De la diplomacia a la protección: La historia del panda gigante en Madrid

De origen dinástico y objeto de relaciones diplomáticas desde hace cuatro décadas, la relación entre el panda gigante y la capital española se orienta hoy hacia la conservación. ¿Será posible a futuro su protección en estado salvaje?
Pandas de seis meses jugando en el Centro de Pandas de Dujiangyan. Con un año, los bebés se traen aquí para que interactúen. Estos pandas pasarán el resto de sus vidas en cautividad. En la naturaleza, los pandas gigantes prefieren vivir solos.
Fotografía de Ami Vitale, National Geographic Creative
Por Cristina Crespo Garay
Publicado 5 nov 2021, 20:31 CET

Ligada a las monarquías y a las relaciones institucionales, la historia de cómo llegó el panda gigante desde los bosques de bambú hasta España ha ido transformando su relato hasta convertirse, a día de hoy, en un icono de la lucha por la conservación. Atrás quedaron – aunque, quizá, no por completo – las viejas intenciones de convertir la tenencia de estos animales en un símbolo de opulencia entre los diferentes poderes mundiales.

“Los tiempos han cambiado. En 2007, cuando llegó a Madrid la segunda pareja de pandas, el enfoque ya era diferente. Había de por medio un acuerdo de conservación entre el zoo y la Asociación de Bosques de China para preservar esta especie y apostar por la investigación en otros países fuera de China”, afirma María José Luis Cerezo, portavoz del zoológico de Madrid.

Recientemente se han sucedido dos buenas noticias para su recuperación: en septiembre, los pandas salieron de la lista de especies en peligro de China, aunque continúan amenazados, y el nacimiento de dos crías gemelas de oso panda trajo el foco internacional hasta el Zoo de Madrid, donde se logró este hito científico de la conservación de especies.

El panda gigante, un regalo entre dinastías

Sin embargo, la historia del panda en nuestro país se remonta cuatro décadas atrás, a junio de 1978, cuando los entonces reyes de España, Juan Carlos y Sofía, hicieron su primer viaje oficial a China.  

Shao Shao, una hembra nacida en los centros de recuperación de China, y Chang Chang, un macho capturado en la naturaleza, fueron presa de un ostentoso regalo: el obsequio viviente que buscaba mostrar, por parte de las autoridades chinas, la celebración de la visita de los Jefes de Estado y la voluntad de establecer buenas relaciones diplomáticas.   

En 2018, se cumplieron 40 años de la presencia de los pandas en el zoo madrileño, coincidiendo con el 45 aniversario de la buena relación entre España y China.

Chu-Lin, el chulapo de Madrid

Por la dificultad de reproducción de los pandas – aún mayor en cautividad y por parte de un macho capturado de la naturaleza -, los veterinarios tuvieron que inseminar a Shao Shao con la ayuda del zoológico de Londres para dar la bienvenida al que se convertiría en un icono de la historia de los pandas en nuestro país, Chu-Lin. "El nombre de Chu-Lin significa en chino ‘tesoro entre bambúes’ y aquí estaba relacionado con los chulapos porque era el primer oso panda de la historia nacido en Madrid", explica Cerezo.

Aquel abril de 1982, Chu-Lin protagonizó el primer nacimiento en el zoo de un oso panda. “Ha sido el panda más famoso de todos los tiempos al convertirse en la primera cría nacida en occidente por inseminación artificial”, afirma María José Luis, que define aquel día como “una fecha que marcará un acontecimiento histórico en los parques zoológicos del mundo por su contribución a la conservación de las especies”.

En 1997, la Reina Sofía inauguró una escultura de bronce en la instalación de pandas del zoo madrileño. Desde entonces, el cuerpo de Chu-Lin se encuentra disecado en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid. A sus trece años, en 1996, la delicada salud del panda entristeció a la capital ante la noticia de su muerte. Según afirmaron sus cuidadores, su soledad tras la muerte de los otros dos pandas tuvo un gran peso en su salud. “Está comprobado que no pueden estar solos", afirmó a El País el veterinario Enrique Sáez cuando tuvo lugar el suceso. De hecho, en 1937, el primer panda gigante confinado en un zoo, llamado Su Lin, tan sólo sobrevivió dos años, pero marcó el comienzo de una serie de exportaciones de pandas desde China al mundo entero.

Rumbo a la conservación

Tuvieron que pasar 11 años para que los pandas gigantes regresaran al zoo. El cambio de enfoque llegó en aquel momento, cuando se firmó un acuerdo con la Asociación de Parques Zoológicos de China para la Cooperación, Conservación e Investigación de los Pandas Gigantes. El fin, según el centro, era “poner en marcha un programa de conservación ex-situ de dicha especie mediante la cesión de una pareja reproductora”.

