Estas arañas se "auto catapultan" para evitar ser devoradas tras el apareamiento

Un macho de la especie de araña tejedora de orbes huye de las hembras caníbales lanzándose al aire, un comportamiento nunca visto.

Por Liz Langley
Publicado 26 abr 2022, 14:01 CEST
Un macho de Philoponella prominens (derecha) se aparea con una hembra en un experimento de laboratorio.

Un macho de Philoponella prominens (derecha) se aparea con una hembra en un experimento de laboratorio.

Fotografía de of Shichang Zhang

Ciertas arañas macho que corren el riesgo de ser devoradas por las hembras han desarrollado una ingeniosa vía de escape: lanzan sus cuerpos al aire después del apareamiento.

Cuando Shichang Zhang observó este fenómeno en un miembro de la familia de las arañas Philoponella prominens, se convirtió en el primer ejemplo conocido de arañas macho que se catapultan para escapar del canibalismo sexual. Zhang, ecólogo de la Universidad de Hubei, en Wuhan (China), se mostró sorprendido cuando observó este comportamiento en el laboratorio.

"El movimiento superrápido suele ser utilizado por los animales para escapar de los depredadores o atrapar presas, no para contrarrestar a una pareja sexual", dijo por correo electrónico. 

En el estudio de Zhang y sus colegas, publicado ayer en la revista Current Biology, todas las arañas macho que se alejaron de las hembras tras el apareamiento sobrevivieron. Las cámaras de alta velocidad revelaron que los machos de esta especie, cada uno del tamaño de una letra de un teclado de ordenador, realizan una media de 175 giros por segundo en la maniobra de huida.

Los investigadores "aportan pruebas sólidas de que este convincente comportamiento es una adaptación sexual", afirma Greta Binford, aracnóloga del Lewis & Clark College de Portland (Oregón; Estados Unidos), que no participó en el estudio. "No conozco otros estudios que lo hayan demostrado".  

Cenas (literales) de pareja

En todo el mundo existen unas 290 especies de tejedoras de orbes. En China, la P. prominens es un residente habitual de jardines, campos y bosques, y forma colonias de 300 arañas o más. Binford, que ha estudiado a las arañas tejedoras de orbes en Perú, describe sus hogares como "un complejo de apartamentos, donde cada araña tiene su propia telaraña de orbes que está conectada a las demás por algún andamiaje de seda".

Las hembras de las arañas tejedoras de orbes, al igual que las hembras de muchas otras especies de arañas, intentan comerse a sus parejas sexuales después del apareamiento, posiblemente porque los machos son más pequeños y fáciles de atrapar que otras presas. Para iniciar el apareamiento, un macho tiene que acercarse a una hembra con cuidado. Acto seguido, utilizará un conjunto de apéndices llamados pedipalpos para introducir un paquete de esperma en la abertura genital de la hembra para después alejarse con rapidez.

Para observar esta catapulta de cerca, Zhang y sus colegas recogieron arañas jóvenes de un jardín cercano y las criaron aisladas en el laboratorio. A continuación, el equipo colocó un macho no apareado en la telaraña de una hembra no apareada, registrando sus interacciones. El equipo mantuvo a la hembra bien alimentada a base de moscas de la fruta para que el hambre no influyera en su trato con el macho.

El equipo repitió el experimento con 180 parejas de arañas y registró 155 apareamientos exitosos. En 152 de esos casos, los machos lograron la inseminación, se lanzaron fuera de peligro y sobrevivieron. En los tres casos en que los machos no se catapultaron a tiempo, fueron capturados, muertos y consumidos por la hembra.

En otra serie de experimentos, los investigadores probaron los efectos de modificar los medios de escape de las arañas macho de diferentes maneras, como por ejemplo quitándoles un par de patas delanteras. Los investigadores descubrieron que esos machos perjudicados, al igual que los que no saltaban a tiempo, se convertían en una auténtica cena de pareja.

Cómo sacar provecho de la situación 

Analizando las imágenes de alta resolución de las cámaras de alta velocidad fotograma a fotograma, el equipo de investigación "descubrió el secreto de la catapulta", dice Zhang.

La clave, según el equipo, está en la articulación tibio-metatarsiana de las patas delanteras de las arañas. Durante el apareamiento, estas patas se pliegan contra la hembra. Una vez terminado, los machos aprietan un músculo en su cefalotórax, o la parte delantera del cuerpo, que empuja la hemolinfa (la versión de la sangre de la araña) hacia sus patas delanteras, empujándolas fuera de la hembra. "Es como si apretaras un globo que tiene unos bracitos que sobresalen, enderezaría esos brazos", explica Binford.

Los machos también hacen una línea de arrastre (un trozo de seda) que les hace aterrizar en su tela a una buena distancia de la hembra. Este anclaje es una medida de seguridad "en caso de que las hembras sean agresivas y se acerquen de repente a matarlos", dice Zhang.

En los experimentos, si los investigadores cortaban esa línea de arrastre, los machos catapultados aterrizaban en el suelo en lugar de en la telaraña, tras lo cual cortejaban a la hembra pero no intentaban aparearse. Es probable que esto se deba a que, sin su línea de arrastre, la araña sabe que no puede escapar después del apareamiento, por lo que no se atreve a intentarlo, dice Zhang.

Pero, ¿por qué se molestaría ese macho en cortejar si no tiene intención de intentar aparearse? Puede ser que si la hembra lo ve como un posible compañero, no intente comérselo inmediatamente, dice Eileen Hebets, aracnóloga de la Universidad de Nebraska en Lincoln (Estados Unidos) que no participó en el estudio.

Extrañas defensas

En todo el reino de las arañas, los machos despliegan muchas estrategias "extrañas" para evitar ser comidos, dice Hebets. Algunos machos atan a las hembras con seda antes de transferirles el esperma, dice Hebets, o les presentan un "regalo" envuelto en seda, presumiblemente para distraerlas.

Otros machos, sin embargo, pueden hacer el último sacrificio en aras de transmitir sus genes. Si un macho tiene éxito en el apareamiento y se queda para ser la comida, la hembra puede quedar lo suficientemente saciada como para no buscar otros machos y dar a luz una cría con el esperma de su difunto compañero devorado. 

En opinión de Hebets, el estudio del equipo de Zhang "ofrece otro gran ejemplo de las aparentemente infinitas oportunidades de descubrimiento científico que las arañas pueden ofrecer a los científicos observadores, curiosos y apasionados".

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    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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