Descubren los restos del ave moderna más antigua documentada hasta la fecha

Esta antepasada primitiva de los patos y los gallos merodeó hace 66,7 millones de años por las orillas de la Europa moderna antes del impacto del asteroide que desencadenó una extinción masiva.

Por John Pickrell
Publicado 19 mar 2020, 10:48 CET
Asteriornis maastrichtensis
Una imagen en 3D del cráneo del ave moderna más antigua que se ha documentado, Asteriornis maastrichtensis.
Fotografía de Daniel J. Field, Universidad de Cambridge

Hace 20 años, cerca de la frontera entre Bélgica y los Países Bajos, el buscador de fósiles aficionado Maarten van Dinther recogió un bloque de roca monótono del tamaño de una baraja de cartas. Aunque entonces no lo sabía, este trocito de piedra contenía el cráneo diminuto y perfectamente conservado del pariente directo de las aves modernas más antiguo que se ha descubierto hasta la fecha, un ave que vivió en la era de los dinosaurios.

El equipo internacional de científicos que analizó el fósil le ha puesto el mote afectivo de wonderchicken («pollo maravilla») y ha determinado que el animal vivió hace 66,7 millones de años, solo 700 000 años antes del impacto del asteroide que mató a todos los dinosaurios no aviares. La especie, que lleva el nombre de Asteriornis en un trabajo publicado el miércoles en Nature, se ha descrito a partir de fósiles de las extremidades traseras y el cráneo y presenta rasgos similares a los de los patos y los gallos, lo que sugiere que estaba emparentada con el antepasado que comparten ambos grupos.

Asteriornis maastrichtensis
Reconstrucción de un artista del ave moderna más antigua documentada (Asteriornis maastrichtensis) en su hábitat original. Algunas partes de Bélgica estuvieron cubiertas por un mar poco profundo hace 66,7 millones de años y las condiciones eran similares a las de las playas tropicales modernas, como las de las Bahamas. El Asteriornis tenía patas bastante largas y podría haber merodeado por este litoral prehistórico.
Fotografía de Illustration by Phillip Krzeminski

«Se trata de un hallazgo extraordinario y emocionante, que revela nueva información sobre un capítulo poco conocido de la evolución aviar», afirma Gerald Mayr, ornitólogo y experto en evolución aviar del Instituto de Investigación Senckenberg de Frankfurt, Alemania, que no participó en el nuevo estudio.

El Asteriornis era un ave limícola de patas largas que probablemente volaba y merodeaba por las playas de la Europa del Cretácico superior, que por aquel entonces albergaba cadenas de islas en mares cálidos y poco profundos y un clima similar al de las Bahamas.

Coetáneo del T. rex

«Esta es la primera vez que observamos el cráneo conservado de un ave moderna de la era de los dinosaurios. El Asteriornis nos aporta la imagen más clara del aspecto de las aves modernas en la época en la que aún vivían los T. rex y los Triceratops», declaró Daniel Field, líder del estudio y paleontólogo de la Universidad de Cambridge.

El fósil de 66,7 millones de años procede del hemisferio norte, mientras que el resto de los vestigios de las aves modernas del Cretácico se han hallado en el hemisferio sur. Dichos fósiles incluyen los huesos de una especie con aspecto de pato llamada Vegavis, descubiertos en rocas de 66,5 millones de años en la península antártica y descritos en 2005.

Aunque muchas aves vivieron en la era de los dinosaurios, la mayoría formaba parte de grupos arcaicos, como las enantiornitas, un grupo de aves con dientes que se extinguió junto a la mayoría de los animales terrestres más grandes. Todas las aves modernas surgieron de un solo grupo llamado neornitas, que apareció hacia el final del Cretácico.

«El espécimen es precioso, es la primera neornita buena del Cretácico», afirma Jingmai O’Connor, experta en fósiles de aves del Instituto de Paleontología y Paleoantropología de Vertebrados en Pekín, China, que no participó en el nuevo estudio.

