Una mirada íntima al esfuerzo monumental por salvar al cóndor andino
El enorme buitre ha disminuido sus poblaciones debido a los envenenamientos y al desarrollo de la tierra, pero los esfuerzos de rescate están ayudando a su lenta reaparición.
Tupun Catu, un cóndor juvenil rehabilitado, despliega sus alas para levantar el vuelo sobre el Parque Cordón del Plata en Mendoza, Argentina, en abril de 2022. Cada vez que el Programa de Conservación del Cóndor Andino (PCCA) devuelve un cóndor a la naturaleza, los miembros de las comunidades indígenas locales acuden a participar en una ceremonia en honor del cóndor. La ceremonia de cada comunidad es única y forma parte esencial del enfoque de conservación del PCCA.
El ave rapaz más grande del mundo está en peligro y la población local está haciendo algo al respecto para salvarla.
El cóndor andino, un enorme primo sudamericano del cóndor californiano, llegó a volar a lo largo y ancho de los Andes y más allá. Con una envergadura de tres metros y una vida de 50 años, el ave ha sido venerada durante mucho tiempo por las culturas indígenas andinas como símbolo de poder e inmortalidad. Es el ave nacional de al menos cuatro países.
Sin embargo, el ilustre buitre no ha podido resistir la invasión humana. Los aerogeneradores y las líneas eléctricas pueden detener a los cóndores en pleno vuelo. Las balas de plomo, enterradas en los cadáveres abandonados por los cazadores, envenenan lentamente la sangre de los carroñeros. Algunas comunidades agrícolas dejan cebos envenenados para matar a los depredadores que se alimentan de su ganado, una práctica que también mata indirectamente a los cóndores. La caza deliberada y la caza furtiva son poco frecuentes, pero siguen ocurriendo.
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La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) ha clasificado a los cóndores como vulnerables a la extinción, y en la actualidad sólo quedan unos 6700 ejemplares adultos en libertad. Pero los científicos, los conservacionistas y las comunidades indígenas están ayudando a esta emblemática ave a reaparecer.
El Programa de Conservación del Cóndor Andino (PCCA) lleva tres décadas liderando este esfuerzo en Argentina. En ese tiempo, el programa ha rescatado al menos 370 cóndores (más del 5 por ciento de la población total de la especie) y ha incubado y liberado 80 polluelos de cóndor. Con ello, el grupo ha restablecido los cóndores andinos a lo largo de la costa atlántica del sur de la Patagonia.
Para muchos, la pérdida del cóndor - y su lento resurgimiento - es algo personal y emocional. Son los "espíritus de los Andes", dice Luis Jácome, director del PCCA. Muchos habitantes de la Patagonia, dice, recuerdan las historias que sus abuelos les contaban sobre estas enormes aves, volando sobre las colinas.
Debido a esta arraigada conexión con los pueblos andinos, cada vez que la PCCA libera un cóndor, la comunidad local organiza una ceremonia única, dirigida por un líder espiritual, para celebrar el regreso del ave y ofrecer oraciones. Para Jácome, esto es una parte esencial de la reintroducción del cóndor en su hogar. "Nuestro trabajo es como las dos alas del cóndor", explica, "un ala es el conocimiento científico y la otra es la cultura. El cóndor es un ave sagrada para todos nuestros pueblos en Sudamérica".
La fotógrafa y exploradora de National Geographic Sofía López Mañán se dedica a reconocer este papel único que desempeña el ave en la sociedad indígena y ha pasado los últimos seis años trabajando íntimamente con la "familia del cóndor" del PCCA. Más que nada, dice que lo sintió como un destino: "Empecé a trabajar con cóndores porque ellos me eligieron a mí".
Además de incubar, rescatar y liberar cóndores, los científicos de la PCCA utilizan collares de seguimiento por GPS para seguir a las aves una vez que vuelven a la naturaleza. Los datos les permiten identificar los hábitats clave y educar a los responsables políticos sobre las áreas que deben ser objeto de protección. Algunas de las tierras patagónicas más cruciales en las que las aves han sido liberadas de nuevo en la naturaleza están propuestas para su desarrollo para la producción de energía, utilizando turbinas eólicas e hidrógeno verde.
"Hoy en día, vivimos en conflicto", dice Jácome. "Hay que volver al orden natural".
La National Geographic Society, comprometida con la iluminación y la protección de las maravillas de nuestro mundo, financió el trabajo de la exploradora Sofía López Mañán. Descubre más sobre el apoyo de la Sociedad a los Exploradores que destacan y protegen especies críticas.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.