Redescubren una especie de gecko tras más de un siglo desaparecida
Entre la gran biodiversidad que esconde Angola, un grupo de investigadores con participación española ha redescubierto un gecko tras 110 desaparecido, lo que a su vez ha llevado al descubrimiento de un linaje ancestral.
"El nuevo género Bauerius fue nombrado en homenaje a Aaron M. Bauer, el herpetólogo vivo más prestigioso del mundo y uno de los más renombrados de la historia", cuenta Lobón-Rovira.
“En el oeste de África, entre los áridos desiertos de Namibia y las densas selvas del Congo se encuentra uno de los países más desconocidos e inexplorados del mundo: Angola”, narra a National Geographic Javier Lobón-Rovira, biólogo de la Universidad de Oporto (Portugal) y fotógrafo español que trabaja por la conservación de las especies en peligro.
“Angola es uno de los pocos países africanos que cuenta con todos los biomas presentes en el continente: selvas tropicales, sabanas de acacias o el desierto del Namib (el más diverso geológicamente), lo que convierte a Angola en uno de los países con mayor biodiversidad de África”.
En este vasto y diverso ecosistema, Lobón-Rovira, William R. Branch, uno de los herpetólogos más reconocidos de África que falleció recientemente, y Pedro Vaz Pinto, biólogo angoleño y uno de los fundadores de la Fundación Kissama, , han redescubierto una especie de gecko que estaba perdida desde que se describió hace más de 110 años: el Afrogecko ansorgii. Pero las sorpresas del equipo de biólogos no acabaron ahí, sino que terminaron por abrir nuevas puertas a las teorías evolutivas de estos reptiles en África en general y en Angola en particular.
En el desierto de Angola, entre las provincias de Benguela y de Namibe, se esconden otras dos especies de geckos únicas en el mundo. “Uno de ellos, Kolekanos plumicaudus, es un pequeño gecko con una cola plumosa y cuerpo alargado adaptado a vivir entre pequeños arbustos que crecen entre grandes rocas de granito”, explica Lobón-Rovira. “El otro, hasta ahora conocido como el gecko de Ansorge (Bauerius ansorgii), un diminuto gecko solo conocido por dos hembras usadas para su descripción 1907. Desde entonces, permanecía desaparecido”.
El nuevo descubrimiento ha tomado aún mayor interés genético tras el descubrimiento de que el Kolekanos plumicaudus es un ejemplo de microendemismo del suroeste angoleño. Hasta ahora, la especie se consideraba dentro del género Afrogecko, un complejo grupo distribuido por diferentes regiones de África.
“Cuando hemos hecho los análisis moleculares y morfológicos hemos descubierto además que este gecko también es un nuevo género endémico de Angola, y además uno de los más ancestrales en África y cuyos rasgos evolutivos son totalmente desconocidos”, explica Lobón-Rovira.
Angola, un paraíso desconocido de biodiversidad
Según el experto, en la última década, gracias al acceso de nuevo material y al gran avance de las técnicas moleculares, se han descrito más de 30 especies de reptiles en el país, y las nuevas citas se han multiplicado a lo largo y ancho de su territorio.
“Hoy en día, Angola se considera uno de los núcleos de biodiversidad de reptiles más importantes en el oeste africano y sus números continúan creciendo. Sin embargo, numerosas especies continúan desaparecidas”, cuenta Lobón-Rovira.
Hace dos décadas, este grupo de investigadores, liderado por Branch, comenzó a recoger muestras de reptiles y anfibios a lo largo del país. Sin embargo, algunas especies permanecían ocultas.
Un linaje ancestral
El grupo de geckos se dividió en 2014 en varios géneros, todos emparentados. “Esperábamos que fuera algo diferente ya que todos estos geckos dentro de este grupo presentan un alto nivel de singularidad, tanto morfológicamente como genéticamente”. Sin embargo, cuando analizaron el ADN descubrieron algo nuevo. “No solo no era parte del género Afrogecko, sino que se trataba de un nuevo género que ni si quiera está emparentado con ninguno de los anteriores”. A ese nuevo género lo han llamado Bauerius.
