Los demonios de Tasmania regresan a Australia continental por primera vez en 3000 años

Los científicos esperan que la reintroducción de estos depredadores equilibre los ecosistemas asediados por las especies invasoras.

Por Jason Bittel
Publicado 5 oct 2020, 13:36 CEST
Demonio de Tasmania

Los demonios de Tasmania, conocidos por sus temperamentos feroces, se han visto afectados por un cáncer facial contagioso en las últimas décadas.

Fotografía de Aussie Ark

Han pasado 3000 años desde que el áspero grito del demonio de Tasmania resonó en los bosques de la Australia continental. Pero ahora, gracias a una tenaz iniciativa de reintroducción, han regresado 26 de estos diablillos amenazados.

Estos marsupiales, que tienen el tamaño aproximado de un perro pequeño, son famosos por su ferocidad y sus fuertes mandíbulas, que pueden reducir grandes cadáveres a migajas en cuestión de minutos. Pero en los años noventa, la especie se vio afectada por un cáncer de boca mortal y contagioso que hizo que su única población silvestre, en el estado isleño de Tasmania, quedara reducida a solo 25 000 animales.

Se desconoce por qué la especie desapareció de Australia hace milenios, pero es probable que se debiera a las acciones humanas, cuando los cazadores mataron a la mayor parte de la megafauna del continente y los demonios se quedaron sin nada que comer.

Como carroñeros, los demonios desempeñan un papel crucial en el mantenimiento del equilibrio y la salud del ecosistema, por eso los científicos se han esforzado tanto por recuperarlos.

«Hemos trabajado durante más de una década para llegar a este momento», cuenta Tim Faulkner, presidente de AussieArk, una organización dedicada a la recuperación de las especies. El grupo colabora estrechamente con las organizaciones Global Wildlife Conservation y WildArk para organizar la liberación de animales criados en cautividad en una zona vallada de 400 hectáreas llamada Refugio de Fauna de Barrington, al norte del parque nacional Cumbres Barrington, en Australia oriental.

Pese a su reputación temible, «no suponen ninguna amenaza para los humanos ni la agricultura», añade.

Con todo, reintroducir animales es un empeño incierto, así que los científicos organizaron una liberación parcial de 15 demonios en marzo de este año. El equipo empleó collares de rastreo por radio para vigilar a los demonios liberados y colocó cadáveres de canguros para que los animales se alimentaran y se adaptaran a su nuevo hogar. Después de que todos los demonios mostraran señales de prosperidad, los científicos liberaron a otros 11 ejemplares el 10 de septiembre y ahora los animales están prácticamente solos.

«Son libres. Están ahí fuera», afirma Faulkner. «Tenemos algunos medios básicos para vigilarlos. Pero básicamente ahora depende de que los demonios hagan lo suyo».

Combatir especies invasoras

Para prepararse para la llegada de los demonios, el equipo de Faulkner valló un gran tramo de bosque de eucaliptos protegidos, retiró las plantas invasoras, despejó la horajasca que puede provocar incendios forestales y empleó el control letal compasivo para retirar a todos los zorros y gatos asilvestrados, depredadores introducidos que han devastado a las poblaciones de pequeños mamíferos del continente.

Demonios de Tasmania en su nuevo hogar

Los demonios de Tasmania entran en su nuevo hogar en el bosque de eucaliptos de Australia oriental.

Fotografía de WildArk

Los gatos asilvestrados no depredan a los demonios; de hecho, son los felinos los que deberían estar preocupados.

«La presencia de los demonios en el paisaje parece disuadir un poco a los gatos», afirma David Hamilton, experto en demonios de Tasmania y ayudante de investigación de la Universidad de Tasmania que no participó en el proyecto de reintroducción. Normalmente, los demonios no se alimentan de gatos, sino que los obligan a cazar durante el anochecer y el amanecer para evitar toparse con los demonios nocturnos.

Puede parecer insignificante, pero este pequeño cambio de comportamiento puede proteger a las especies autóctonas nocturnas, como los bandicuts, ya que varias especies de este grupo se consideran amenazadas en Australia. Hamilton señala que las poblaciones de bandicuts aumentan donde los demonios son más prominentes que los gatos.

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    Esto es exactamente lo que Faulkner y otros científicos esperan que hagan los demonios de Tasmania en Australia: estabilizar el ecosistema del continente contra los invasores.

    Pero lo que ocurrirá cuando los demonios tengan que enfrentarse a los zorros comunes, que son más grandes que los gatos y cuyo tamaño es más similar al de los demonios, es «una gran incógnita», advierte Hamilton.

    También está la cuestión de si reintroducir a los demonios tendrá consecuencias imprevistas para otras especies sensibles. Por ejemplo, en 2012, una población introducida de demonios en Maria Island, en la costa de Tasmania, provocó la desaparición de varias colonias de pardelas de Tasmania.

    Los gatos asilvestrados y los pósums de cola de cepillo (o zarigüeyas australianas), que no son autóctonos de la isla, ya depredan aves marinas y, aunque los demonios de Tasmania empezaron a eliminar a dichos depredadores, también empezaron a devorar los huevos y los polluelos de las aves marinas.

    «En teoría, no deberían tener repercusiones negativas [en Australia]», afirma Hamilton. «Pero hay que pensar en el ecosistema en su conjunto cuando se hacen cosas como estas, y esa es una gran incógnita».

    Por eso es particularmente importante que la reintroducción comience dentro de un entorno amplio, pero vallado, añade.

    «Un abrir y cerrar de ojos ecológico»

    Si todo va bien, las tres organizaciones de conservación planean liberar otros 40 demonios de Tasmania en el mismo bosque protegido a lo largo de los dos próximos años. Y tendrán compañía.

    Desde la retirada de los gatos y los zorros, el equipo de Faulkner también ha empezado a liberar otras especies autóctonas amenazadas en el mismo hábitat, como ualabíes parma, bandicuts de nariz larga, canguros rata de hocico largo y canguros rata rojizos.

    En los seis próximos meses, AussieArk pretende liberar más ejemplares de esas especies, además de quoles orientales, ualabíes cola cepillo de las rocas y bandicuts marrones meridionales.

    Estos pequeños mamíferos son cruciales para mantener el medio ambiente limpio y sano mediante la dispersión de semillas y reducir la intensidad de los incendios forestales al escarbar entre la hojarasca y acelerar su descomposición.

    «La verdad es que todo se reduce a estos pequeños ingenieros terrestres del ecosistema que revuelven la hojarasca», afirma Faulkner. «Un bandicut revuelve una cantidad de tierra equivalente a [el peso de] un elefante cada año. Un solo bandicut».

    Añade que, si los experimentos salen bien, cerca hay otras 150 000 hectáreas de terrenos protegidos para expandir las reintroducciones.

    «La verdad es que creo que, con el paso del tiempo, veremos que el demonio se convertirá en una parte normal de la Australia continental», afirma Faulkner. «Estaba aquí hace 3000 años. Eso es un abrir y cerrar de ojos ecológico».

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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