La saliva de las cecilias, unos anfibios con aspecto de gusano, podría ser venenosa

El veneno es muy poco común en anfibios, lo que hace que estas criaturas ciegas y sin piernas sean aún más raras.

Por Jason Bittel
Publicado 6 jul 2020, 11:11 CEST, Actualizado 24 abr 2024, 16:48 CEST
Dermophis mexicanus

La Dermophis mexicanus (en la foto, un individuo del Zoo de St. Louis en Misuri) es una de las 200 especies de cecilias conocidas.

Fotografía de Joël Sartore, National Geographic Photo Ark
Cecilia o gimnofiones
  • Nombre común: Cecilia o gimnofiones
  • Nombre científico: Gymnophiona
  • Clase: Anfibio
  • Vida media: Desconocido
  • Tamaño: De 9 centímetros casi 1,5 metros

Las cecilias, unas criaturas con aspecto de gusanos, tienen una piel suave y brillante y se parecen mucho a las serpientes. Con todo, la saliva de algunos de estos animales sin patas podría ser venenosa y es posible que se trate del primer ejemplo hallado en anfibios.

Existen casi 200 especies de cecilias que viven en bosques tropicales de todo el mundo, desde la Idiocranium russell de Camerún, de nueve centímetros, hasta el gigante de 1,5 metros Caecilia thompsoni de Colombia.

La mayoría de los animales vive bajo tierra, por eso «los cecilias podrían ser el grupo de vertebrados menos conocido», afirma Carlos Jared, biólogo evolutivo del Instituto Butantan de São Paulo, Brasil, y autor del nuevo estudio sobre los animales. Algunas especies están tan adaptadas a la vida subterránea que han perdido los ojos.

Ya se sabe que las cecilias tienen hileras de dientes puntiagudos —dos arriba y dos abajo— que probablemente ayuden a los depredadores a atrapar y engullir lombrices. Pero cuando analizaba cecilias capturadas en Brasil, Jared descubrió un conjunto de glándulas dentales que nunca se habían descrito y que producen saliva y, posiblemente, enzimas venenosas. Con todo, advierte de que se necesitan más análisis para confirmar que la saliva de las cecilias es realmente venenosa.

De serlo, las repercusiones serían asombrosas, señala Emma Sherratt, bióloga evolutiva de la Universidad de Adelaide en Australia que no participó en el estudio.

Por una parte, significaría que el veneno se desarrolló de forma independiente tanto en anfibios como en reptiles, lo que podría reconfigurar lo que sabemos sobre la evolución del veneno. También presenta un misterio intrigante: ¿por qué no tienen saliva venenosa las ranas y las salamandras?

Caecilia pachynema

Un espécimen de museo de Caecilia pachynema revela sus tres hileras de dientes.

Fotografía de Alejandro Arteaga

El único anfibio venenoso conocido es la rana Corythomantis greeningi, que también vive en Brasil y que «pica» mediante una combinación de glándulas de veneno y espinas afiladas en la cara.

Excavadoras expertas

Se había documentado la presencia de estas glándulas dentales en las cecilias de la isla de Fregate en 1935, pero se confundieron con las glándulas mucosas más típicas, que abundan en los animales.

Jared explica que las glándulas de la cabeza de las cecilias, por ejemplo, producen un lubricante para facilitar que se desplacen a través de la tierra. En el otro extremo, las colas de las cecilias tienen glándulas que producen veneno, supuestamente para desalentar a los depredadores si intentan perseguirlas por sus caminos subterráneos.

Para la investigación, Pedro Luiz Mailho-Fontana —líder del estudio y biólogo evolutivo del Instituto Butantan— y sus colegas analizaron muestras de saliva de dos cecilias Siphonops annulatus adultas para determinar qué sustancias químicas contenían. Descubrieron una familia de enzimas llamada fosfolipasa A2 que es frecuente en criaturas venenosas como avispas, escorpiones y serpientes.

Según el estudio, publicado el 3 de julio en la revista iScience, el equipo sacrificó cuatro especímenes para estudiar la composición física de las estructuras glandulares y examinaron a dos de los animales con un microscopio electrónico.

Aunque preferirían haber estudiado más animales, es difícil encontrar cecilias: Mailho-Fontana cuenta que puede tardarse hasta 20 horas en localizar a una de estas excavadoras expertas y sacarla del suelo.

¿Por qué tendrían saliva tóxica?

Cuando puedan adquirir más especímenes, Mailho-Fontana espera colaborar con expertos en bioquímica y farmacología para conocer la función real de las glándulas. Pero sospecha que la saliva de las cecilias podría ayudar a neutralizar a las lombrices gigantes de las que se alimentan y facilitar su digestión.

Aunque muchos se imaginan aguijones de abeja y colmillos de serpiente en lo que respecta a la administración de veneno, Mailho-Fontana afirma que muchos venenos han evolucionado a partir de la saliva. En el pasado, el propósito inicial de los líquidos bucales podría haber sido la lubricación y después habrían evolucionado para facilitar la digestión y, finalmente, para causar daño. Entre otros animales con saliva venenosa figuran las serpientes, los dragones de Komodo y mamíferos como las musarañas, los loris perezosos y los murciélagos.

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    Alejandro Arteaga, biólogo y presidente de Tropical Herping, un turoperador dedicado a la observación de reptiles y anfibios, contó por email que las cecilias le han mordido con sus bocas a lo Alien en numerosas ocasiones y que no sintió ningún efecto duradero «salvo el dolor inmediato del pinchazo mecánico de los dientes».

    Arteaga coincide con los autores en que, si lo tienen, es probable que el veneno se desarrollara para ayudar a las cecilias a abatir o disolver a las presas, no para defenderse contra los depredadores.

    «Nos sorprenden constantemente»

    Kevin Arbuckle, toxicólogo evolutivo de la Universidad Swansea en el Reino Unido, afirma que es «bastante plausible» que las cecilias sean venenosas si tenemos en cuenta que están infraestudiadas.

    En cambio, el análisis de las enzimas no resulta «particularmente convincente», dijo Arbuckle por email. «Todas las glándulas orales producen un amplio abanico de enzimas, entre ellas muchas de las mencionadas». En otras palabras, los animales pueden albergar esta familia de enzimas en su saliva sin tener una variedad venenosa.

    «Dicho esto, es un trabajo interesante y no me cabe duda de que dará pie a muchos estudios de seguimiento que ampliarán lo que sabemos sobre un grupo de vertebrados poco conocido», afirma.

    Sherratt añade que, aunque el estudio es una «aportación sólida, nos deja muchas más preguntas que respuestas».

    «Pero bueno, con las cecilias es así», afirma Sherratt. «Nos sorprenden constantemente».

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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