Los resultados genéticos sugieren que Bauerius se trata de un linaje ancestral, es decir, una de las especies más antiguas, y cuyo pariente más cercano son los geckos de cola de hoja de Madagascar, Uroplatus. “Esto no se podía predecir. Este resultado abre un nuevo paradigma para entender los procesos evolutivos y de colonización de las especies en África. Sin embargo, los rasgos evolutivos y relaciones evolutivas entre estas especies todavía singuen siendo un completo misterio”, señala Lobón-Rovira.
La importancia de la biodiversidad de Angola
Los nuevos hallazgos y descubrimientos en Angola han abierto una increíble ventana hacia uno de los países más desconocidos de África, según afirma el biólogo. Este país ha experimentado un aumento increíble del conocimiento de su herpetofauna durante la última década, tal y como refleja otro estudio sobre la biodiversidad angoleña encabezado también por Lobón-Rovira y por Pedro Vaz Pinto, también biólogo de la Universidad de Oporto.
Este trabajo reconoce el Parque Nacional de Iona como el área protegida con mayor diversidad de reptiles en Angola y es potencialmente una de las más ricas del sur de África. Sin embargo, los inventarios de biodiversidad siguen siendo deficientes para ciertas regiones de especial interés para la conservación y la mayor parte del país continúa inexplorada.
“Las regiones del norte son consideradas como uno de los pocos bosques prístinos en África y un importante centro de endemismo y especiación, por lo que se espera que numerosas especies sean descubiertas en los próximos años”.
Sin embargo, estos bosques están amenazados por la industria minera, la agricultura y otras prácticas humanas que se crecen rápidamente en esta región. Por tanto, otras especies “perdidas” como este gecko, así como muchas otras que todavía se desconocen, podrían desaparecer antes de que ser descubiertas. “Esto podría tener consecuencias tristemente graves para desarrollar programas de conservación apropiados”, afirma Lobón-Rovira. “¿Cómo vamos a preservar lo que ni si quiera conocemos?”.
Descubrir una nueva especie no solo implica sumar un número más a las listas, sino que significa “aumentar el conocimiento sobre las comunidades, los procesos evolutivos que regulan los ecosistemas, y por lo tanto, entender cuáles son los procesos necesarios para conservar un planeta en continuo cambio”, concluye Lobón-Rovira.
La búsqueda del gecko perdido
Después de innumerables horas de campo y localidades visitadas, en 2019, Branch y Vaz Pinto, que también dirige la Fundaçao Kissama, siguiendo las sendas de Dr. Ansorge, uno de los exploradores y colectores de Angola, llegaron a Maconjo, la localidad en la que este gecko perdido fue colectado por primera y única vez.
Cuando llegaron, sabían que habían encontrado el sitio, pero tras varias noches buscando, nada aparecía. Hasta que una noche, unos ojos brillaron el borde de una rama, según narra Vaz Pinto.
“Cuando lo vimos pensábamos que era otra especie, ya que muchas especies de geckos viven en los árboles. Pero cuando Bill Branch lo miró detalladamente, al instante supimos que lo habíamos encontrado”. Sin embargo, el equipo no paraba de preguntarse “¿dónde vive? ¿Por qué no aparecen más?”.
Tras varias horas buscando, el equipo encontró otro gecko asomando por un agujero perfectamente labrado por las termitas. “Es allí donde comenzó todo a tomar sentido”, afirma Lobón. “La Senegalia mellifera detinens es una especie de fabácea endémica de las planicies costeras de Benguela [una región occidental de Angola]. A lo largo de su distribución estos árboles albergan colonias de termitas que perforan sus ramas creando un largo tramado de canales en su interior, y es aquí donde vive este único y misterio gecko”.
Según explica, en esa región costera esa especie de fabácea es el único árbol, así que probablemente la especie de gecko fue descubierta accidentalmente mientras un equipo de investigadores recogía leña para hacer fuego, cuenta Vaz Pinto. Desde el redescubrimiento, se han llevado a cabo numerosos muestreos a largo de costa angoleña y han sido descubiertas más de 10 nuevas localidades donde está presente esta especie.