Los sacrificios de tejones dividen a las comunidades rurales de Inglaterra
Los agricultores afirman que los tejones transmiten enfermedades mortales al ganado, mientras que los activistas tachan de cruel e ineficaz la matanza anual de miles de tejones.
Un tejón europeo, el mayor carnívoro terrestre superviviente de Gran Bretaña, explora Londres. En la campiña inglesa, se debate el papel de los tejones en la propagación de la tuberculosis bovina al ganado.
Es una noche clara de octubre cerca del pueblo de Portbury, en Somerset, un condado del oeste de Inglaterra. "Usamos esto para vigilar a los tejones por la noche", dice mi guía, una activista por los derechos de los animales que me ha pedido que no la nombre para protegerla, mientras me entrega su visor térmico. Lo dirijo hacia una línea de árboles negros como la tinta y distingo algunos puntos blancos. Me pide el aparato. Son conejos, dice.
Mientras seguimos un sendero que bordea los campos de cultivo, se queda paralizada: "¡Oh!", exclama. "¡Un tejón!"
En efecto, al borde de los árboles, distingo una silueta con la espalda arqueada y un largo hocico.
"¿Es tu primer tejón?", pregunta. "¿Estás emocionado?"
Sí y sí.
El tejón es el mayor carnívoro terrestre que sobrevive en Gran Bretaña, después de que todos los demás grandes depredadores, desde el lobo hasta el lince, se hayan extinguido en el país. Presentes desde el final de la Edad de Hielo, los tejones son una especie clave cuya presencia ayuda a mantener el equilibrio de otros animales, especialmente zorros, ratas y ratones. Sus distintivas marcas blancas y negras en la cara y su cómico andar, junto con su representación en los clásicos infantiles, desde los libros de Beatrix Potter hasta El viento en los sauces, de Kenneth Graham, los han convertido en una de las criaturas más queridas de Gran Bretaña.
Por muy seductores y queridos que sean los tejones, estos animales nocturnos son también el centro de un encendido debate: los ganaderos, por un lado, y los defensores del tejón, por otro. La controversia gira en torno a la tuberculosis bovina, una enfermedad muy contagiosa que provoca el sacrificio de 30 000 vacas infectadas en el Reino Unido cada año.
Activistas por los derechos de los animales protestan frente al Ministerio del Interior en Londres en 2019 para llamar la atención sobre los sacrificios de tejones. En 2021, el gobierno anunció planes para eliminar los sacrificios intensivos y sustituirlos por una vacuna para el ganado.
Los tejones comparten los campos con las vacas y pueden propagar la tuberculosis bovina. Por ello, en el Reino Unido, el Ministerio de Medio Ambiente, Alimentación y Asuntos Rurales (DEFRA) encarga a empresas autorizadas que disparen o atrapen a miles de tejones cada año. Esta política cuenta con un fuerte apoyo de los agricultores.
Los activistas del tejón cuestionan la eficacia de los sacrificios y los consideran crueles y bárbaros. Con determinación, patrullan las zonas de sacrificio para evitar que se maten tejones (es ilegal disparar a los animales cuando hay gente en las inmediaciones), arriesgándose a ser acosados (o incluso a que les rajen las ruedas de sus vehículos) por sus esfuerzos. Las organizaciones contrarias al sacrificio publican en Internet los datos de los empleados de las empresas de sacrificio y organizan ruidosas manifestaciones frente a sus casas, a veces salpicando de sangre las propiedades.
Cada uno de los bandos puede señalar una serie de datos científicos y estadísticas para justificar su posición a favor o en contra del sacrificio de tejones, pero los cálculos siguen siendo controvertidos y abiertos a la interpretación. Ninguna de las partes acepta el punto de vista de la otra. El resultado es una especie de guerra de trincheras ideológica, con los intereses de las vacas y de los tejones enfrentados.
"Las vacas son las principales transmisoras, no los tejones", dice la activista con la que estoy en Somerset. Me ha invitado a acompañarla en una incursión nocturna para salvaguardar los tejoneros (madrigueras en las que viven varias familias de tejones) y disuadir a los tiradores. Insiste en que la tuberculosis bovina afecta al ganado debido a la "escasa bioseguridad" de las explotaciones, que incluye el esparcimiento de una mezcla contaminada de estiércol y agua en los campos como fertilizante, el incumplimiento de los objetivos de eliminación del ganado infectado y la escasa desinfección de las explotaciones y los vehículos. Para demostrar su punto de vista, se refiere a un estudio realizado en 2013 por el Imperial College de Londres, según el cual los tejones son responsables de sólo el 5,7% de la transmisión directa de la tuberculosis al ganado, aunque el estudio también encontró que el sacrificio puede disminuir las infecciones en un 16%.
