Este dinosaurio podría haber sido caníbal

Las marcas de mordiscos en huesos fosilizados sugieren que el feroz Allosaurus podría haberse alimentado de los restos de miembros de su propia especie, posiblemente en épocas de vacas flacas.

Por John Pickrell
Publicado 28 may 2020, 11:04 CEST
Cráneo de un Allosaurus

El cráneo de un Allosaurus del Jurásico descubierto en el monumento nacional de los Dinosaurios de Utah. Los fósiles de Allosaurus con marcas de mordiscos sugieren que el dinosaurio canibalizaba a otros Allosaurus muertos.

Fotografía de Breck P. Kent, Earth Scenes/Nat Geo Image Collection

El hallazgo de fósiles con marcas de mordiscos sugiere que al menos un tipo de dinosaurio pasaba tales aprietos que empezó a alimentarse de los miembros de su propia especie.

El 29 por ciento de los 2368 huesos fosilizados desenterrados desde 1981 en la cantera Mygatt-Moore del Jurásico Superior tienen marcas de mordiscos; es seis veces más de lo que suele encontrarse en yacimientos similares, según indican los autores del estudio en la revista PLOS One. Los huesos incluyen evidencias de que el Allosaurus, el carnívoro más abundante en el sitio con diferencia, canibalizaba a su propia especie.

El canibalismo entre dinosaurios no es necesariamente sorprendente. Muchos grandes depredadores, como los cocodrilos y los aligátores, devoran a miembros de su propia especie en determinadas circunstancias. «Todos los grandes depredadores actuales devoran a su propia especie, ya sea un dragón de Komodo, un oso o un león. Si hay un animal muerto, los carnívoros se lo comen», afirma Mark Lowen, paleontólogo del Museo de Historia Natural de Utah en Salt Lake City.

Allosaurus peleando

En esta ilustración, unos Allosaurus pelean por los restos de otros dinosaurios.

Fotografía de Brian Engh

Lo raro es descubrir evidencias de canibalismo en el registro fósil, indica la autora principal Stephanie Drumheller, paleontóloga de la Universidad de Tennessee en Knoxville: «Solo tenemos buenas pruebas del canibalismo en un par de especies de terópodos». Saber cuándo y dónde se producía este fenómeno truculento puede revelar detalles fundamentales sobre el estado de los ecosistemas prehistóricos.

«Quizá ocurría algo raro en este ecosistema y los animales tenían que ganarse cada nutriente, por eso se alimentaban de la carroña que quedaba en el paisaje», sugiere Drumheller.

Su equipo cree que los dinosaurios podrían haber muerto en los alrededores de un abrevadero que sufrió periodos prolongados de sequía. Sus cadáveres quedaron enterrados bajo el sedimento, pero fue un proceso lento.

«Tenemos la broma de que, si pudieras retroceder en el tiempo y visitar [la zona], probablemente olería fatal porque todo apunta a que estos cadáveres y estos restos yacían en el paisaje durante periodos prolongados», añade.

La historia de las marcas de mordiscos

El sitio fósil de Mygatt-Moore forma parte de la Formación Morrison, una amplia capa de rocas que data de hace unos 150 millones de años. Esta capa se extiende a lo largo de los Estados Unidos occidentales y ha sido una de las fuentes de fósiles de dinosaurios más productiva del país.

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    Tibia de un Allosaurus

    Esta perforación en el hueso fosilizado de la tibia de un Allosaurus desvela que el dinosaurio se alimentaba de los cadáveres de sus compañeros muertos.

    Fotografía de Stephanie Drumheller-Horton, fósiles de los Museums of Western Colorado

    En otros yacimientos importantes de la Formación Morrison, los huesos presentan menos marcas de mordiscos. En la cantera de dinosaurios de Cleveland-Lloyd de Utah, por ejemplo, «menos del 5 por ciento de los 20 000 huesos tienen marcas de mordiscos», explica Lowen, que describió una nueva especie de Allosaurus a principios de este año y no es uno de los autores del estudio.

