El enigma de los tiburones blancos: en busca de los escualos gigantes del Mediterráneo
Un tiburón blanco persigue a su presa en la costa de Sudáfrica. Aunque suele asociarse a las aguas templadas y a las grandes poblaciones de mamíferos, como los lobos marinos, en el Mediterráneo existe una población misteriosa desde hace cientos de miles de años, pero no sabemos mucho sobre ella.
Un chico está sentado encima de una plataforma de pesca en un pequeño barco, con la caña arqueada por la tensión. La película se interrumpe y vemos al niño dirigirse a su padre con el puño cerrado y victorioso mientras observa su captura, un pequeño tiburón plateado atado al costado del barco. De fondo, una canción popular local suena por la radio, mezclándose con el sonido del mar y las gaviotas.
Entonces, la cámara capta algo en el agua: una aleta del color del hollín, que sigue al barco. Segundos después, una cabeza negra con forma de torpedo sale del agua y ataca la presa del pescador. El agua se convierte en un caos de espuma y sangre mientras la criatura sacude la cabeza de un lado al otro, haciendo pedazos la captura; su ojo es una bola de billar blanca. Fuera de cámara, el padre del niño —con urgencia en la voz— dice: «uno squalo bianco»; un tiburón blanco.
Podría ser una escena de cualquier película, pero, por supuesto, es real: son imágenes grabadas por el pescador Stefano Catalani mientras practicaba la pesca deportiva con su hijo, Nicola, en 1998. Su identificación no deja lugar a dudas: el animal que arranca la captura de su barco es un tiburón blanco, considerado probablemente el depredador más formidable —y demonizado— del mundo.
Además, el tiburón es enorme: según las estimaciones en aquel momento, el tiburón medía unos seis metros de largo, lo que se acerca al récord de una especie que suele ser observada devorando lobos marinos en las costas de Australia, Sudáfrica y California. Sin embargo, el vídeo de Catalani se rodó a 24 kilómetros de la costa de Rimini, en Italia. Se cree que era el primer tiburón blanco grabado vivo en el Mediterráneo, pero en realidad es solo un pequeño hito en la larga historia de la especie en una de las vías navegables más transitadas del mundo.
¿Hay tiburones blancos en el Mediterráneo? Sí. Se sabe poco de ellos, pero probablemente lleven aquí mucho tiempo. Y es probable que antes hubiera muchos más.
Antiguos demonios marinos
Teniendo en cuenta las prósperas civilizaciones que surgieron en torno a las costas de este mar encajado entre África y Europa —como los antiguos griegos, los otomanos y los antiguos egipcios—, no es de extrañar que sus marineros se fijaran en los tiburones.
El que se considera el primer ataque de tiburón documentado de cualquier tipo se produjo en el Mediterráneo, registrado en un jarrón descubierto en Nápoles y datado del 725 a.C. En el infame relato del historiador griego Heródoto en Las Historias se describe que 300 barcos persas, dirigidos por el invasor Mardonio, naufragaron en los acantilados del monte Atos y sus tripulaciones fueron devoradas por «monstruos marinos».
Los malteses solían referirse al silfjun, un «tiburón del tamaño de una ballena», y un noble local del siglo XVII llamado Giovanni Francesco Abela escribió acerca de un «monstruo marino aterrador con hileras dobles de dientes» que apareció varado en la isla. Todo ello pinta un panorama en el que los tiburones no solo se hacen notar, sino que son abundantes, y en el que también se producen conflictos entre humanos y tiburones.
Una imagen del Icones Animalium, publicado en Roma en 1560, muestra lo que se considera un marinero atacado por tiburones y una raya gigante. Las imágenes de tiburones desde la antigüedad hasta la Edad Media muestran un enfoque desigual de la percepción de los tiburones, con muchos dibujos distorsionados o inexactos. Pero incluso los relatos más antiguos revelan conflictos entre tiburones y humanos en el Mediterráneo —que ha estado rodeado de países marineros desde los albores de la civilización moderna— que se remontan al año 725 a.C.
El caso más macabro tuvo lugar en 1908, cuando un tiburón blanco hembra de 4,5 metros fue capturado en la costa de Capo San Croce, en el este de Sicilia, con tres cadáveres humanos en el estómago. Sin embargo, por mucho que esto pinte una imagen condenatoria, se cree que estos restos —de un hombre, una mujer y un niño— fueron víctimas de un reciente tsunami causado por el terremoto de Mesina, y no necesariamente víctimas del tiburón. Asimismo, se descubrió que la criatura contenía los restos de un perro y una vaca.