"Pero no se trata de ciencia", dice. "Es como en la época medieval, cuando se juzgaba a los cerdos por propagar la enfermedad".
"Sabemos por varios estudios que el control de la enfermedad en los tejones, que [son] el principal huésped en la naturaleza, tiene impactos positivos en la enfermedad en el ganado", asegura Christine Middlemiss, la jefa veterinaria del Reino Unido nacida en Escocia y portavoz de DEFRA. "Allí donde hemos recurrido a los sacrificios en zonas de alto riesgo, el nivel de la enfermedad se ha reducido mucho", afirma, y añade que "también sabemos por la secuenciación del genoma que hay más contagio de tejones al ganado que de ganado a tejones".
La Unión Nacional de Agricultores apoya firmemente la postura del DEFRA. Y varios científicos la refuerzan. "Se consigue una disminución significativa de las tasas de enfermedad en el ganado matando a los tejones", afirma James Wood, epidemiólogo veterinario de la Universidad de Cambridge, citando el Ensayo Aleatorio de Control del Tejón.
Este estudio para determinar la eficacia del sacrificio para frenar la tuberculosis bovina se llevó a cabo de 1998 a 2007 y supuso el exterminio de unos 13 000 tejones. El análisis de los datos sugirio que, a lo largo de casi 10 años (con sacrificios anuales los primeros cinco años) la incidencia de las infecciones en las zonas de sacrificio podría descender hasta un 16%.
Lord John Krebs, uno de los principales artífices del ensayo, afirmó posteriormente que el sacrificio de tejones no sería una buena forma de controlar la tuberculosis bovina porque los costes superarían con creces los beneficios.
Sin embargo, tras la elección en Inglaterra en 2010 de un Gobierno de coalición liderado por los conservadores y deseoso de complacer a su base rural, se ignoró el consejo de los investigadores y de Krebs, y se aceleraron los planes para el sacrificio anual de tejones. El programa comenzó en 2013 y continúa en la actualidad.
Un tejón europeo en Sheffield, Inglaterra, come manzanas en un jardín urbano.
Como los tejones son activos por la noche y difíciles de contar, no se sabe exactamente cuántos hay, pero un estudio de 2017 cifraba la población en Inglaterra y Gales en 485 000 ejemplares. En los años transcurridos desde el inicio de los sacrificios, se estima que se han matado 150 000 tejones; según el DEFRA, el recuento del año pasado fue de 38 642. (La matanza tiene lugar a pesar de la Ley de Protección de Tejones de 1992, introducida para combatir el cebado de tejones y una de las leyes de protección de la vida silvestre más fuertes del país, que se suspende para permitir el sacrificio).
"Es una auténtica vergüenza que sigamos sacrificando una especie emblemática de nuestra fauna autóctona sin ninguna razón científica", afirma Chris Cheeseman, ecologista especializado en mamíferos, que trabajó como asesor científico en el Ensayo Aleatorio de Control del Tejón. En su opinión, "no hay nada en la literatura científica que resista el escrutinio que sugiera que el sacrificio funciona. Es puramente político".
Iain McGill, un científico veterinario que ayudó a sacar a la luz el encubrimiento por parte del Gobierno de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob ("enfermedad de las vacas locas") durante la década de 1990, está de acuerdo. "Hay muchas pruebas de que el ganado transmite la tuberculosis a los tejones", afirma. "Hay muy pocas pruebas de que ocurra lo contrario". Pero el DEFRA y la National Farmers Union hacen creer "continuamente" a los ganaderos "que matar a los tejones resolverá su problema".
Un portavoz de la Unión Nacional de Agricultores cita un informe de la Agencia de Salud Animal y Vegetal, que concluyó que en las zonas de alto riesgo en 2020, los tejones representaron el 56,1 por ciento de las infecciones de tuberculosis en el ganado - "una prueba más de que mediante el control de la población de tejones como parte de un conjunto de medidas políticas, el número de nuevos brotes de tuberculosis puede ser minimizado."
"Durante las siete semanas de sacrificio en 2019, se disparaba a un tejón cada 40 segundos", escribió Rosie Woodroffe, bióloga de la Sociedad Zoológica de Londres que ha estudiado las interacciones entre el tejón y el ganado, en una entrada de marzo de 2020 para su blog. Desde entonces, dice, las zonas de sacrificio en Inglaterra se han hecho más grandes, cubriendo un área parecida a la de la Generalitat Valenciana. "Creo que esto es una vergüenza para un gobierno que dice mostrar liderazgo mundial en la protección de la vida silvestre", dice. "Pero hay una enorme inversión en este sacrificio, y una enorme convicción en la comunidad agrícola de que está funcionando".