    En cambio, Mygatt-Moore «es un lugar mucho más fructífero», dice. «Lo interesante de este estudio es que han descubierto un montón de marcas de mordiscos de terópodos en los huesos. Eso quiere decir que los cuerpos estaban en la superficie y que podían alimentarse de la carroña».

    Aunque la mayor parte de los 684 huesos fosilizados con marcas de mordiscos pertenecían a dinosaurios herbívoros cuellilargos denominados saurópodos, 83 pertenecían a dinosaurios terópodos, miembros de un grupo que incluía a todas las especies carnívoras.

    Se cree que la gran mayoría de los huesos de dinosaurios carnívoros de la cantera son del Allosaurus de nueve metros de largo, mientras que otros podrían pertenecer a un depredador más primitivo denominado Ceratosaurus. También se han descubierto otros grandes terópodos de antigüedad similar —Torvosaurus y Saurophaganax— en otros sitios fósiles de la Formación Morrison.

    «Tenemos una colección dominada por los Allosaurus, con marcas de mordiscos de terópodos por todas partes. Nos permite saber que algunas de las marcas de mordiscos eran de Allosaurus y las hemos encontrado en Allosaurus», afirma Drumheller. Cree que todas las especies de dinosaurios carnívoros de la zona podrían haberse alimentado las unas de las otras de vez en cuando.

    Aunque investigaciones de hace varias décadas ya indicaban la existencia de pistas de canibalismo en Allosaurus, el nuevo estudio presenta «las pruebas más sólidas hasta la fecha» de que estos dinosaurios se canibalizaban, indica Thomas R. Holtz, paleontólogo que estudia dinosaurios carnívoros en la Universidad de Maryland en College Park.

    De los varios terópodos que habitaron estos ecosistemas del Jurásico Superior, el Allosaurus «tiene los dientes más robustos y por consiguiente estaba mejor adaptado para el contacto diente-hueso», propone. Esto, junto a la forma y el tamaño de los rasguños y las estrías específicas creadas por los dientes serrados del Allosaurus, se traduce en que «el peso de la evidencia apunta a que se trata de mordiscos de Allosaurus, es decir, canibalismo».

    Drumheller y su coautora Julia McHugh, de los Museos de Colorado Occidental, que gestionan la cantera Mygatt-Moore, sostiene que es probable que, en la mayoría de los casos, los Allosaurus se alimentaran de sus compañeros muertos, pero no mataran a los miembros de su propia especie para devorarlos. Muchas marcas de mordiscos se sitúan en algunas de las partes más irregulares y menos nutritivas de los cadáveres, como los huesos de los dedos de los pies, una prueba de que los carroñeros se alimentaban de restos de dinosaurios que habían muerto hacía un tiempo.

    «Lo que sea que se comiera estas partes llegó cuando el proceso de descomposición de los restos estaba bastante avanzado, porque nunca irías a por los dedos de los pies si la cavidad abdominal aún estuviera disponible», explica.

    Vértebra de Allosaurus

    Un primer plano de una vértebra de Allosaurus muestra las marcas estriadas, supuestamente dejadas por los dientes serrados de otro terópodo.

    Fotografía de Stephanie Drumheller-Horton, fósiles de Museums of Western Colorado

    Holtz, que no es uno de los autores del estudio, añade que los hallazgos son interesantes porque «es raro encontrar pruebas inequívocas de conducta carroñera en dinosaurios, ya que es difícil documentarla directamente».

    Drumheller afirma que, aunque normalmente los paleontólogos esperan hallar esqueletos fosilizados lo más prístinos y completos posibles, lo que más la emociona son huesos como los de Mygatt-Moore que «están más dañados».

    «Mucha gente ve estos huesos maltrechos con hendiduras y agujeros y les parece terrible, pero a mí me dejan alucinada», afirma. «Si lo que te interesa es el ecosistema y las interacciones entre estos animales —quién se comía a quién, qué pasaba cuando morían—, entonces lo feo es aún más útil».

    Sigue a John Pickrell en Twitter.
    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.
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