Unos turistas fotografían una medusa fantasma extremadamente rara
Sólo se han avistado 130 ejemplares de esta misteriosa criatura de las profundidades marinas. Ahora se ha avistado frente a la Antártida un ejemplar de 9 metros de largo.
Recientemente, unos turistas avistaron este invertebrado de nueve metros de largo en aguas poco profundas de la Antártida.
En el etéreo resplandor azul del agua, una enorme figura se dirigió hacia ellos. Con unos nueve metros de largo, cuatro brazos ondulantes y una cabeza abovedada, la criatura era más grande que el sumergible personal de los turistas. Esta sorprendente visión se produjo a cientos de metros bajo el agua, frente a la costa de la isla Rongé, en la Antártida.
Cuando regresaron a su crucero Viking Expeditions y enseñaron las fotos a Daniel M. Moore, biólogo marino de la Universidad de Exeter, en el Reino Unido, supo que habían visto "algo increíblemente raro".
Resulta que estos afortunados viajeros se encuentran entre el puñado de personas que han podido ver con sus ojos la medusa fantasma gigante, o Stygiomedusa gigantea. Hasta ese momento, en enero de 2022, sólo se habían registrado 126 observaciones desde que se describió la especie por primera vez en 1910, incluidos ejemplares capturados en redes e imágenes captadas por vehículos submarinos teledirigidos (ROV). Incluso los científicos del Instituto de Investigación del Acuario de la Bahía de Monterrey (California; Estados Unidos), que ha registrado miles de horas de inmersiones con sumergibles, solo han visto nueve.
Sorprendentemente, el primer avistamiento de medusas no fue un caso aislado. Apenas una semana después, a finales de enero de 2022, otro grupo de turistas también vio una medusa fantasma, seguida de otra más, a mediados de marzo. En la temporada turística más reciente, entre octubre de 2022 y enero de 2023, los sumergibles han avistado siete u ocho más.
Parte de la razón de los frecuentes encuentros es que las expediciones turísticas en la Antártida ofrecen cada vez más sumergibles personales a los huéspedes, dice Moore, que es jefe científico de Viking Cruises, que dirige las expediciones antárticas.
Las aguas antárticas por debajo de los 60 metros aún no se han explorado porque es muy difícil y caro llegar a ellas. Ahora, gracias a los sumergibles privados que descienden hasta unos 300 metros, es posible que seas "el primer ser humano que vea una zona concreta del fondo marino", afirma.
Estos recientes encuentros con medusas fantasma gigantes ya están cambiando lo que sabemos de esta mística especie de aguas profundas, añade Moore, sobre todo la amplitud de su hábitat oceánico. Las medusas fantasma suelen encontrarse a casi 6700 metros de profundidad, pero estos animales nadaban en aguas de entre 80 y 274 metros.
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Un enigma de las profundidades
Los científicos aún saben muy poco sobre estos invertebrados gigantes, que habitan en la oscura y fría zona de medianoche de los océanos polares, y se cree que utilizan sus ondulantes brazos en forma de cinta para capturar y depredar plancton y peces pequeños.
Una cosa es segura: a menudo tiene compañía. Se ha observado que la medusa fantasma vive acompañada de un pequeño pez llamado brótula pelágica o Thalassobathia pelagica. En esta relación mutuamente beneficiosa, el pez recibe cobijo y protección a cambio de mantener a la medusa libre de enfermedades comiéndose los parásitos que se le adhieren.
La medusa (fotografiada durante la inmersión del sumergible) utiliza sus largos brazos para atrapar presas, como el plancton.
En cuanto a la razón por la que las medusas de gran tamaño aparecen en aguas antárticas menos profundas, Moore especula que podrían ser arrastradas por las corrientes, o quizá salir de las profundidades para exponerse al sol y librarse de cualquier parásito adicional.
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Un triunfo para la ciencia
Los sumergibles personales son vehículos autónomos con capacidad para un piloto y seis pasajeros. Están equipados con sondas y cámaras sofisticadas que permiten a los huéspedes tomar fotos y vídeos.
Moore, que dirigió un estudio reciente sobre el potencial investigador de los sumergibles privados en la revista Polar Research, llama a este fenómeno "ciencia ciudadana extrema".
Paris Stefanoudis, biólogo marino de la Universidad de Oxford (Reino Unido), añade que una de las principales ventajas de los sumergibles es que permiten a la gente "observar el entorno de primera mano, en lugar de limitarse a ver una pantalla", como harían con un ROV.
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Pero la investigación con sumergibles tiene un inconveniente obvio: el coste. Estas expediciones de crucero cuestan decenas de miles de dólares por persona, lo que las pone al alcance de un grupo muy reducido de individuos, afirma Stefanoudis, que no participó en la investigación. Aunque tienen muchos pros, dice, "hay que afrontar el hecho: no todo el mundo puede usarlos [o permitírselos]".
Con todo, Stefanoudis está de acuerdo en que los sumergibles podrían proporcionar a los científicos más datos sobre criaturas oceánicas poco vistas. En concreto, le interesa saber más sobre la distribución geográfica de la medusa fantasma y cómo vive en su entorno.
Involucrar a los ciudadanos también tiene sus ventajas, ya que se conciencian más sobre los ecosistemas amenazados y se animan a protegerlos. En definitiva, dice, "es una victoria para la ciencia".
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.