Esta araña "sociable" sudamericana baila en grupo para cazar

Acaba de descubrirse cómo estos arácnidos ejecutan movimientos de baile coordinados para derribar a presas 700 veces más grandes.

Por Jason Bittel
Publicado 8 mar 2022, 12:21 CET
Estas diminutas arañas sudamericanas (en la foto, en Brasil) pueden tejer telas de casi 10 metros ...

Estas diminutas arañas sudamericanas (en la foto, en Brasil) pueden tejer telas de casi 10 metros de largo.

Fotografía de Claus Meyer, Minden Pictures

Si te das un paseo por las selvas tropicales de la Guayana Francesa, te encontrarás con gigantescas telas de araña más largas que un autobús. En su interior, miles de diminutas arañas de unos 6 milímetros de largo esperan a que sus presas queden atrapadas, lo que permite a los depredadores abalanzarse sobre sus víctimas.

"En grupos, pueden capturar presas hasta 700 veces más pesadas que cada araña individual", como polillas y saltamontes, explica Raphaël Jeanson, etólogo que estudia el comportamiento de los animales en su entorno natural en el Centro de Biología Integrativa de Toulouse (Francia). La Anelosimus eximus es una araña llamada "social" que vive en grandes colonias cooperativas, un estilo de vida extremadamente raro para las arañas.

Pero que ningún aracnofóbico se preocupe. Cada araña sudamericana de color ámbar es más pequeña que una mariquita, e incluso cuando cazan juntas, no suponen una amenaza para las personas.  

De hecho, estas arañas podrían tener algo que enseñarnos a los humanos sobre cómo trabajar juntos para conseguir un resultado común.  

En un estudio publicado ayer en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, el autor principal, Jeanson, y sus colegas descubrieron que estas arañas capturan más presas cuando sincronizan sus movimientos. Más concretamente, los arácnidos realizan un "baile" al estilo "pop-and-lock" en el que cada animal comienza y se detiene rápidamente, y al mismo tiempo.

Por supuesto, las arañas no bailan realmente, sino que sienten las vibraciones del insecto enredado en la telaraña y de sus compañeras de caza. Si cada araña se moviera a un ritmo diferente, se crearía tanto ruido que no podrían "oír" al insecto atrapado. Por eso, al sincronizar sus movimientos, las arañas perciben más fácilmente a sus presas.

Esta estrategia entraña un riesgo: esperar demasiado tiempo para coordinar los movimientos podría permitir que los compañeros de telaraña de la misma especie llegaran primero a la comida. Pero los científicos descubrieron que la recompensa de sincronizar los movimientos (localizar con precisión la comida en sus gigantescas telarañas) compensa ese riesgo y anima a esta especie a trabajar en cooperación y compartir el botín.

Un grupo de arañas se alimenta de un animal capturado tras una cacería colectiva.

Un grupo de arañas se alimenta de un animal capturado tras una cacería colectiva.

Fotografía de of Raphaël Jeanson/CNRS

Además, la observación de los patrones de coordinación de las arañas puede ofrecer una lección para los ingenieros humanos que desarrollan robots o programas informáticos guiados por la inteligencia de los enjambres, añade Jeanson.

Armonía en la caza

Sólo unas 20 especies de las 50 000 arañas conocidas por la ciencia viven en colonias cooperativas "sociales" permanentes, y todas ellas se encuentran en los trópicos y subtrópicos. Sus comportamientos incluyen desde el cuidado de las crías de los demás hasta el simple hecho de vivir en la misma telaraña sin desgarrarse unos a otros. Hasta ahora, A. eximus es la primera que tiene cuantificados sus movimientos sincronizados, dice Jeanson.

Estos tímidos animales también son bastante difíciles de estudiar. Dice Jeanson: "Si hacemos demasiado ruido alrededor de la telaraña, tienden a esconderse".

Encontrarlas es fácil. Es fácil divisar sus enormes y brillantes telas de araña en los bordes de las carreteras de la Guayana Francesa, un territorio francés algo más grande que la superficie de Castilla La-Mancha, situado en el extremo nororiental de Sudamérica. Esto proporcionó a Jeanson y a sus colegas muchas oportunidades de observar a las arañas sociales en acción.

Para desentrañar los secretos de esta colonia de A. eximus, los científicos organizaron un experimento de campo en el que grabaron en vídeo pequeños grupos de una media de 25 arañas mientras respondían a un señuelo, en este caso un tábano muerto unido a un motor por un cable.

El equipo podía controlar las vibraciones del señuelo, lo que les permitía medir en tiempo real cómo respondían los arácnidos a diferentes variables, como las suaves y sutiles vibraciones de una presa pequeña frente a los bandazos de una grande.

Los investigadores introdujeron estos datos en un modelo informático para simular más escenarios de caza de arañas de los que se podían captar sólo con la observación. Los datos del modelo mostraron que, al sincronizar los movimientos, las arañas salvajes tenían más éxito a la hora de atrapar a sus presas que si no se movían al unísono.

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    Los bosques tropicales de la Guayana Francesa están llenos de telarañas de estas arañas sociables.

    Los bosques tropicales de la Guayana Francesa están llenos de telarañas de estas arañas sociables.

    Fotografía de of Raphaël Jeanson/CNRS

    Otro hallazgo fascinante, dice Jeanson, es que las arañas pueden modificar su comportamiento en función de la situación. Si un pequeño insecto que emitía vibraciones más suaves quedaba atrapado en su telaraña, las arañas tenían que sincronizarse para detectarlo. Pero un insecto grande, que emite vibraciones grandes y fuertes, es lo suficientemente ruidoso como para que la armonización no sea necesaria.

    "Es como en una habitación con gente que está charlando", dice Jeanson. "Si sólo hay un ruido pequeño y muy débil, todo el mundo tiene que estar callado para oírlo. Pero si hay una gran explosión, no hace falta estar en silencio para detectarla".

    Los padres araña son como nosotros

    Los hallazgos plantean algunas preguntas intrigantes, dice Lena Grinsted, bióloga evolutiva y profesora titular de la Universidad de Portsmouth, en el Reino Unido, que no participó en el estudio.

    Grinsted se pregunta si cada araña tiene la misma inclinación hacia la sincronización, o si algunos animales son gorrones o tramposos, un aspecto del comportamiento de las criaturas sociales que aún se está estudiando.

    La investigación es una buena excusa para destacar unas especies poco conocidas que "desafían todos esos estereotipos que tenemos sobre las arañas", dice Grinsted, que ha estudiado las arañas sociales de Sudamérica, África, Asia y Europa.

    Por un lado, las arañas sociales como la A. eximus son inusuales porque permiten a otras arañas e insectos pasar el rato en sus telas.

    "Suelo llamarlas arañas hippies, porque son algo dóciles y tolerantes".

    Estos arácnidos sociables también son padres adoptivos, que cuidan no sólo de sus propias crías, sino también de las de cualquier araña cercana. Después de una cacería exitosa, las arañas madre también traen comida para sus crías.

    "Se sientan y regurgitan pequeñas porciones de comida líquida", dice Grinsted. "Entonces las crías se arrastran y beben de las partes de la boca de las hembras". Para ella, "es muy bonito".

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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