En general, el panorama actual de ataques de tiburones en el Mediterráneo es bastante bajo, sobre todo teniendo en cuenta el volumen relativamente pequeño de agua y la gran cantidad de personas que la utilizan con fines recreativos y utilitarios. Sea cual sea la situación de cualquier tiburón en el mar, es improbable que los humanos tengan mucho que temer. Con más de 100 millones de tiburones asesinados por los humanos por cada cuatro humanos asesinados por tiburones cada año, (en 2020 hubo un pico inusual de 10, ninguno en el Mediterráneo) los que sufren son los tiburones. Pero pensar en la presencia del más famoso de todos en estas costas sigue siendo espeluznante. Aunque, en general, no sabemos mucho sobre ellos. Y es probable nuestras posibilidades disminuyan, ya que los expertos están de acuerdo en que las poblaciones de este exigente depredador probablemente están descendiendo, como ocurre con muchas otras especies en el Mediterráneo.
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«No cabe duda de que, en su día, los tiburones blancos fueron mucho más abundantes en el Mediterráneo que en la actualidad», escribe por correo electrónico Alessandro De Maddalena, profesor adjunto de zoología de vertebrados en la Universidad de Milano-Bicocca, investigador de tiburones y autor de Mediterranean Great White Sharks: A Comprehensive Study.
«Esto no solo es cierto en el caso de los tiburones blancos, sino que también hay pruebas que demuestran que muchas especies de tiburones han sufrido un pronunciado descenso en los últimos 50 años, [volviéndose] poco comunes o raras debido a la sobrepesca del tiburón o de sus presas».
Documentar a los tiburones es un asunto peliagudo que se ve afectado por las dificultades de cualquier análisis cuantitativo que se base en fuentes cualitativas. Para investigar para su libro, De Maddalena creó el Banco de Datos de Tiburones Blancos de Italia, un proyecto en curso cuyo fin es catalogar todos los testimonios de apariciones del tiburón en el Mediterráneo, desde la Edad Media hasta la actualidad.
Por lo general, se trata de avistamientos de marineros, pescadores, buceadores, investigadores y personal militar, pero también se incluyen fuentes más transversales del registro público, como recompensas pagadas por el tiburón, cuadros que representan altercados u otras pruebas de su presencia, como marcas de mordiscos en cadáveres de ballenas. A continuación, se cotejaron con la morfología y el comportamiento del tiburón para descartar una identificación errónea y se reforzaron con registros de otras fuentes, como el Archivo Internacional de Ataques de Tiburones (GSAF, por sus siglas en inglés), con sede en Princeton, Nueva York. Actualmente, el banco de datos cuenta con 640 registros, de los cuales, según De Maddalena, «80 son dudosos».
Un cartel advierte a los bañistas de la presencia de tiburones blancos cerca de la playa de Lighthouse, en Cape Cod, Massachusetts. En 2020, Estados Unidos fue el país con más ataques de tiburones no provocados, documentando 33, de los cuales tres fueron mortales. En Australia ocurrieron 18 ataques no provocados y seis fueron mortales.
«Puede haber dudas sobre la identidad exacta de la especie, el registro puede ser una copia de otro registro con detalles erróneos o inexactos, la fuente puede no ser fiable al cien por cien...», explica. «Obviamente, cuando un caso es muy dudoso no se incluye en la base de datos».
Tiburones «monstruosos»
Otro aspecto con lugar a dudas es el tamaño. Los registros de tiburones blancos concretos capturados por pescadores —a propósito o por accidente— en el Mediterráneo representan una parte fundamental del registro. Aunque muchos de ellos aparecen con dimensiones infladas por el orgullo de quienes los capturaron, se han medido varios especímenes con fiabilidad suficiente como para sugerir que los tiburones del Mediterráneo son bastante fornidos teniendo en cuenta los estándares de los tiburones blancos. Y puede que el motivo no sea la abundancia de presas.
«El Mar Mediterráneo es una zona importante para la reproducción, ya que el canal de Sicilia es la principal zona de parto de las hembras de tiburón blanco y también una zona fundamental de cría para los recién nacidos y las crías», explica De Maddalena. «Por eso es normal que en la zona se hayan observado tantos tiburones blancos que han alcanzado la madurez sexual, que a veces pueden alcanzar tamaños enormes».
