No, las escamas de pangolín no contienen opioides
Los investigadores desmienten los rumores de que las escamas del mamífero, cuyas poblaciones están siendo diezmadas por la caza furtiva, contienen tramadol.
El laboratorio forense del Servicio de Pesca y Fauna Silvestre estadounidense en Ashland, Oregón, es el primer centro del mundo dedicado a los animales. Se autodescribe como «un laboratorio policial “típico” salvo por que las víctimas son animales».
En el laboratorio, los expertos forenses trabajan para determinar la causa de muerte de los animales, identificar la especie o subespecie de un animal a partir de una pequeña muestra de tejido (como un pelo o una pluma) y ayudar a las fuerzas del orden estatales, federales e internacionales a determinar si se ha cometido un delito contra la vida silvestre. De haberse cometido, los científicos del laboratorio también reunen y analizan las pruebas.
Recientemente, cuatro científicos del laboratorio se han dedicado a probar un rumor relativamente nuevo sobre las escamas de pangolín: que contienen tramadol, un analgésico opioide del que, como todos los opioides, la gente puede abusar.
La forense de especies silvestres Rachel Jacobs y sus colegas examinaron las firmas químicas de fragmentos de escamas de más de 100 pangolines y no hallaron restos de tramadol. Publicaron sus hallazgos en junio de 2019 en la revista Conservation Science and Practice.
«Hay mucha desinformación en torno a este tema», afirma Jacobs.
Difundiendo rumores
Los pangolines, los únicos mamíferos del mundo con escamas reales, están amenazados en toda su área de distribución en África y Asia debido a la caza furtiva para el tráfico de especies silvestres. La demanda de sus escamas en la medicina tradicional china es alta, ya que se dice que tratan afecciones como la artritis y facilitan la lactancia cuando las madres tienen dificultades. Aunque el comercio internacional de pangolines y sus partes está prohibido, China aprueba cada año el uso de unas 29 toneladas de escamas (el equivalente a unos 73 000 pangolines) en medicinas comerciales tradicionales.
Sin embargo, en torno a 2010, los medios locales del Sudeste Asiático empezaron a alegar algo nuevo: que las escamas de pangolín contenían tramadol y que por eso las estaban contrabandeando a Estados Unidos.
Las escamas de pangolín solo constan de queratina, la misma proteína que compone nuestras uñas y pelo, así como los cuernos, garras y pezuñas de otros animales. No tiene ningún valor medicinal probado científicamente. Jacobs se enteró de los rumores sobre el contrabando de escamas de pangolín a Estados Unidos por su supuesto contenido de tramadol cuando investigaba algo relacionado. «Nos sorprendió. Pensamos que era un poco raro. No lo habíamos escuchado nunca», afirma.
El equipo forense investigó esta afirmación y descubrió aún más noticias sobre los pangolines y el tramadol. También empezaron a recibir llamadas de la policía preguntando si era cierto o no.
Los científicos ya estaban investigando cómo usar las escamas para diferenciar las especies de pangolín, así que decidieron llevar a cabo un análisis químico para buscar la presencia de tramadol. Tal y como esperaban, no encontraron nada.
«El estudio es importante porque necesitamos que la ciencia desmienta las afirmaciones falsas sobre los usos medicinales, sobre todo cuando están implicadas especies en peligro de extinción», afirma Paul Thomson, biólogo de conservación y fundador de la ONG Save Pangolins, que no participó en la investigación.
Parar la demanda
Jacobs espera que desmentir este mito detenga el aumento de la demanda de escamas de pangolín como analgésico y droga recreativa. Según ella, se desconoce cuánto ha impulsado esta creencia falsa la demanda de escamas de pangolín, pero debido a lo explotados que están los animales debería hacerse todo lo posible para evitar someterlos a más presión.
Reducir la demanda de productos del tráfico de fauna silvestre como el marfil de elefante, el cuerno de rinoceronte y las escamas de pangolín es un arte que los conservacionista aún tratan de dominar. Cuesta cambiar el comportamiento de los consumidores y es algo difícil de medir, pero Jacobs espera erradicar la falacia del tramadol.
A diferencia de la medicina tradicional china, que ha existido durante milenios y cuyas raíces se remontan a creencias históricas y culturales, esta idea apareció recientemente y parece haber surgido de la nada. Como tal, Jacobs dice que «quizá no tenga el mismo tipo de historia asociada a ella que puede hacer que sea difícil cambiarla».
Frente a los consumidores mayores cuyas creencias arraigadas sobre la medicina tradicional son más fuertes, «este enfoque basado en la ciencia influirá más en la gente joven y formada», afirma Sue Lieberman, vicepresidenta de políticas internacionales de la ONG Wildlife Conservation Society con sede en el Bronx.
Promover alternativas es una forma de ayudar a que la gente deje de usar escamas de pangolín como analgésico. «Existen muchas medicinas disponibles que reducen el dolor y que no matan a los pangolines», afirma Thomson.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.