¿Qué se puede hacer con los jaguares que deambulan por la frontera entre México y EE.UU?

Estos grandes felinos en peligro de extinción se están expandiendo hacia el norte desde México, pero siguen limitados por el muro fronterizo y otras barreras.

Por Douglas Main
Publicado 27 dic 2022, 11:31 CET
Un jaguar llamado Valerio merodea por una reserva natural de Sonora (México)

Un jaguar llamado Valerio merodea por una reserva natural de Sonora (México), a las puertas de Estados Unidos. El suroeste de Norteamérica ha sido durante mucho tiempo hogar de jaguares y la especie podría regresar, si se lo permitimos.

Fotografía de Ganesh Marin Mendez

Cuando el biólogo Ganesh Marín observó por primera vez un jaguar en una reserva del norte de Sonora (México) en 2020, se sintió eufórico. El felino siguió apareciendo en la red de cámaras trampa de Marín a lo largo de la frontera con Arizona (Estados Unidos), lo que indicaba que estaba haciendo de la región su hogar. Marín apodó al jaguar El Bonito.

Pero en 2021, Marín, explorador de National Geographic, notó algo extraño en las fotos. Las manchas parecían variar ligeramente de una foto a otra. Un examen más detallado confirmó que, en efecto, no estaba viendo uno, sino dos jaguares machos jóvenes.

Ya había sido conmovedor ver a Bonito desarrollarse ante la cámara, "creciendo, haciéndose más grande, con un cuello más grueso y una cabeza más grande", dice Marín. Pero darse cuenta de que era más de uno: "Fue muy emocionante".

La presencia de un segundo jaguar a un par de kilómetros al sur de la frontera de Arizona proporciona una prueba más de que los grandes felinos se están desplazando hacia el norte para reclamar antiguos territorios, dice John Koprowski, biólogo y decano de la Universidad de Wyoming (Estados Unidos) y asesor de doctorado de Marín.

Fotografía de Ganesh Marin Mendez

A principios del siglo XX, los jaguares se encontraban tan al norte como el Gran Cañón estadounidense y tan al sur como Argentina. Pero a mediados del siglo XX, la caza, a menudo promovida por los Gobiernos, acabó con ellos en Arizona y Nuevo México, la zona más septentrional del área de distribución del jaguar.

Marín bautizó al segundo jaguar con el nombre de Valerio, en honor a Valer Clark, un conservacionista que fundó la organización Cuenca Los Ojos. Esta organización medioambiental binacional gestiona ahora una reserva natural de casi 50 000 hectáreas a lo largo de la frontera en Sonora que separa a Estados Unidos y México, donde Marín realiza sus investigaciones como estudiante de doctorado en la Universidad de Arizona.

Los felinos podrían ampliar su territorio hacia el norte si los humanos les dejaran, pero se enfrentan a obstáculos como las carreteras y la frontera entre Estados Unidos y México. Durante la administración Trump (2017-2021) se construyeron más de 724 kilómetros de un muro de nueve metros de altura, la mayoría en Arizona y Nuevo México, bloqueando corredores vitales para la vida silvestre.

"Hay animales justo ahí, a pocos kilómetros de la frontera, a los que fácilmente se les podría impedir moverse más al norte si la frontera se vuelve impermeable", dice Koprowski, debido a la extensión del muro fronterizo y la expansión de las autopistas.

"Pero, sobre todo, [el hallazgo] ofrece grandes esperanzas de que esta conectividad pueda mantenerse", afirma, e incluso, posiblemente, mejorarse.

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Tierra ancestral 

Las tierras fronterizas de Arizona y Nuevo México, y su serie de cadenas montañosas, conocidas como Islas del Cielo, representan una de las zonas de mayor biodiversidad de Norteamérica. Intercaladas con las montañas se encuentran las llanuras secas de los desiertos de Sonora y Chihuahua y diversas praderas y zonas ribereñas, que en conjunto albergan decenas de miles de especies de plantas y animales. Durante siglos, jaguares, pumas, ocelotes, osos y muchas otras especies han caminado libremente por este bioma contiguo. Pero barreras como carreteras y vallas dificultan ahora este movimiento.

No obstante, en los últimos 25 años, se han visto al menos siete jaguares en Arizona (incluido uno que se cree que aún vive en una cadena montañosa del sureste del estado) y aproximadamente el mismo número se ha observado al otro lado de la frontera, en México.

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    Un jaguar apodado "Bonito" apareció en las cámaras del biólogo Ganesh Marin en octubre de 2020. Pronto apareció un segundo. El avistamiento revela la importancia de preservar los corredores de vida salvaje y restaurar los hábitats.

    Fotografía de Ganesh Marin Mendez

    Además, un estudio de marzo de 2021 calcula que una enorme franja de la región es un hábitat privilegiado para el jaguar y podría albergar una población de unos cientos de animales. El jaguar está clasificado como especie en peligro de extinción en Estados Unidos.