Defender a los tejones
"Ver a los tejones forrajeando tranquilamente hacia el final de un sacrificio es un gran alivio", dice la activista mientras observamos a mi primer tejón olfateando gusanos. "Pero", añade, "cuando salgan las cifras el año que viene, serán un puñetazo en el estómago. Probablemente habrá 60 000 o 70 000 muertos, incluidos entre 8000 y 10 000 aquí en Somerset. Es una masacre".
Productora de televisión jubilada, tiene una voz suave y maternal que esconde una férrea determinación para oponerse a los sacrificios de tejones. Este año, calcula que ha hecho noches de patrulla equivalentes a cuatro semanas de trabajo. "Llevo toda la vida interesada en la conservación", dice, "que probablemente se remonta a la lectura del libro de Gerald Durrell Mi familia y otros animales cuando era niña".
Un raro cachorro de tejón común (Meles meles), con pelaje rojizo en lugar de negro como resultado de una mutación genética, es liberado tras ser vacunado contra la tuberculosis bovina en septiembre de 2019 en el Parque Nacional de Peak District, Inglaterra, como parte del Proyecto de Vacunación del Tejón de Derbyshire. Se espera que una vacuna para el ganado esté lista en 2025.
Nuestra noche había comenzado en un campo situado debajo de una reserva natural a pocos kilómetros de donde vimos al tejón. "Desgraciadamente, el Gobierno ha permitido que los que llevan a cabo los sacrificios pongan trampas y disparen a los tejones en los límites" de reservas como ésta, dice. "Hacen agujeros en el suelo y ponen cacahuetes para atraer a los tejones y mantenerlos inmóviles para poder disparar con claridad".
Esto se conoce como tiro libre, y lo hacen operadores autorizados de empresas comerciales de sacrificio, la mayoría dirigidas por agricultores. Una noche del año pasado, ella y varios colegas se enfrentaron a dos tiradores en el mismo campo en un cuatro por cuatro. Tenían un rifle de alta potencia con visor térmico y disparaban cuesta arriba hacia la reserva.
"El problema es que si le dan al tejón pero no lo matan, y el tejón corre de vuelta al asentamiento, no pueden hacer un disparo de seguimiento porque no tienen permiso para seguirlo hasta el bosque contiguo, dice. "Eso sería un delito".
Las cosas se pusieron feas bien rápido, dice. "Se volvió un poco agresivo, con gente que llegaba en coches y nos gritaba improperios".
"La policía visitó a la empresa de sacrificio y disuadió a los tiradores de intentar matar tejones cerca de la reserva", dice. "Así que fue una situación en la que todos salimos ganando. Y los tejones siguen aquí".
Según Ranald Munro, profesor jubilado de patología veterinaria forense que en 2013 presidió un panel independiente sobre la eficacia y el carácter humano de los sacrificios, el Gobierno es plenamente consciente de que el tiro libre conlleva graves problemas de bienestar animal. "Esta ha sido la mejor investigación sobre las lesiones causadas por los disparos que se ha llevado a cabo", afirma en una llamada telefónica desde su casa en Escocia. "Nuestro informe mostraba que hasta 9000 tejones resultaban heridos o no se recuperaban tras el disparo, lo que significaba que sufrían durante más de cinco minutos", es decir, un tiempo irrazonable. "Pero el Gobierno regresó y dijo: 'No aceptamos ese resultado".
Animales increíbles
James Small tiene ovejas además de ganado en su granja de Mendip Hills, en el norte de Somerset. "Soy la tercera generación en la granja, pero la familia lleva en la zona desde el año 1500", dice mientras nos dirigimos por los campos en su cuatro por cuatro para ver sus vacas. Va vestido con la tradicional ropa de campo británica: chaqueta Barbour llena de barro, mono azul y botas Wellington, con una gorra de béisbol negra con el logotipo de la granja Warren calada sobre la frente.
Es un entorno espectacular: una meseta que se extiende bajo un gran cielo salpicado de nubes. Debajo de nosotros se encuentra el famoso desfiladero de Cheddar, una hendidura de 120 metros de profundidad bordeada por elevados acantilados rocosos y pináculos donde los tejones han vivido durante unos 60 000 años. "No hay mucho entre nosotros y los Apalaches, así que los vientos tienden a soplar aquí", dice Small riendo.
Los tejones "son animales increíbles", dice. "Tienen grupos sociales muy fuertes, con jerarquías complejas". A pesar de su aprecio por los tejones, es tan categórico en cuanto a la necesidad de los sacrificios como los activistas en cuanto a que no lo son. "Nadie quiere hacer los controles de la fauna, pero en este momento es lo mejor que tenemos", dice. Desde que se iniciaron los sacrificios de tejones en Somerset en 2013, las tasas de tuberculosis bovina en el condado han descendido un 50 por ciento, prueba para el DEFRA de que los sacrificios funcionan.