Según explica O’Connor, hasta ahora la mayoría de los fósiles de aves del Cretácico emparentadas con especies vivas han sido «fragmentarios y dudosos», pero el nuevo hallazgo sugiere que es posible hallar parientes de las aves modernas bien preservados que vivieron antes del impacto y de la extinción masiva.

La anatomía del «pollo maravilla»

Es probable que el Asteriornis se pareciera al último antepasado común de los Anseriformes, un orden de aves que incluye a patos y gansos, y los Galliformes, como los pollos y los pavos. «Ya sabíamos que estos clados se dividieron durante el Cretácico, así que sabíamos que los antepasados de estos grupos ya existían. Pero ahora los paleontólogos por fin han descubierto uno», afirma O’Connor.

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    Cráneo del Asteriornis
    Un modelo a tamaño real impreso en 3D del fósil del cráneo del Asteriornis, sostenido por el autor principal del nuevo estudio, Daniel Field, de la Universidad de Cambridge.
    Fotografía de Daniel J. Field, Universidad de Cambridge

    Los cráneos de los gallos y los patos vivos «son muy distintos en la actualidad, así que el cráneo del Asteriornis proporciona el primer atisbo del aspecto probable del cráneo del antepasado común más reciente de estos grupos», afirma Field.

    Entre otros grupos de aves vivas que habrían aparecido durante el Cretácico figuran los paleognatos, como los avestruces, los emúes, los ñandús y los casuarios. Los Palaeognathae, los Anseriformes y los Galliformes son unas de las ramas más profundas del árbol familiar de las aves modernas y muchos otros grupos de aves podrían no haber aparecido hasta después del impacto del asteroide.

    Un descubrimiento fortuito

    Tras descubrir los fósiles de Asteriornis en el año 2000, van Dinther donó los especímenes al Museo de Historia Natural de Maastricht en los Países Bajos. John Jagt, el comisario del museo y coautor del nuevo estudio, envió a Field los cuatro bloques de piedra de los que sobresalían huesos de extremidades en 2018.

    A partir del aspecto exterior de los fósiles, Field no albergaba muchas esperanzas de encontrar huesos de extremidades rotos poco interesantes. Sin embargo, las aves del Cretácico superior son poco comunes, así que decidió someter los fósiles a una tomografía en alta resolución para ver qué se escondía dentro de la roca.

    Field y uno de sus estudiantes de doctorado, Juan Benito, se quedaron perplejos cuando descubrieron «un cráneo en 3D perfectamente conservado y casi completo de un ave moderna», cuenta Field. «Es el primer cráneo de un ave moderna de toda la era Mesozoica y uno de los fósiles del cráneo de un ave mejor preservados de cualquier época».

    Field afirma que el descubrimiento fue uno de los momentos más emocionantes de su carrera científica hasta la fecha. El nombre científico que pusieron a la especie procede de Asteria, la diosa titánide griega de las estrellas fugaces que se convirtió en una codorniz, un nombre pertinente para un ave que vivió poco antes del impacto que marcó el fin de la era de los dinosaurios, según Field.

    La reconstrucción de la historia aviar

    En los últimos años, una serie de hallazgos ha arrojado luz sobre los orígenes prehistóricos de los grupos de aves vivas y sobre cómo estos animales lograron sobrevivir a una de las mayores extinciones masivas en la historia de la Tierra. Mayr explica que en los últimos años se han descrito como especies los fósiles de aves de Nueva Zelanda y la Antártida que vivieron poco después del impacto.

    Como muchos de los fósiles de aves modernas más antiguos se han hallado en el hemisferio sur, como la anterior ave moderna más antigua conocida (la Vegavis de la Antártida), algunos paleontólogos habían sugerido que las aves modernas surgieron en el supercontinente meridional de Gondwana durante la era de los dinosaurios. En cambio, el descubrimiento de un ave aún más antigua que el Vegavis en el hemisferio norte ha cuestionado esta teoría.

    «En este momento, creo que lo único que podemos asegurar es que los orígenes geográficos de las aves modernas son un misterio. Solo los descubrimientos futuros de fósiles podrán desvelarnos en qué parte de la Tierra aparecieron las aves modernas», concluye Field.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.
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