    En el estado mexicano de Sonora viven unos 200 jaguares, y es probable que los dos felinos observados por Marín hayan nacido cerca de Arizona, quizá a menos de 100 km, según Gerardo Ceballos, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México.

    Las hembras de jaguar no suelen alejarse mucho de su lugar de nacimiento, y su movilidad es el factor que limita la expansión de la especie. Los machos, sin embargo, pueden recorrer grandes distancias en busca de territorio y pareja. Los grandes felinos se enfrentan a diversas amenazas en México, como la caza furtiva y las represalias por su papel en la depredación del ganado.

    "Si seguimos intentando proteger a los jaguares, quizá dentro de unos cinco años podamos ver hembras preñadas en Estados Unidos", afirma Ceballos.

    Pero para desplazarse hacia el norte, los felinos necesitan corredores protegidos. Cualquier ampliación del muro fronterizo perjudicará aún más la capacidad de los animales para moverse libremente, y habrá que abrir partes del muro para reducir el daño que ya ha causado, dicen los expertos. El Gobierno de Biden se ha comprometido a no ampliar significativamente el muro fronterizo, y se están llevando a cabo algunas conversaciones para reducir el daño a la fauna, aunque todavía no se han hecho cambios importantes.   

    "Desgraciadamente, ahora el muro fronterizo representa una nueva barrera para que los jaguares lleguen a Estados Unidos", dice Antonio de la Torre, biólogo del grupo conservacionista Jaguares de la Selva Maya, que estudia a los felinos. "Es fundamental aplicar una medida de mitigación para resolver este problema si queremos garantizar la expansión natural de los jaguares hacia el norte".

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    Si lo proteges, vendrán

    Hasta hace poco, gran parte de lo que hoy es el norte de Sonora y el sureste de Arizona tenía abundantes humedales y ciénagas. Por eso Cuenca Los Ojos trabaja para devolver el agua al paisaje, y hasta ahora ha restaurado unas 30 hectáreas de humedales y arroyos, dice Jeremiah Leibowitz, director ejecutivo de la organización.

    Antes de 2019, los 48 kilómetros de la frontera norte de Cuenca Los Ojos, que linda con Arizona, sólo tenían barreras cortas para vehículos y vallas de alambre de espino de unos pocos metros de altura, que la fauna silvestre podía cruzar fácilmente. Pero ahora está forrada con muros de bolardos de acero de 9 metros, dice Leibowitz. Sin embargo, algunos corredores siguen sin barreras tan altas, como el extremo sur de las montañas Peloncillo, a caballo entre Arizona y Nuevo México.

    Esta zona, como gran parte de sus alrededores, recibe la mitad o más de sus precipitaciones durante la estación monzónica, de junio a septiembre. Tras la colonización europea, la gente modificó el paisaje para que fuera mucho menos absorbente, sustituyendo las praderas por la agricultura y construyendo estructuras impermeables, incluido el asfalto. Como resultado, esta lluvia puede escurrirse rápidamente por la tierra, causando erosión.

    Los gestores de la reserva de Cuenca trabajan para recuperar la permeabilidad original del terreno, en parte frenando el agua con estructuras de piedra para controlar la erosión, explica Leibowitz. Los castores, cuyas presas también controlan el flujo del agua, también han recolonizado recientemente muchos de los arroyos de la reserva. Los dos jaguares de Sonora han sido vistos cerca de un arroyo de la reserva que fluye durante todo el año.

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    Establecer un área de distribución 

    Valerio y Bonito a veces frecuentaban la misma zona con pocos días de diferencia, según los datos de las cámaras trampa. A medida que crecían, Marín pensó que uno expulsaría al otro; al llegar a la edad reproductiva, los jaguares macho intentan establecer su propio territorio.

    Efectivamente, Valerio, que es ligeramente más grande, se ha quedado (fue visto por última vez en marzo) mientras que Bonito no ha sido observado desde el 22 de octubre de 2021. Marín sospecha que se encuentra en algún lugar cercano, pero como los animales pueden desplazarse tanto, es una incógnita.  

    Además de buscar animales salvajes con cámaras, Marín trabajó con los biólogos Melissa Merrick, Katie Benson y Matt Valente para tomar muestras de ADN ambiental de algunos de los arroyos, que revelaron pruebas de la presencia de jaguares, osos negros, ciervos de cola blanca, ratones ciervos y otros animales salvajes locales. El equipo espera ampliar su muestreo y estudio del ADNe para saber más sobre la presencia de fauna terrestre, una práctica que aún está en pañales, dice Benson.

    Mientras tanto, la investigación demuestra que la zona alberga un grupo de especies importantes y que la restauración del hábitat puede aumentar la biodiversidad.

    "El hecho de que los animales utilicen esta zona una y otra vez demuestra la calidad del hábitat y la necesidad de aumentar la conectividad" con las zonas circundantes de México y Estados Unidos, afirma Koprowski.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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