Al descender por un campo en el lado norte del desfiladero, encontramos un rebaño de unas 40 vacas irlandesas de color gris azulado y terneros que se arremolinan junto a una puerta. Debido a la tuberculosis bovina, el rebaño de Small está sometido a un estricto régimen de pruebas. "Los problemas logísticos de llevar a los animales a las pruebas con el veterinario", dice Small. "Luego hay que esperar cuatro días. Podríamos salir bien parados o perder todo el lote. Aunque sólo sean uno o dos, todo el rebaño queda bloqueado". El bloqueo significa que no se puede vender ni transportar el ganado. Cualquier animal que dé positivo es sacrificado bajo la dirección de la Agencia de Sanidad Animal y Vegetal del gobierno.
Small dice que ha perdido 25 de sus animales por la enfermedad en los últimos años. "Puedes tener generaciones de cría, cientos de miles de libras de inversión, que se llevan en la parte trasera de un camión", dice. "Realmente no se puede cuantificar la angustia emocional".
Alternativas al sacrificio
Cada año, el gobierno gasta más de 113 millones de euros en los sacrificios, y el coste de su vigilancia asciende a unos 3 millones de euros.
Un informe del DEFRA de septiembre mostraba que la incidencia de la tuberculosis bovina en Inglaterra y Gales había disminuido sólo un 0,3% durante los 12 meses anteriores. Mientras tanto, desde el 1 de junio de 2020 hasta el 30 de junio de 2021, se sacrificaron más de 41 000 bovinos infectados con TB, un aumento del 7 por ciento con respecto al año anterior. "En este momento, los 100 millones de libras [unos 118 millones de euros] que el Gobierno está gastando son sólo para gestionar el statu quo", dice McGill, el científico veterinario. "Todo lo que estamos haciendo es seguir un camino trillado que no es eficaz".
El DEFRA parece haber llegado a la misma conclusión. En mayo de 2021 anunció oficialmente sus planes de eliminar gradualmente los sacrificios de tejones a lo largo de varios años y sustituirlos por un programa de vacunación. "Es posible que 2025 sea el último año de sacrificios intensivos y suplementarios de tejones", cuando se espera que la vacuna para el ganado esté lista para su uso generalizado, confirmó un portavoz del DEFRA en un correo electrónico. El anuncio vino acompañado de una gran advertencia: "No queremos seguir sacrificando tejones para siempre", dice Middlemiss, el jefe veterinario del Reino Unido. "Pero me interesa que mantengamos el sacrificio como una herramienta en la caja cuando se produzca un área de punto caliente, e identifiquemos que los tejones están involucrados".
La decisión de poner fin a los sacrificios regulares fue condenada inmediatamente por el Sindicato Nacional de Agricultores como "increíblemente decepcionante y frustrante".
La bióloga Rosie Woodroffe se muestra cautelosamente optimista. "No se puede sacrificar hasta la erradicación. En cambio, con la vacunación y un mejor control de los movimientos del ganado, se podría llegar al punto en que la enfermedad desaparezca realmente", afirma.
James Wood afirma que también se necesitan pruebas de tuberculosis bovina más precisas, ya que cada año se desplazan millones de reses por el país. "El ganado es el vector más importante de esta enfermedad", afirma. "Por eso estoy impulsando el uso de pruebas mucho más sensibles para tratar de impedir que el ganado transmita la infección".
La prueba actual consiste en inyectar una pequeña cantidad de tuberculina en el cuello de la vaca y controlar el tamaño del bulto que aparece. La prueba tiene un porcentaje de éxito de entre el 50 y el 70%, por lo que cuando un rebaño se declara libre de tuberculosis, muchos animales siguen infectados y pueden propagar la enfermedad.
"Como hemos visto con la COVID, lo fundamental es una prueba adecuada, la vacunación y el control de los movimientos, nada de lo cual existe para la tuberculosis", afirma McGill.
Mientras tanto, es posible que se maten unos 140 000 animales antes de que la prohibición entre en vigor, por lo que los defensores del tejón mantendrán sus vigilias. "Viene gente de todo el Reino Unido e incluso de Europa", dice un saboteador del sacrificio, o sabber, en Shropshire, un condado predominantemente rural en la frontera con Gales. "Hay gente de todas las edades y de todas las clases sociales. Teníamos un jubilado de 81 años que se sentaba junto a un arbusto todas las noches con una silla plegable y un termo de té". Hizo una pausa. "Ha sido una campaña muy buena este año", dice con orgullo. "Hemos salvado muchos tejones".
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Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.