Indonesia, un oasis de impunidad para los cazadores de orangutanes
Las leyes del país prohíben matar o traficar con orangutanes, pero los funcionarios suelen tratar estos delitos "como algo sin importancia", dicen los expertos.
Los orangutanes de Borneo son una de las tres especies de Indonesia. Todas están en peligro crítico, pero nadie ha recibido nunca la pena máxima por matar o comerciar con orangutanes.
Un aldeano encontró el cuerpo hinchado y sin cabeza de un orangután flotando en un río de la provincia indonesia de Kalimantan Central a principios de 2018.
El orangután de Borneo había recibido 17 disparos con una pistola de perdigones, tenía múltiples costillas rotas y había sido decapitado con un machete. Dos cultivadores de caucho, que alegaron haber actuado en defensa propia, fueron detenidos y condenados por el asesinato ilegal. Fueron sentenciados a seis meses de prisión y a una multa de 500 000 rupias indonesias, unos 30 euros (el salario medio del país son 266€ al mes en 2021).
Esas penas ni se acercaron al máximo permitido. Esto se debe a que los delitos relacionados con los orangutanes "se consideran un asunto sin importancia en comparación con otros delitos medioambientales [y] forestales de los que se ocupa el gobierno", afirma Taylor Tench, analista de políticas de la Agencia de Investigación Medioambiental (EIA), con sede en Estados Unidos. De hecho, según un informe de 2020 elaborado por el grupo de consultoría científica Borneo Futures y la organización conservacionista sin ánimo de lucro Wildlife Impact, menos del 1% de los delitos denunciados relacionados con los orangutanes acaban en condena.
La razón es sencilla, dice Vincent Nijman, de la Universidad de Oxford Brookes, en el Reino Unido, que ha estudiado el comercio de orangutanes: el gobierno de Indonesia, como otros de todo el mundo, ha decidido que "la vida silvestre no está en lo más alto de su lista" de prioridades. Es "vital que los infractores de la ley sean perseguidos con todo el peso de la ley", afirma. Y si eso no ocurre, los conservacionistas "deberían empezar a hacer ruido".
Las tres especies de orangutanes de Indonesia -de Borneo, de Sumatra y de Tapanuli- están en peligro crítico. El número de orangutanes de Borneo se redujo de casi 300 000 en la década de 1970 a 55 000 en 2016; los orangutanes de Sumatra son unos 13 800; y menos de 800 orangutanes de Tapanuli, identificados como una especie separada en 2017, sobreviven en la actualidad, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
Pero, según Tench, las autoridades han "cedido a la industria y al beneficio", permitiendo que el hábitat de los orangutanes sea despejado para la tala y las plantaciones de aceite de palma a escala industrial. Casi dos millones de acres (unos 8000 kilómetros cuadrados) de hábitat han sido destruidos en Indonesia desde 2016, según un informe de octubre de 2021 de la EIA.
Los incendios forestales también destruyen los bosques, lo que a veces lleva a los orangutanes a zonas ocupadas por personas. La EIA estima que más de 2000 orangutanes son cazados cada año -por miedo, por deporte o por su carne- y las crías huérfanas a menudo se venden para el comercio de mascotas.
La aplicación de la Ley de Conservación de Indonesia, que prohíbe la captura, el daño, el transporte o el comercio de orangutanes y otras especies protegidas, suele recaer en la policía local y en la Agencia de Conservación de Recursos Naturales del Ministerio de Medio Ambiente y Silvicultura. Las infracciones se castigan con hasta cinco años de cárcel y una multa de 100 millones de rupias (unos 6000 euros). "En teoría, los orangutanes están perfectamente protegidos en Indonesia", dice Nijman. "Hay una buena legislación al respecto". Pero la inflación ha hecho bajar el valor de la multa máxima a una cantidad insustancial, dice: 100 millones de rupias solían valer mucho más. "La multa ya no refleja realmente la gravedad del delito".
Durante los 30 años que lleva en vigor la ley de conservación de Indonesia, nadie ha cumplido la pena máxima por comerciar, poseer o matar orangutanes ilegalmente. Las autoridades confiscaron 440 orangutanes del comercio de mascotas entre 1993 y 2016, pero solo siete casos terminaron en juicios. La mayoría de las penas implicaban menos de ocho meses de cárcel, y la pena máxima impuesta era de 2,5 años, según la investigación de Nijman.
"La única vez que se ve realmente una acción policial seria por la matanza de orangutanes es si el caso particular es especialmente violento y se publican algunas imágenes convincentes del orangután herido que luego llegan a los titulares de los medios de comunicación internacionales", dice Tench. De lo contrario, "pasará desapercibido".
El Ministerio de Medio Ambiente y Bosques de Indonesia no respondió a las solicitudes de comentarios.
Aunque es ilegal tener orangutanes como mascotas, muchos indonesios los adquieren como bebés. Cuando son adultos, los orangutanes son costosos y difíciles de cuidar. Por ello, los centros de rescate están saturados con más de mil animales.