De los ejemplares confirmados que De Maddalena considera fiables, el más grande fue probablemente una hembra de entre 6,6 y 6,8 metros capturada en Marsella, Francia, el 15 de octubre de 1925; un tiburón de casi el mismo tamaño capturado en Filfla, Malta, en 1987; y otras tres hembras, cuyo tamaño se estima en entre 6 y 6,2 metros, capturadas en Sicilia en 1961, Mallorca en 1976 y Halkidiki, Grecia, en 1985.
Advierte que estos datos se basan en pruebas fotográficas, pero razona que «a partir de los especímenes del Mediterráneo, hay pruebas sólidas de que los tiburones blancos alcanzan los 6,6 metros de longitud total».
Un tiburón blanco capturado en una red para atunes en Favignana, Italia, por pescadores que participan en el festival anual de pesca de Mattanza en Italia. (Año desconocido.) Se sabe que los tiburones se reproducen en las aguas del canal de Sicilia debido a las poblaciones de atún que hay en la zona.
Otro recurso que De Maddalena encontró valiosísimo para recabar datos fueron los ejemplares conservados en museos de toda Europa: más de 100 piezas de unas 50 instituciones. De los tiburones capturados que todavía pueden medirse, el más grande es un espécimen disecado en el Museo de Zoología de Lausana, Suiza: una hembra capturada en la costa de Maguelone, Francia, el 13 de octubre de 1956. «El antedicho tiburón blanco hembra de 589 centímetros se midió con precisión en el momento de la captura y todavía se puede medir a partir del molde, lo que lo convierte en el mayor espécimen con un tamaño indiscutible del que se tiene constancia», explica De Maddalena.
Aunque solo sea por eso, estos tiburones demuestran el alcance de la distribución de la especie: Malta, Grecia, Francia, Sicilia, Mallorca y, recientemente, Túnez, y esos son solo los ejemplares capturados. Lo que es más difícil de comprender es la distribución y las poblaciones de tiburones que siguen ahí fuera.
Una cuestión de identidad
Con dientes bajos y triangulares, un hocico corto, ojos negros y aletas gruesas, el squalo blanco suele ser un tiburón inconfundible cuando se presenta un ejemplar, sobre todo si se combina con su prodigioso tamaño. Pero en el agua puede ser más difícil de determinar. Con una parte superior de color gris plomizo que se confunde con el agua desde arriba y un vientre blanco como la nieve —un patrón de coloración conocido como «contracoloración»— pueden ser difíciles de avistar cerca de la superficie tanto por sus presas como por los observadores interesados. Los otros tiburones mediterráneos de la familia Lamnidae, como el marrajo sardinero y el marrajo dientuso, se parecen lo bastante a su infame pariente como para que los pescadores y los observadores inexpertos los agruparan bajo un nombre colectivo.
«En algunos idiomas locales, se utilizó un único nombre común durante mucho tiempo», dice De Maddalena. «Palabras como pescecane en italiano y haifisch en alemán se emplearon durante siglos para referirse a todas las especies de tiburones de la familia Lamnidae». Esto, explica, probablemente se debió al desconocimiento del tiburón más grande, debido a su rareza relativa. «El tiburón blanco era habitual en algunas zonas del Mediterráneo hace mucho tiempo, mientras que hoy en día los encuentros cercanos con humanos en el Mediterráneo son poco comunes».
“A partir de los especímenes del Mediterráneo, hay pruebas sólidas de que los tiburones blancos alcanzan los 6,6 metros de longitud total.”
Y aunque esta confusión puede llevar a que los supuestos avistamientos de tiburones blancos sean documentados de forma inexacta, este error de identidad también puede funcionar a la inversa. Según De Maddalena, «incluso los pescadores experimentados suelen confundir a los tiburones blancos jóvenes con marrajos de tamaño similar. Este es el motivo principal por el que la mayoría de las capturas de tiburones blancos juveniles pasan desapercibidas».
La dificultad para contarlos
Entonces, ¿cuántos hay? Quizá la pregunta más pertinente sea qué condiciones son necesarias para que las poblaciones de tiburones aumenten y qué podría hacer que ese número se desplome.
«Lo principal que se necesitaría es una fuente de alimento suficiente y que las aguas tengan las condiciones adecuadas, como la temperatura», dice Yannis Papastamatiou, ecologista especializado en el comportamiento de los tiburones y explorador de National Geographic, que insiste en la situación del mar como foco para la conservación. «El Mediterráneo es un mar bastante oligotrófico y se ha sobreexplotado, por lo que es probable que haya muchas menos presas que antes».
