Las películas nos engañaron: el 'Tyrannosaurus rex' tenía labios
Hace tiempo que se debate si los dinosaurios carnívoros tenían labios. Un nuevo estudio demuestra que la carne cubría los dientes de los depredadores.
El Tyrannosaurus rex y otros dinosaurios carnívoros probablemente tenían tejidos blandos que cubrían sus afilados dientes, como se ve en esta ilustración. Los labios mantenían los dientes húmedos y protegidos, listos para atacar a sus presas.
Las temibles mandíbulas del Tyrannosaurus rex son famosas. En las salas de los museos, en el paleoarte e incluso en películas como Parque Jurásico, el carnívoro del Cretácico ha sido representado tradicionalmente con unos colmillos del tamaño de un plátano y una sonrisa siniestra. Pero los paleontólogos han descubierto ahora que la criatura no tenía una sonrisa de dientes afilados: el rex, al igual que muchos otros dinosaurios carnívoros, tenía labios.
Según ha publicado esta semana Science, un equipo de paleontólogos de varias instituciones ha propuesto que los dinosaurios carnívoros como el T. rex y el Allosaurus tenían labios carnosos que cubrían sus dientes, como los lagartos actuales. La hipótesis probablemente alterará tanto la imagen pública de los dinosaurios como la forma en que los paleontólogos estudian las formas de alimentación de estos terribles lagartos.
La nueva investigación comenzó como un debate entre los coautores Thomas Cullen, Kirstin Brink y Derek Larson cuando los tres eran estudiantes de posgrado en la Universidad de Toronto (Canadá). Cada uno de ellos había desarrollado diferentes conocimientos sobre los dinosaurios y su anatomía, que empezaron a fundirse en pruebas tangibles del aspecto que habrían tenido dinosaurios como el T. rex.
Los paleontólogos creían que los dinosaurios carnívoros tenían mandíbulas sin labios, como se ve en las dos ilustraciones superiores. Ahora, nuevas pruebas sugieren que estas criaturas tenían bocas con labios, como los lagartos actuales (abajo).
La cuestión de si los dinosaurios tenían labios o no ha sido objeto de debate entre aficionados y algunos expertos durante años. Las discusiones se han centrado a menudo en si la adición de labios, al igual que las mullidas cubiertas corporales, hacía a los dinosaurios menos impresionantes y aterradores para sus adoradores fans que las tradicionales representaciones dentadas, y qué pruebas podrían justificar tal cambio. El nuevo estudio ofrece por fin algunas pruebas tangibles para resolver la cuestión, yendo más allá de la estética para adentrarse en la biología de los animales extintos.
"Hay muchas interpretaciones en el paleoarte. Es bueno ofrecer datos científicos que lo respalden", afirma Brink, paleontólogo de la Universidad de Manitoba.
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Darle caña a los dinosaurios
Para determinar si dinosaurios como el T. rex tenían dientes excepcionalmente largos, Cullen, ahora en la Universidad de Auburn, Brink (Estados Unidos) y sus colegas examinaron la anatomía de lagartos y cocodrilos vivos, la estructura microscópica de los dientes de los dinosaurios y la comparación del tamaño de los dientes con las dimensiones del cráneo en especies que van desde el T. rex hasta carnívoros más pequeños como el Velociraptor y el Coelophysis.
El espécimen estrella, sin embargo, era el T. rex apodado Sue, el mayor y más completo representante de la famosa especie (y expuesto en el Field Museum de Chicago). A pesar de que Sue parecía tener unas mandíbulas extralargas, los paleontólogos descubrieron que sus dientes guardaban la misma relación con el tamaño del cráneo que los de los actuales lagartos monitor (el género Varanus) y, por tanto, no necesitaban unos labios extraordinarios para cubrirlos.
Una parte fundamental de la investigación fue encontrar análogos modernos. Las aves actuales (descendientes de los dinosaurios) carecen de dientes, y los cocodrilos son reptiles especializados que viven en el agua. Sin embargo, aunque no están tan estrechamente relacionados, reptiles como los lagartos monitor son más útiles por su parentesco con la anatomía de los dinosaurios.
Durante más de dos décadas, el Museo Field de Chicago ha expuesto un esqueleto de tiranosaurio apodado "Sue". Ahora, un nuevo y provocador estudio sostiene que Sue no es en realidad el T. rex, sino una especie relacionada llamada Tyrannosaurus imperator.
"Este estudio es un gran trabajo de detective forense paleontológico", afirma el paleontólogo de la Universidad de Edimburgo (Escocia; Reino Unido) Steve Brusatte, que no participó en la nueva investigación.
Su análisis general sugiere que el T. rex y otros dinosaurios similares no tenían dientes muy largos para su tamaño: un conjunto de labios podría haber cubierto fácilmente sus dientes. Lo más revelador es que el esmalte de los dientes de los dinosaurios es relativamente delgado, y habría sido propenso a secarse si se expone constantemente al aire. Los labios habrían mantenido sus dientes húmedos y funcionales, algo de lo que los cocodrilos no tienen que preocuparse como animales acuáticos.
"Cullen y sus colegas presentan un excelente argumento a favor de la presencia de tejidos extraorales en terópodos no avianos", afirma el paleontólogo de la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos) Ali Nabavizadeh, que no participó en el nuevo estudio.
Es posible que los labios no sean exclusivos de los terópodos. En estudios recientes sobre diversos dinosaurios herbívoros, como los saurópodos de cuello largo y los ceratópsidos con cuernos, se han hallado pruebas de la existencia de encías, mejillas y otros tejidos blandos que cubrían sus dientes.
Y para aquellos que podrían sugerir que el cambio hace que los dinosaurios sean menos impresionantes, Cullen señala que "tener labios, o incluso plumas, no tiene ninguna relación real con que algo sea aterrador o temible", basta con mirar a las aves rapaces o a muchos mamíferos carnívoros.
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Los paleontólogos hincan el diente
Según los científicos, si se añaden los labios al T. rex y a otros dinosaurios, se obtiene una imagen más completa de su anatomía y de cómo interactuaban con su entorno.
"Me interesa mucho el papel que desempeñan los tejidos blandos a la hora de interpretar las patologías de los dientes", afirma Brink, ya que las encías, los labios y otros tejidos podrían sufrir muchas de las mismas lesiones y enfermedades que afectan a los animales vivos.
Nabavizdeh añade que es probable que los labios hicieran del T. rex un depredador más eficaz.
Por un lado, los reptiles no tienen los músculos labiales de los mamíferos, por lo que un T. rex no podía hacer muecas (ni imitar a Elvis Presley). Los labios, señala Nabavizdeh, servían para proteger los dientes de la abrasión y mantenerlos húmedos.
Piensa en sus labios como algo parecido a la funda de un cuchillo, añade Brusatte, algo que "ayudaba a mantener las armas asesinas y aseguraba que fueran lo más mortíferas posible."
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.