocupa es que los peces ataúd del vídeo del dron podrían haber aguantado la respiración porque les molestaba el brillo de la luz del dron submarino. Según él, se necesitarán más observaciones para confirmar que la práctica forma parte de su comportamiento respiratorio habitual.

¿A la defensiva?

El estudio sugiere que, además de ahorrar energía, la expansión de los peces ataúd podría ser un método defensivo contra los depredadores similar al de los peces globo.

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    Sin embargo, Hsuan-Ching Ho, profesor adjunto del Instituto de Biología Marina de la Universidad Nacional de Dong Hwa, en Taiwán, que describió tres nuevas especies de pez ataúd en 2016, duda que esto sea cierto.

    Esto se debe a que los peces globo pueden contener el agua de mar en las entrañas para mantener esa forma aunque los aprieten o los muerdan, mientras que las cámaras branquiales de los peces ataúd están abiertas, es decir, que el agua puede escaparse si los muerden.

    Sin embargo, Caruso sostiene que el mecanismo de defensa es una «hipótesis plausible».

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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