Un tiburón blanco ataca a una foca emboscándola desde abajo en la costa de Sudáfrica. Se sabe que los tiburones se congregan cerca de las colonias de focas y lobos marinos durante la temporada de cría, pero cuando los mamíferos no están disponibles, son expertos a la hora de obtener otras fuentes de alimento.
El informe El estado mundial de la pesca y la acuicultura (SOFIA, por sus siglas en inglés) encargado por las Naciones Unidas en 2018, identificó el Mediterráneo como mar más esquilmado del mundo por los humanos, con el 62 por ciento de las poblaciones de peces clasificadas como sobreexplotadas.
Las tendencias de las poblaciones de mamíferos en el Mediterráneo también podrían ser paralelas a las de los tiburones, ya que se sabe que los tiburones blancos frecuentan zonas con concentraciones elevadas de focas y lobos marinos. Pero, según Papastamatiou, también pueden ser oportunistas. «Sabemos que los tiburones blancos se alimentan de mamíferos marinos como las focas, pero no son su única presa. También consumen diversos peces, tortugas y otros tiburones. Pueden aprovecharse de grandes teleósteos pelágicos, como el atún. Se les ha observado frente a Sicilia, donde se pesca atún rojo, por ejemplo».
En cuanto a las poblaciones totales de tiburones, hay poco que decir. Una evaluación de 2018 de la UICN clasificó al tiburón como «vulnerable» en todo el mundo, pero —a pesar de citar un estudio de 2016 basado en «registros anecdóticos y datos pesqueros limitados» que estimaba una disminución de la población del 80 por ciento en los 69 años entre 1947 y 2016— al final determinó que la población del Mediterráneo mostraba señales de aumento en la región desde que se estableció la protección. Esta protección se traduce en una serie de mecanismos internacionales, que van desde la conservación del hábitat hasta la prohibición de la pesca y el tráfico de partes de sus cuerpos, que puede ser lucrativo. Pero el desconocimiento y la complejidad de las aguas internacionales que rodean el Mediterráneo dificultan la regulación, y el tiburón sigue siendo capturado, por accidente o a propósito, en aguas de países como Túnez y Libia.
Un estudio de 2019 estimó una disminución más modesta del 61 por ciento de la población y del 58 al 72 por ciento del área de distribución durante la segunda mitad del siglo XX. El mismo informe también observó que el Mediterráneo oriental era un «hábitat subóptimo para los tiburones blancos endotérmicos adultos... [y] en cambio, los sectores occidentales más fríos y productivos podrían representar focos de recursos para la especie», añadiendo que las características físicas oceanográficas y ecológicas eran más propicias para el tiburón y creaban una población que estaba muy fragmentada. El mismo estudio ofrecía posiblemente el resumen más conciso de la presencia del tiburón blanco en el Mediterráneo: que el escualo era «raro, pero persistente».
El origen de la población es fundamental en lo que respecta a esta persistencia. Algunos han especulado que las poblaciones actuales de tiburón blanco en el Mediterráneo son el resultado de unos pocos ejemplares (probablemente hembras embarazadas) que nadaron extraviados, quizá hace cientos de miles de años. Otras teorías sostienen que la presencia del tiburón blanco es transitoria, debido a las migraciones habituales a través del estrecho de Gibraltar —posiblemente para reproducirse— desde el Atlántico. Sin embargo, los resultados preliminares de un proyecto dirigido por la fundación Save Our Seas descubrieron que la población actual tenía «poca o ninguna inmigración contemporánea desde el Atlántico», lo que colocaba al depredador en una olla a presión ecológica que «lo hacía extraordinariamente vulnerable».
Tendencias aparte, no existe información sobre las cifras absolutas. «Es imposible saberlo», dice De Maddalena. «Puede haber unas pocas docenas o unos pocos cientos».
Por lo tanto, el conocimiento de esta formidable criatura se basará en más avistamientos, más imágenes de ellos colgados de la cola y más vídeos como el de los Catalani. Parece que los tiburones blancos del Mediterráneo seguirán siendo tan esquivos como enigmáticos.
SharkFest empieza en National Geographic a partir del 3 de julio a las 15:00.
Artículo publicado originalmente en inglés en nationalgeographic.co.uk.