¿Por qué se golpean el pecho los gorilas macho? Un nuevo estudio ofrece pruebas intrigantes

King Kong hizo famoso este comportamiento, pero los científicos saben muy poco sobre por qué estos grandes simios realizan esta exhibición percutiva.

Por Jason Bittel
Publicado 9 abr 2021, 15:31 CEST
Un gorila de montaña macho se golpea el pecho

Un gorila de montaña macho se golpea el pecho en el parque nacional de los Volcanes, en Ruanda.

Fotografía de Nature Picture Library / Alamy Stock Photo

Desde que King Kong apareció en la gran pantalla por primera vez, en 1933, el enorme simio ficticio ha expuesto a audiencias de todo el mundo a un comportamiento muy real de los gorilas: golpearse el pecho.

Pero quizá te sorprenda saber que, aunque los científicos han especulado acerca de los significados de esta exhibición percutiva, en realidad apenas hay pruebas del motivo por el que los gorilas macho se golpean el pecho de vez en cuando.

«Es una exhibición impresionante», dice Edward Wright, primatólogo del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Alemania. «Puede ser aterrador. No quieres meterte con él».

Curiosamente, aunque los golpes en el pecho de un gorila de montaña parezcan indicar agresividad, una nueva investigación de Wright demuestra que este comportamiento puede prevenir la violencia entre estos animales, que pueden llegar a pesar casi 225 kilos.

Los gorilas de montaña viven en grupos familiares muy unidos liderados por los machos de espalda plateada, cuya autoridad es desafiada de forma constante por otros machos. Al anunciar su tamaño, su situación de apareamiento y su capacidad de lucha con sonidos que pueden recorrer largas distancias por la espesa selva tropical, los espaldas plateadas indican a posibles rivales que es mejor que se lo piensen dos veces antes de iniciar una trifulca.

Para estudiar este comportamiento con un detalle histórico, Wright y sus colegas pasaron más de 3000 horas observando a gorilas de montaña —una especie en peligro de extinción— en el parque nacional de los Volcanes, en Ruanda.

Entre 2014 y 2016, mientras luchaban contra las picaduras de insectos y se orientaban por el terreno escarpado y montañoso del parque, los científicos observaron más de 500 golpes en el pecho de 25 machos diferentes. Se mantuvieron a una distancia segura de los animales, que se han habituado a la presencia de los investigadores, pero siguen siendo muy vulnerables a las enfermedades humanas.

Los científicos, cuyo trabajo fue financiado parcialmente por la National Geographic Society, empleó equipo de sonido para grabar las frecuencias de los golpes en el pecho, así como el número de golpes y la duración de cada exhibición. Finalmente, buscaron relaciones entre estas variables y el tamaño de los gorilas. Para hacerlo, el equipo analizó fotografías para medir la anchura máxima de los hombros de los animales.

Los resultados desvelaron que los gorilas de montaña más grandes producían sonidos de frecuencias más bajas que los gorilas más pequeños, posiblemente porque los gorilas de mayor tamaño tienen alvéolos más grandes cerca de la laringe. Esto quiere decir que golpearse el pecho no es una simple exhibición visual, sino lo que el estudio describe como una «señal honesta de capacidad competitiva», no muy distinta del ruido del caimán y el bramido del bisonte.

Aunque estudios anteriores han demostrado que el tamaño corporal de un gorila está vinculado a la dominancia y al éxito reproductivo, la idea de que los golpes en el pecho también comunican parte de esa información era especulativa, según indica el estudio, publicado en la revista Scientific Reports.

 

«Lo pensábamos y lo sospechábamos, pero no había datos reales para respaldar esta afirmación», afirma Roberta Salmi, primatóloga del Laboratorio de ecología del comportamiento de los primates en la Universidad de Georgia, que no está vinculada a la investigación. «Me alegré de ver estos resultados por fin».

La tarjeta de visita de King Kong

Aunque los golpes en el pecho son habituales en películas y en otras representaciones de la cultura popular, todavía nos equivocamos sobre muchas facetas de su comportamiento.

Por ejemplo, los gorilas reales no se golpean el pecho con los puños cerrados. Se ahuecan las manos, lo que amplifica los sonidos. También se colocan en postura erguida, quizá como una forma más de asegurarse de que se oigan sus golpes a casi un kilómetro de distancia.

Los espaldas plateadas se golpean el pecho más a menudo cuando las hembras que protegen están en estro, el momento en que son más propicias a aparearse. Pero los machos no se pasan el día golpeándose el pecho, como suelen mostrar las películas.

De hecho, Wright descubrió que cada macho se golpeaba el pecho una media de casi 1,6 veces cada 10 horas. Los gorilas macho de menor nivel, o subordinados, también presentan este comportamiento, así como las crías de gorila macho cuando juegan.

Wright dice que no parece haber relación entre lo grande o dominante que es un macho y cuántas veces se golpea el pecho, ni cuánto tiempo duran sus exhibiciones. Pero una secuencia de golpes en el pecho podría comunicar la identidad de un animal, o la «firma individual», a otros animales, dice.

Unos gigantes no tan bonachones

Aunque los gorilas poseen músculos gigantescos y caninos largos, los animales rara vez llegan a las manos. Wright cree que esto se debe, al menos en parte, a que los golpes en el pecho permiten que los machos se midan sin llegar a las manos.

«Aunque sea probable que ganes una pelea, sigue habiendo un factor de riesgo bastante elevado», afirma. «Son animales grandes y fuertes que pueden hacer mucho daño».

Para los machos más pequeños, el sonido de un espalda plateada golpeándose el pecho puede disuadirles de acercarse. Del mismo modo, un espalda plateada puede escuchar los golpes de un macho más pequeño que está cerca y decidir que es demasiado insignificante para molestarse.

Como la frecuencia máxima de los golpes en el pecho se sincroniza con el tamaño del cuerpo —que a su vez está relacionado con la dominación y el éxito reproductivo—, los gorilas hembra también tienen muchos motivos para estar atentas a las exhibiciones. Unos golpes en el pecho especialmente impresionantes podrían atraer a las hembras a un grupo cercano como si fueran un canto de sirena, aunque esta teoría aún no se ha estudiado.

Salmi también ha investigado los golpes en el pecho en los gorilas occidentales de llanura, una especie relacionada. Algo intrigante es que la especie también aplaude —aparentemente para alertar a otros de un posible peligro—, un comportamiento que, por ahora, no se ha observado en gorilas de montaña.

Teniendo en cuenta los resultados del nuevo estudio, Salmi señala que el siguiente paso será comprobar cómo utilizan los gorilas la información codificada en los sonidos de los golpes en el pecho.

«Será muy interesante ver cómo escuchar los golpes en el pecho en su entorno puede afectar a sus movimientos y a su toma de decisiones respecto a las zonas que utilizar en su hábitat», afirma.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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