Los orangutanes y el comercio de mascotas
Indonesia tiene un floreciente comercio local de orangutanes mascota que depende de un suministro constante de crías, dice Julie Sherman, directora ejecutiva de Wildlife Impact, una organización conservacionista sin ánimo de lucro con sede en Estados Unidos. A los posibles propietarios de mascotas se les dice que las crías son huérfanas, lo que les hace creer que están "salvando a la cría" al aceptar una, dice.
Pero en realidad, como los orangutanes necesitan a sus madres durante seis o nueve años, la única forma de conseguirlos es matando a las madres. Esto significa que cada orangután de compañía representa dos delitos, dice Sherman: la caza y el comercio ilegales. Las crías pueden ser mantenidas como mascotas a nivel local o contrabandeadas a otros países de Asia y a Oriente Medio y Europa.
Cuando son bebés, los orangutanes son "encantadores", dice Sherman, pero es ilegal tenerlos como mascotas, y su cuidado es difícil y caro. Tienen necesidades alimentarias complejas, son fuertes y a veces muerden en defensa propia.
Por ello, los centros de rescate están repletos de más de mil orangutanes, según el informe de 2020 de Borneo Futures y Wildlife Impact. A menudo llegan a los centros de rescate sin ánimo de lucro desnutridos y con necesidad urgente de atención médica.
Cuando los propietarios de mascotas o los traficantes entregan orangutanes a los centros de rescate indonesios, casi siempre lo hacen sin consecuencias. "No se disuade a la gente de volver a [poseer o comerciar con orangutanes] por entregar el animal", dice Sherman. "Esencialmente, todos se salen con la suya todo el tiempo". En su lugar, dice, los que entreguen a sus orangutanes deberían, al menos, recibir una advertencia y ser obligados a firmar una declaración en la que se comprometen a no volver a tener un orangután como mascota y reconocen que, si lo hacen, serán sancionados.
Quienes entregan orangutanes como mascotas "no son necesariamente personas pobres", dice Nijman. Suelen ser habitantes de la ciudad y de clase alta, con recursos para comprar orangutanes, pagar para cuidarlos y albergarlos, y ocasionalmente sobornar a los funcionarios. Para ellos, dice, "incluso una multa teórica de 7000 dólares (6203 euros) no es absolutamente nada".
En 2007, el gobierno se fijó el objetivo de vaciar todos los centros de rehabilitación para 2015, reintroduciéndolos en la naturaleza. Pero las cifras se han mantenido bastante constantes, según el estudio de 2020. "Hay demasiados para liberar" y "no hay suficientes hábitats bien protegidos", dice Sherman. "Vaciar los centros: nunca fue posible cumplir ese objetivo, dadas las tasas de ingesta".
El desarrollo "no debe detenerse"
Durante la cumbre mundial sobre el clima de 2021, celebrada en Glasgow (Escocia) -días después de que más de un centenar de países se comprometieran a poner fin a la deforestación para 2030-, la ministra de Medio Ambiente de Indonesia, Siti Nurbaya Bakar, tuiteó que el desarrollo empresarial "no debería detenerse en nombre de las emisiones de carbono ni en nombre de la deforestación".
La retórica es "chocante", pero el sentimiento no lo es, dice Tench. El plan decenal de Indonesia para la conservación nacional de los orangutanes expiró en 2017. En 2019 se formuló uno nuevo, con el objetivo de conservar 45 590 orangutanes de Borneo, aunque en 2016 se estimaba que la población era de al menos 55 000 ejemplares. El plan de 2019, que posteriormente fue archivado, revelaba una "voluntad de aceptar" las muertes de orangutanes, según la EIA.
El plan de 10 años establecía el objetivo de estabilizar las poblaciones silvestres mediante el establecimiento de corredores de vida silvestre y nuevas áreas de conservación y la mejora de la aplicación de las protecciones de los orangutanes. Pero durante ese tiempo, franjas del hábitat de los orangutanes se convirtieron en plantaciones de palma aceitera, y no se establecieron nuevas zonas protegidas.
No está claro por qué la protección de los orangutanes parecen estar tan abajo en la lista de prioridades gubernamentales, dice Sherman. El análisis de las estrategias de conservación sugiere que la protección y el patrullaje del hábitat de los orangutanes son las formas más eficaces de salvar la especie, según un documento de noviembre de 2021 del que es coautora. En cambio, entre 2005 y 2014, las autoridades indonesias llevaron a cabo 619 investigaciones sobre la caza furtiva de tigres y condenaron a más del 90% de los presuntos cazadores furtivos y comerciantes. "Así que los recursos parecen estar ahí", pero "los orangutanes no parecen recibir la misma atención", dice Sherman.
"¿Por qué?", se pregunta. "Nos encantaría saberlo".
Wildlife Watch es un proyecto de investigación periodística entre National Geographic Society y National Geographic Partners que se centra en los delitos y la explotación de la fauna salvaje. Lee más historias de Wildlife Watch aquí, y conoce más sobre la misión sin ánimo de lucro de National Geographic Society en natgeo.com/impact. Envía tus sugerencias, comentarios e ideas de historias a NGP.WildlifeWatch@natgeo.com.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.