“Gracias a ese convenio llegó la segunda pareja de pandas con un acuerdo para preservar esta especie y apoyar su conservación”, explica Cerezo. Madrid recibió entonces a la hembra Hua Zui Ba y el macho Bing Xing, procedentes de la Base de Investigación de Cría de Panda Gigante de Chengdu (China). “En España solo hay pandas en Madrid porque hay que cumplir requisitos de bienestar animal, de instalaciones, de cuidadores fijos y veterinarios”, explica María José Luis. “Respecto a la alimentación, tenemos plantaciones de bambú en el zoo, pero también traemos de otras partes de España porque comen 50 kilogramos de bambú al día”

Desde que la nueva pareja llegó al zoo, el equipo de conservación y veterinaria comenzó un largo proceso de estudio y aprendizaje sobre la reproducción y cría de esta especie, incluida en la categoría “en peligro” en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional por la Conservación de la Naturaleza (UICN).

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    Cría de panda

    Los pandas nacen sin sus distintivas marcas blancas y negras, pero enseguida las desarrollan, como vemos en esta cría de seis semanas que nació el 21 de agosto de 2020 en el Zoo Nacional del Smithsonian en Washington D.C. Los análisis genéticos han revelado que la cría, que aún no tiene nombre, es macho.

    Fotografía de Roshan Patel, Smithsonian’s National Zoo

    Aquel momento comenzó a “asentar las bases de un minucioso proyecto de investigación centrado en el estudio de su comportamiento y reproducción”. La breve época de celo de las hembras de panda – tan solo tres días al año – complicó la reproducción natural en cautividad, por lo que los científicos tomaron de nuevo la vía de la inseminación artificial.

    Tuvieron que esperar hasta 2010 para lograr el primer nacimiento gemelar de Europa: Po y De De. “Gracias al protocolo de intercambio de crías que se venía aplicando en la Base de Investigación de Cría de Panda Gigante de Chengdu, ambos recibieron los cuidados y la alimentación materna bajo la constante supervisión de sus cuidadores y un equipo de veterinarios”, explica la portavoz del centro. Al cumplir los dos años y medio, los pandas regresaron a la Base de Investigación de Cría del Panda Gigante en Chengdu.

    En 2013, tras otra inseminación, Hua Zui Ba dio a luz a otro macho, Xing Bao, que fue  “presentado oficialmente en una ceremonia presidida por la Embajada de la República Popular China y Estados Unidos, como un símbolo de la diplomacia que siempre ha representado esta especie”.

    La ciencia de la criopreservación

    En 2021, Chengdu autorizó la inseminación que dio lugar al último nacimiento. Los nuevos hallazgos científicos usados en la gestación de estos osos panda podrían ser aplicados en el futuro a programas de conservación de especies en peligro de extinción. “Tenemos una relación muy directa con el CSIC y las Universidades, y colaboran con nosotros en muchos proyectos de criopreservación para especies que un futuro pueden extinguirse”, explica la portavoz.

    El trabajo fue realizado por veterinarios de Zoo Aquarium de Madrid, miembros del Laboratorio de Espermatología y Criopreservación en Especies Silvestres y Razas Amenazadas del Departamento de Reproducción Animal del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA) y el Departamento de Fisiología Animal de la Facultad Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid.

    “Los espermatozoides de oso panda gigante presentan una morfología y una resistencia a los procesos de congelación que dificultan el éxito de las técnicas de reproducción asistida”, afirmó Julián Santiago, el investigador del INIA-CSIC y director del laboratorio de Espermatología y Criopreservación en Especies Silvestres. “Nuestro equipo realizó la recogida de semen mediante electroeyaculación, congelaron el esperma, lo procesaron y realizaron la inseminación artificial intrauterina”.

    Esta panda nacida en cautividad se abre camino en la naturaleza

    Su equipo de investigadores estudia la criobiología para comprender cómo influyen los factores medioambientales, genéticos y endocrinos en la resistencia de los espermatozoides a los procedimientos utilizados en las tecnologías reproductivas. “Aplicamos el conocimiento adquirido en nuestras investigaciones en diferentes programas de conservación de especies amenazadas, como el urogallo, el visón europeo, el antílope de Beira o el oso panda gigante”, añade el investigador.

    ¿Hacia la protección en estado salvaje?

    Enmarcado en esta colaboración, otra rama de investigación llevó a la científica española María Blasco a descubrir una fórmula sobre la longevidad de las especies. “Esto puede servir en el futuro para el estudio de determinadas enfermedades degenerativas”, afirma Julián Santiago.

    A día de hoy, otros países de Europa como Francia, Viena, Alemania o Reino Unido también tienen osos panda bajo la bandera de la conservación, aunque sobrevuela las conciencias la pregunta de si la cría en cautividad merece la pena frente a la inversión para la protección de su hábitat natural.

     “Gracias a este gran esfuerzo científico, el estado de los pandas ha pasado del estado de la UICN ha pasado de ‘en peligro’ a ‘vulnerable’”, afirma Cerezo. Por su parte, el biólogo y fotógrafo de fauna salvaje George Schaller afirmó que los esfuerzos de reintroducción no son tan robustos como deben ser debido a que el panda es un "animal político". Las asociaciones conservacionistas como WWF observan atentos la evolución de la especie mientras esperan que la ciencia nos acerque cada día más a impulsar las poblaciones de pandas en estado salvaje.

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